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Hana Fischer

Ovnis y moneda común

Una extendida percepción popular advierte que cuando un gobierno enfrenta serias dificultades en el campo económico y social, por coincidencia o no, las primeras planas de algunos medios de prensa se llenan con la noticia de que en algún remoto rincón del país fueron avistados Ovnis.

La estratagema apunta a ganar tiempo, desviando la atención de los habitantes hacia tópicos inexplicables o poco comprendidos, mientras las autoridades tratan de encauzar la situación “real”. Ahora, un fenómeno parecido se “instala” en el MERCOSUR, cada vez que hay problemas. Como el tema de los Ovnis está muy gastado, y además es muy burdo, los “extraterrestres” son sustituidos por la proposición de crear una “moneda común” para el MERCOSUR. El “triángulo” de las Bermudas se permuta por el igualmente enigmático “campo” monetario.

Ahora fue Argentina quien puso el tema sobre la mesa. Y de inmediato, la táctica cumplió con su cometido. En estos días, domina gran parte del debate público en los cuatro países integrantes. Pero ya que el asunto está en discusión política, no estaría de más analizarlo para intentar llevar un poco de luz, entre tanta confusión. Para comprender a cabalidad de qué estamos hablando y qué repercusión tendría –si eventualmente esa idea se lleva a la práctica- en la vida ordinaria de cada uno de nosotros es imprescindible distinguir entre dos conceptos: el “curso forzoso” y el “curso legal”.

Empecemos por señalar que la prerrogativa del gobierno de suministrar dinero se acepta sin cuestionar, dando por sentado que es atributo de la soberanía. Quizás, la cuestión no se discute por el halo de misterio que tienen para el pueblo los mecanismos que no alcanza a comprender. Es importante destacar que, desde el principio, esa facultad no se concedió o reclamó sobre la base de que era para el “bien común”, sino como elemento esencial del poder gubernamental. Porque, sin duda, quien tenga el control sobre el monopolio de la emisión será poderoso.

Y ese dato no es algo trivial, vistas las perturbadoras consecuencias que en mayor o menor grado recurrentemente ha tenido en los campos económico, financiero y social en todas partes del mundo. Además, se utiliza el término “curso forzoso” aplicado a cualquier papel moneda, pero el nombre –en rigor- sólo puede referirse al dinero puesto en circulación por decreto u otro acto arbitrario de la autoridad. Y el apelativo “forzoso” adquiere mayor relevancia en la medida en que el gobierno pueda obligarnos a aceptar cualquier cosa que determine, en lugar de lo contratado.

El “curso legal”, como se aplica habitualmente, es simplemente un artificio jurídico para exigirle a la gente que acepte como cumplimiento de contrato algo que nunca pretendió cuando lo firmó. Si se actuara de buena fe, no podríamos vacilar en admitir únicamente como “curso legal” aquella unidad que está expresada en el contrato.

Ese absolutismo, mansamente tolerado, se transformó en una verdadera calamidad cuando la facultad de proporcionar mejor o peor dinero estuvo bajo el control de los gobiernos de Uruguay, Paraguay, Brasil y Argentina. Los registros históricos con contundencia así lo atestiguan. Nuestros pueblos han sido reiteradamente estafados y saqueados sus ahorros y medios de vida. ¿Cuántos cambios de signo monetario hemos tenido a lo largo del siglo XX? ¿Cuántos “ceros” le hemos quitado a nuestras respectivas monedas? ¿Cuántas veces nos han “prohibido” poseer moneda buena (léase dólares) y hasta nos han perseguido como “delincuentes” por tratar de proteger el valor de nuestros bienes?

¿Moneda común y única en el MERCOSUR? Nunca tan cierto como hoy y aquí aquella afirmación que en el siglo IV a.C. realizara el filósofo griego Diógenes: “El dinero es el juego de dados de los políticos”.

Hana Fischer es analista política uruguaya.

© AIPE

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