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Guillermo Rodríguez

Mayoría absoluta

Jamás los españoles permanecieron tanto tiempo sentados delante del ordenador. En apenas 96 horas, el periodo que va del infame 11-M al 14-M, se configuró una sociedad reticular en la que todos opinaban, escribían, leían, matizaban... se relacionaban. Internet atrajo a su madeja a millones de españoles y estimuló el frenesí participativo.
 
He visto durante estos días a amas de casa que, con el respeto que confiere navegar por primera vez, teclearon párrafos atestados de rechazo por los criminales ataques terroristas del 11-M, de aliento a los familiares de las víctimas. He visto a esas mismas amas de casa emocionadas porque, negro sobre blanco, aparecía su texto publicado bajo el nombre de un diario on line. He visto a personas indignadas por los comentarios vertidos en un weblog, he visto a esas mismas personas argumentar una respuesta, descubrir que la Red es un ingente archivo informativo donde consultar noticias que apoyaban su tesis, secundar hasta el fervor las ideas de un usuario parapetado bajo el anonimato que otorga el seudónimo y que jamás conocerán.
 
Internet ha vivido sus días de gloria en España a costa de 201 inocentes y de la campaña electoral del 14-M. Ha ganado por mayoría absoluta. La Red fue durante 96 horas la barra del bar de antaño, del ágora griego. Con la diferencia de que allí las discusiones apenas reunían a cinco personas y en Internet se congregaron varios millones.
 
He sabido, en fin, que miles de ciudadanos relegaron la televisión y la radio a un segundo plano a la hora de informarse sobre el recuento de votos en las elecciones del pasado domingo. Internet fue, con mucho, el medio más eficiente en el momento de informar sobre el recuento. La página del ministerio del interior funcionó a la perfección siempre y cuando se utilizara Explorer. Con otros navegadores resultó imposible seguir el cómputo.
 
Dos días después Internet no ha perdido vida. Los comentarios en los foros, grupos de noticias y chats siguen calentando la Red, al tiempo que los diarios online reciben el mayor número de visitas de su historia. Internet ha sentado un precedente excepcional, ha convertido a ciudadanos reticentes en internautas convencidos. Según algunas tesis, ha desempeñado un papel relevante en el cambio de Gobierno al demostrar que posee la capacidad de convocar a miles de personas delante de la sede de un partido político, al margen de su legalidad. Si la Junta Electoral Central tuvo que afrontar trabajo extra a primeras hora del domingo fue, ni más ni menos, porque Internet y los teléfonos móviles existen.
 
Internet es contacto, relación, voz, foro, conocimiento. Es eso y mucho más. Es la posibilidad de interactuar con miles de personas, de desahogar las ideas que se llevan dentro, de comprobar cómo piensa una sociedad, de descubrir qué argumentos emplean aquellos que opinan diferente. Es un medio que ensancha la mente, contribuye al enriquecimiento personal y otorga pequeñas parcelas de poder. Porque la información es poder.
 
España ha recuperado en cuatro días varios años de subdesarrollo digital. La gente se ha lanzado a la piscina de la Red y, al tocar el agua, han percibido que moja, pero también alivia el calor. Siempre se ha dicho que los ciudadanos tienen voz y voto. A partir de ahora debería añadirse que todos contamos con un amplificador para hacernos oír y escuchar de verdad.

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