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Humberto Vadillo

Y Zapatero vio la luz

¿Y vosotros sois mis consejeros queridos, por vosotros he sufrido crítica y escarnio? Más me pluguiera un sólo Arriola que seiscientos iletrados inconstantes. ¿Cómo me proponeis aquesto? ¿Quién soy yo si no gasto?

Y en aquella época recibió Zapatero dos cosas que no esperaba: una llamada de Obama en la Moncloa y, en la rabadilla, una patada de Merkel y supo entonces que la fiesta, verdaderamente, se había terminado.

Y mandó llamar a los más dilectos y asiduos de entre sus más de seiscientos asesores y mataron un cordero vegano que habían cebado y así les habló Zapatero:

"Vosotros sois mis asesores dilectos en quienes me complazco y le costáis más de 28 millones de euros al erario y yo los pago complacido porque el dinero público no es de nadie o, al menos, no es mío, pero oíd que os digo que me ha llamado Obama y me ha dicho que hay una crisis económica y que se acabó lo de repartir dinero a manos llenas y yo os pregunto, mis más asiduos asesores, que haremos para ganar las próximas elecciones, que sabido es que no gana aquí el socialista si no hay mercedes."

Y sus elevados consejeros le pidieron doce días para trazar un plan, elaborar una estrategia, diseñar un proyecto, maquinar una salida y pergeñar un bosquejo.

Y al término de los doce días volvieron a reunirse con Zapatero y oíd lo que le dijeron: "Zapatero, no tenemos plan, ni estrategia, no hay bosquejo, ni proyecto pues falta el cumquibus y sin cumquibus no hay salida. La única solución es recurrir a la pamema, ingeniar una añagaza, seguir un ardid, levantar un señuelo. En definitiva que pongas aquí los huevos y salgamos todos gritando a un tiempo."

Bien se espantaba Zapatero al oír hablar así a sus amados consejeros. Buscó en un bolsillo, buscó en el otro. Sacó el calcetín de reserva pero allí sólo había un papel arrugado que decía "debo 14 mil millones de euros del plan E". Vio entonces que no había solución. Sorbió discretamente los mocos y dijo "decidme".

"Fingirás Zapatero un enorme ansia reformista, una pulsión por cambiarlo todo. Toda la cachaza y parsimonia con la que primero negabas la crisis la cambiarás ahora por sincera preocupación y gesto contrito. Anunciarás que la crisis es profunda, anunciarás un rotundo cambio político, dejarás de ser manirroto y te volverás ahorrador, morigerado y casi mustio. Pálido han de verte tus súbditos, que no se diga que no compartes su sufrimiento. Con nuestros amigos en la prensa extenderemos la especie de que estás triste, envejecido y ganoso de dejar la púrpura pero dispuesto al sacrificio de continuar. Hasta a las vacaciones renunciarás."

Oído había esto Zapatero que en otra tal nunca se había hallado. Y allí hablara, malamente y enojado. ¿Y vosotros sois mis consejeros queridos, por vosotros he sufrido crítica y escarnio? Más me pluguiera un sólo Arriola que seiscientos iletrados inconstantes. ¿Cómo me proponeis aquesto? ¿Quién soy yo si no gasto? No recordáis que el 2012 hay comicios y probado es que no hay socialismo sin mercedes como no hay campo sin coles. Montilla nos pierde Cataluña, Griñán Andalucía, Barreda está dudoso y Esglesias, al que dicen Marcel.li no volverá a ser virrey en Aragón. Ni puede el leopardo perder sus manchas ni puedo yo dejar de gastar. Resuelto estoy a enviar de candidato por Madrid a quien este desaguisado haya ideado.

Y los asesores vieron que habían despertado la ira de Zapatero y para apaciguarlo sacrificaron a un tal Gómez, quien por allí pasaba camino de la palestra y ello complació a Zapatero y una vez así sosegado volvieron ellos a hablarle.

Calma tu ira, tonante y escucha. La reforma que proponemos no será reforma. La contención en el gasto será de broma. Anunciaremos medidas que luego retiraremos. Pararemos las obras que nos convenga y reanudaremos luego las que nos apetezca. Para los amigos inversiones y para los enemigos mojicones. Subiremos los impuestos diciendo que a los ricos y los nuestros se regocijarán. Tendremos el dinero justo para llegar a las elecciones.

¿Y después de ganar las elecciones? Preguntó Zapatero con una media sonrisa.

Después, Sire, hemos de cobrarnos de la Merkel en la rabadilla la patada.

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