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Guillermo Rodríguez

La BBC hace historia

Durante la semana pasada, la BBC dejó de ser noticia sólo por el caso Kelly. Los servicios públicos de radio y televisión británicos se convirtieron en ejemplo a seguir por la mayor parte de las compañías que operan en la Red al demostrar que es uno de los medios de comunicación que mejor entiende qué es Internet, qué implica y, sobre todo, hacia dónde va.

Greg Dyke, director general de la corporación británica, ha develado sus pretensiones de digitalizar todos los archivos audiovisuales de la cadena con el fin de que los internautas dispongan de acceso total (¡y gratuito!) a lo publicado desde que la BBC comenzara su actividad, allá por 1922. Imaginen todas las maravillas que se podrán conseguir.

Lo más importante de la iniciativa no es tanto el servicio que se presta, sino la atinada percepción de la actualidad de la que hace gala la BBC. Como botón de muestra, valgan las palabras de Dyke: “Debemos avanzar hacia la segunda fase de la revolución digital, una fase en la que tendrá más valor lo público que lo privado, que será gratuita, no de pago, y que abogará por la inclusión en vez de la exclusión”.

Ante iniciativas de este tipo, uno piensa que no surgirá ni una sola réplica. Inocente que se es... John Whittingdale, responsable de cultura del Partido Conservador, ha declarado al diario The Guardian que lo mejor que podría hacerse con la versión on line de la BBC sería cerrarla a cal y canto. A su juicio, los gastos que genera son ingentes y su función errónea, ya que por su carácter público debería ofrecer servicios diferentes a los que prestan las empresas privadas.

En fin, reto al señor Whittingdale (probablemente porque tengo la certeza de que jamás va a leer estas líneas) a que señale una sola empresa que ofrezca gratis a todo el mundo un archivo histórico de semejante relevancia. Al margen, claro está, de que puede resultar tremendamente embarazoso desenchufar un servicio que recibe 660 millones de páginas vistas al mes y cuenta con 30 millones de lectores.

Whittingdale arguye que sostener BBC.com es tremendamente costoso. Pero si se analizan las cifras puede descubrirse que no es así. Mantener el site durante el año pasado implicó un desembolso de 104 millones de euros, menos del 1% de los ingresos totales de la corporación en el mismo periodo. O, lo que es igual, los británicos dedicaron dos euros de sus impuestos a sufragar el nodo a cambio de contar con una de las mejores páginas de información de todo el mundo. Ojalá nuestros impuestos tuvieran como destino servicios como el que presta la BBC en Internet.


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