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William Kristol: "¡Ojalá nuestra victoria en Irak pudiera servir para que Irán pusiera rumbo hacia la democracia!"

William Kristol es hijo del fundador del movimiento neoconservador Irving Kristol y el director del semanario The Weekly Standard. Fue uno de los primeros en abogar por la guerra de Irak. Aceptó recibir a La Ilustración Liberal para una entrevista exclusiva en Washington DC.

Siendo periodista, ¿cómo es que llegó usted a tener tanta influencia sobre la política exterior de Estados Unidos?

No creo que tenga tanta influencia sobre la política exterior estadounidense. Me parece que las cosas habrían ido más o menos igual sin mi. Evidentemente, he de reconocer que los consejos que mis colegas neoconservadores y yo fuimos difundiendo en nuestras columnas han empezado a ser escuchados y aplicados por la Administración. Ello es así por el cambio que supuso el 11-S, ya que George W. Bush decidió que el único remedio a los problemas que sufríamos era imponer un cambio en Oriente Medio. En esta situación tan crítica, puede que el presidente sí se haya inspirado en mis libros, especialmente en el que escribí con mi amigo Robert Kagan, Peligros presentes[1], antes de que fuera electo, en el que apuntábamos la tarea urgente de combatir las tiranías y defender la libertad en el mundo. Esto se debe al hecho de que, entonces, no existían alternativas mejores.

¿Participó usted de alguna forma en la conversión de George W. Bush al neoconservadurismo?

No. Durante la campaña electoral del año 2000 di mi apoyo a John McCain. Prefería al senador McCain antes que al gobernador Bush, al que casi no conocía; de hecho, antes de finales de 2001 no nos habíamos visto jamás.

Es muy difícil decir si yo mismo –u otro teórico neoconservador– influí en la conversión de George W. Bush al neoconservadurismo. La Casa Blanca es un sitio muy cerrado a los medios de comunicación, por razones evidentes. Simplemente, creo que después del 11-S el presidente Bush vio el mundo con otros ojos y, como consecuencia, se inspiró más en mi doctrina intervencionista.

Creo que, antes del cambio en su política que ocasionó el 11-S, usted criticaba duramente al presidente Bush en sus editoriales.

Sí, al principio era muy escéptico en cuanto a esta Administración. ¡Sin embargo, voté a Bush, porque en general prefiero a los republicanos antes que a los demócratas! Además, tenía algunos amigos en la Casa Blanca.

Estaba decepcionado: esta Administración, demasiado cautelosa, seguía la tradición aislacionista de las Administraciones republicanas de la década de los 90. George W. Bush me parecía como su padre, un realista. Por mi parte, llevaba muchos años reclamando un mayor reaganismo, es decir, una política basada en principios morales y en la expresión de un poder fuerte que defienda los intereses de Estados Unidos en el mundo. En el año 2000 creía que había llegado el momento para que el poder norteamericano se pusiera a mejorar la situación de todas estas sociedades oprimidas y defender mejor sus intereses en el extranjero.

Después de que el 11-S mostrara que estábamos amenazados directamente, George W. Bush empezó a confiar en mis escritos. Mis consejos se leyeron y escucharon con aún más atención a partir de 2006, cuando la guerra de Irak empezó a ir muy mal: se aplicó exactamente mi recomendación de aumentar el número de tropas.

¿Se considera usted el artífice de la dimisión de Rumsfeld como secretario de Defensa, inscrito en ese cambio de estrategia?

Fueron más bien las elecciones al Congreso lo que provocó ese cambio en el seno de la Administración, aunque también es cierto que yo llevaba ya dos años pidiéndolo. Aunque siempre tuve una opinión muy buena de Donald Rumsfeld, y estaba convencido de que se esforzaba por encontrar las mejores soluciones para nuestro país, tenía muy claro que se estaba equivocando totalmente en su forma de manejar el conflicto. En consecuencia, me alegró muchísimo que el presidente decidiera cambiar su estrategia y mandar refuerzos a nuestras tropas el año pasado. Cada situación es diferente, pero en ésta era vital nuestra victoria para la supervivencia del mundo. Necesitábamos tener un ejército más fuerte frente a la insurrección.

¿Le pareció suficiente el aumento de tropas? Comparando el número de soldados enviados a Irak con el que las fuerzas internacionales usaron en Bosnia para estabilizar la zona, vemos una distorsión en la ratio población local/soldados.[2]

Los resultados son lo único que importa. Dado que los resultados de esta estrategia son excelentes, ¡no hay que cambiar nada! No deberíamos retirar las tropas demasiado rápido, incluso pienso que haríamos bien en posponer al máximo nuestra retirada, para estabilizar el país como es debido.

Por otra parte, más allá de si el incremento de tropas es o no oportuno, tengo que someterme a las decisiones de las autoridades militares de mi país. Me tomo esta obligación moral muy en serio, porque de ella depende el buen funcionamiento del Estado. Confío en que el presidente Bush haya tomado esta decisión junto con sus consejeros militares.

Entonces, usted tiene plena confianza en las autoridades castrenses…

¡Claro! Y por dos razones. La primera es una razón de principios: las autoridades militares deben ver respetadas sus decisiones; si no, la intromisión de las autoridades civiles puede llevar a un fracaso total del ejército. La segunda es de orden teleológico: los resultados obtenidos por nuestras fuerzas armadas en Irak desde que cambiamos de estrategia son estupendos.

Ya sabemos que subestima considerablemente su influencia en la política exterior de George W. Bush. Sin embargo, existen evidencias de ella en una carta que escribió junto con otros miembros del think tank Project for a New American Century y en la que pedía, ya en 1998, que se atacara Irak.

Creo que escribimos esa carta antes, quizá en 1997, cuando creamos The Project for a New American Century. Pero es imposible decir con toda certeza que tuvimos una influencia directa sobre la política exterior, ya que la razón principal por la cual el Gobierno decidió atacar a Sadam fue que éste no respetó las inspecciones de la Agencia Internacional para la Energía Atómica. Sin sobreestimar mi poder, sigo pensando que lo que escribo es leído por los miembros de la Administración y no se aleja del todo de las decisiones que toman. Es un hecho incontestable que lo que escribo en mis columnas y libros repercute muy a menudo en la política de la Administración desde el 11-S.

Entonces, si he entendido bien, usted se contenta con escribir editoriales y libros que luego los miembros de la Administración leen y, a veces, aplican, pero no mantiene reuniones en el Despacho Oval.

No suelo acudir al Despacho Oval, pero a veces tengo reuniones en la Casa Blanca con algunos miembros de la Administración. Y si, por ejemplo, un senador pide hablar conmigo de un artículo, a menudo quedo con él para hacerlo. Pero es importante que quede claro que soy periodista, y que dedico a mi revista el 95% del tiempo.

Al contrario de lo que muchos suponen en Europa y Estados Unidos, no hay grandes secretos o conspiraciones. De hecho, hasta hace poco la mayor parte de los argumentos que fuimos avanzando durante muchos años no fueron escuchados. Han sido las circunstancias desastrosas y la amenaza de Al Qaeda lo que ha hecho que, poco a poco, se haya ido incrementando nuestro presupuesto militar. Pero no todos nuestros consejos han tenido tanto éxito: también llevamos años diciendo que Bush no debería ser tan amable con Putin, y el presidente sigue jactándose de tener una "muy buena relación" con el dictador ruso. Tampoco tuvimos mucho éxito en el Weekly Standard al aconsejar que se promovieran los valores de la democracia en Egipto...

¡Entonces, volvamos a Irak, ya que es la cuestión en la que sus consejos se aplican casi siempre! Según su punto de vista, ¿cuáles son los principales logros del general Petraeus?

¡El general Petraeus es fantástico! De hecho, cuando la revista Time eligió, escandalosamente, según mi punto de vista, a Putin como hombre del año, puse al general Petraes en la portada del número navideño del Weekly Standard.

¡Hay que darse cuenta de que este hombre está ganando la guerra de Irak! Ha realizado esta hazaña maravillosamente. Fue nombrado por el presidente comandante de las fuerzas armadas en Irak cuando la situación había empeorado tanto que todos consideraban que habíamos perdido la guerra... Junto con el general Odierno, puso en marcha la nueva estrategia y los dos salvaron a América de lo que hubiera sido el fracaso militar más dramático de su historia. Gracias al trabajo excepcional del general Petraeus, creo incluso que estamos ganando la guerra de Irak.

¿Qué es exactamente lo que le hace pensar que están ganando?

Quizá "victoria" sea un término un poquito fuerte, porque de momento sigue habiendo gente que trata de matar soldados norteamericanos. Pero no temo decir, con certeza absoluta, que estamos en el camino de la victoria. La situación va mejorando cada día que pasa, gracias a las autoridades militares pero también gracias a nuestro embajador, Ryan Crocker, que ha logrado mantener unas relaciones de trabajo muy buenas con los líderes locales.

Estos logros son impresionantes, así como instructivos. En efecto, nos enseñan que si uno es inteligente, siempre puede encontrar soluciones para las situaciones que parecen más inextricables. Todos decían que la situación en Oriente Medio era imposible de mejorar. ¡Cuántas veces leí que Irak estaba lleno de conflictos intercomunitarios que nunca se podrían resolver! ¡Al final, resultó que nuestra inteligencia y perseverancia nos dieron las claves del éxito! A veces no hay que dar demasiado crédito al pensamiento dominante, sobre todo cuando sólo difunde un pesimismo sin esperanzas.

Y, como dice Nike, a veces lo único que vale es "just do it".

Exacto. Y, de todas formas, no podíamos permitirnos perder esta guerra. Entonces, tuvimos que esforzarnos por ganarla. Por suerte, Bush ha sido muy fuerte, y recibió el apoyo político necesario por parte del Partido Republicano. Ahora estoy convencido de que vamos a seguir en este rumbo, ¡hasta la victoria!

En la guerra contra el terrorismo, ¿es posible una victoria total?

En este mundo casi no hay victorias completas. Sin embargo, sería posible una victoria total contra el terrorismo si Al Qaeda fuera totalmente destruida, empezando por Irak, donde el nivel de violencia quedaría muy muy reducido, aun en comparación con el que se registra hoy en día. Otro elemento imprescindible para una victoria total sería, precisamente, el apaciguamiento de Irak con la instalación de un régimen democrático y descentralizado. Si lográramos este objetivo, Irak sería nuestro mejor aliado en la región. Y ello podría llevar a reacciones democratizadoras en cadena.

¿Por qué relaciona tanto la guerra de Irak con la guerra contra el terrorismo?

¡Nuestro enemigo, la propia Al Qaeda, lo relaciona en todas sus declaraciones! Tomando este mero hecho en cuenta, la guerra de Irak está naturalmente relacionada con el frente más amplio de la guerra contra el terrorismo.

Por otra parte, he de llamar su atención sobre los vínculos entre los éxitos que estamos cosechando en ambas guerras: cada vez más sunníes se unen a las fuerzas norteamericanas para combatir contra Al Qaeda. Mucha gente sigue sin darse cuenta de la importancia simbólica que tiene esto. Pero el significado es tremendo, dado que todos daban por imposible que el ocupante occidental pudiera contar con la colaboración de la población árabe en la lucha contra los terroristas. También se creía impensable que unos árabes luchasen contra otros árabes. Pues lo logramos: ahora, odian a Al Qaeda. ¡Los sunníes van a destruir el terrorismo de la mano de Estados Unidos porque desean que sus hijos tengan paz y seguridad! Y aun si no adoran a los soldados estadounidenses y a Israel, sí están listos para un régimen que les dé más libertades, y van a trabajar con nosotros para conseguirlo.

La mayoría de los iraquíes han entendido que la única forma de quitarle poder al terrorismo consiste en erigir un régimen que se parezca a una democracia liberal. Con su brutalidad, Al Qaeda se ha hecho daño a sí misma, mientras que nosotros salvamos vidas iraquíes cada día. ¡Por fin, la serpiente se ha mordido la cola!

Entonces, ¿el único remedio contra la tiranía es la guerra, seguida por años de civilization building?

¡Sí! ¡Exactamente! A veces se solapan las dos etapas, como en Afganistán. En Irak, una vez estabilizada la situación, instalaremos un régimen democrático... Será la etapa más importante, que podrá dar el impulso a todo un proceso de pacificación en Oriente Medio.

Dada la importancia de los valores para la guerra de Irak, ¿por qué no se puso más énfasis en éstos para justificarla, en vez de centrarse tanto en las armas de destrucción masiva?

¡Era muy complicado! Esta decisión tuvo mucho que ver con el hecho, que muchos olvidan, de que los Estados Unidos estaban buscando el apoyo de las Naciones Unidas. Además, pusimos el énfasis en este punto porque considerábamos dichas armas una amenaza muy fuerte y real, ya que Sadam Husein las había empleado ya en los años 80, durante la guerra con Irán. Momentáneamente detuvo su programa de fabricación de armas, pero no se sabe lo que habría pasado si no hubiéramos ido a derrocarle. Si los inspectores se hubieran ido, se habrían levantado las sanciones de la ONU y Sadam habría vuelto a desarrollar su programa de armas de destrucción masiva.

Entonces, no fue puro idealismo ir a la guerra de Irak. De todas formas, yo no creo que se vaya a la guerra solamente por la libertad. Teóricamente se puede, y sería bonito, pero nunca se hace.

Aun así, ¿fue un error enfocar toda la justificación de la guerra en las armas de destrucción masiva?

¡No fue un error! ¡No estoy de acuerdo para nada! No entiendo cómo se puede considerar que las armas de destrucción masiva son un detalle. Dado que Sadam ya las había usado, es perfectamente lógico que basáramos la guerra en ello. Es más, se sabía que existía la posibilidad de que estuviera desarrollándolas de nuevo.

Sí, la tiranía es horrible, mientras que la libertad es maravillosa, pero esta vez la amenaza era una mezcla de armas de destrucción masiva y tiranía. Y si no hubiésemos pensado que el programa de producción de armas estaba en funcionamiento no habríamos empezado esta guerra tan dura. Las armas no nos sirvieron de figura retórica, sino que eran nuestro foco de preocupación real.

¿Reconoce que Estados Unidos cometió un error al enfocarlo todo en las armas de destrucción masiva?

¡No! ¡No creo que hayamos cometido un error! Sadam solamente tenía su programa parado, porque las inspecciones le habían asustado un poquito. Pero sigo con la certeza de que al fin y a la postre lo hubiera reiniciado.

Dicho esto, es cierto que parte de nuestras creencias se mostraron erróneas, dado que nos equivocamos en cuanto a lo que estaba pasando en concreto sobre el terreno. Sin embargo, teníamos razón sobre el tipo de amenaza que representaba Sadam. Nuestra guerra preventiva se justificaba porque la alternativa: un mundo en el cual los dictadores desarrollaran armas de destrucción masiva, nos parecía demasiado peligrosa para ser aceptable.

Más allá de todo esto, espero que la historia nos dé la razón haciendo que, gracias al miedo proporcionado por la guerra de Irak, los demás países de la región dejen sus programas de armas nucleares, tal y como hizo Libia. Sería perfecto si pudiéramos influir también en el régimen iraní.

¿Qué opina de José Luis Zapatero? ¿Cómo describiría su actitud en Irak?

No voy a negar que me quedé bastante decepcionado cuando retiró sus tropas, aunque no niego que sus motivos eran muy justos: salvar vidas españolas y contribuir a la paz mundial. No obstante, dudo mucho de que haya logrado esos objetivos; no creo, para nada, que en Irak murieran menos personas gracias a la retirada de las tropas españolas. Todo lo contrario: los esfuerzos de las tropas occidentales en Irak salvan muchísimas vidas cada día. Pero, claro, es difícil comparar mi punto de vista con el de Zapatero, dada la diferencia de tamaño de nuestros países...

A pesar de todas estas explicaciones, cabe resaltar que, desafortunadamente, la retirada de las tropas españolas apareció como la consecuencia directa de los ataques terroristas del 11-M. Claro, se puede alegar que Zapatero lo habría hecho de cualquier forma, pero aun así se ha de reconocer que mi percepción, como la de otros muchos, fue negativa. Zapatero pareció obedecer las órdenes de los terroristas.

Supongo que usted considera que un buen presidente debe ser capaz de tomar medidas impopulares.

Sí, es evidente.

¿Cree que George W. Bush ha sido un buen presidente?

Globalmente, sí. Cometió algunos errores e hizo ciertas cosas que yo no habría hecho en su lugar, sobre todo en materia de nombramientos. Pero en lo que se refiere a las grandes decisiones, el presidente Bush supo tomar las buenas.

¿Cuáles fueron?

Inmediatamente después del 11-S, George W. Bush tuvo el coraje y la inteligencia de lanzarse a una guerra en Afganistán para derrocar a los talibanes. Luego siguió siendo valiente y defendió con mucha fuerza los intereses de Estados Unidos. Lo hizo muy bien, con la agresividad necesaria en estos días. Al mismo tiempo, continuó colaborando con Europa para asegurar su defensa. Pero su decisión más valerosa fue, evidentemente, la de ir a la guerra en Irak. El presidente no tenía obligación alguna de lanzarse a esa guerra, pero lo hizo porque creía que era una guerra justa. El éxito será aún mayor una vez ésta haya arrancado muchos otros cambios positivos en Oriente Medio.

En cuanto a la guerra contra el terrorismo, considero que es un éxito total, dado que el número de ataques se ha visto extremadamente reducido estos últimos años. En Europa solamente tuvimos Madrid y Londres. Cada uno de estos atentados fue horroroso, pero su número limitado no deja de ser una fuente de esperanza. Indudablemente, en Estados Unidos nos sentimos seguros, dado que llevamos seis años y medio sin sufrir un ataque. Creo que tenemos razones para pensar que, por el momento, Bush y los líderes europeos han luchado eficazmente contra el terrorismo.

¿Está globalmente satisfecho?

No estoy diciendo que todo esté perfecto. Simplemente creo que, hasta ahora, hemos de reconocer que nuestros resultados en Irak han sido mucho mejores de lo que suponía la mayoría de la gente. También en la guerra contra el terrorismo estamos teniendo más éxito de lo que se pensaba. Me opongo al catastrofismo que pretende que todo Oriente Medio es antioccidental y antiamericano. ¡No es verdad!

¿Ha sido una prioridad para el presidente Bush la creación de un Estado palestino?

Siempre ha pensado y proclamado que debería haber un Estado palestino. La única condición que impone es que no sea un Estado terrorista. Desafortunadamente, tuvimos un éxito limitado a la hora de convencer a los palestinos de que dejaran de perpetrar ataques terroristas. Votaron a Hamás... Todo esto depende mucho de los propios palestinos. Ya veremos qué hacen.

Personalmente, yo también valoro mucho este objetivo.

Mucha gente se equivoca pensando que un Estado palestino no es una prioridad para Bush y, en general, para toda la derecha norteamericana. ¿Quizá se deba a que no entienden que ustedes lo consideran no una condición para la paz, sino una consecuencia de la misma?

Puede ser... Debe de haber algún malentendido. A mi me admiró enormemente lo que hizo Bush para ayudar a los palestinos que querían alzar sus voces disidentes a favor de la democracia. De la misma forma, Israel se retiró de la franja de Gaza, pero el terror no se ha detenido. No hay que olvidar este hecho, muy importante.

Como todavía no ha mejorado la situación y prosiguen los ataques suicidas, no será posible que Israel se reitre de Cisjordania. Sería demasiado peligroso. Por eso no soy muy optimista en cuanto a las posibilidades para la paz en este momento.

Claro que podemos deplorar el hecho de que Israel ocupe Cisjordania, que sigan produciéndose ataques terroristas y que Israel tenga a veces que usar la fuerza. Pero tampoco es horrible el statu quo.

Creo que lo mejor en estos momentos sería una victoria contra los extremistas en Irak: así entenderían todos los terroristas que tienen que dejarlo y ponerse de nuestro lado, el lado de la victoria.

Entonces, ¿no cree que podamos tener un Estado palestino antes del final de la presidencia de Bush?

No.

¿Significa eso que es imposible?

Imposible no, pero sí muy poco probable.

¿Mahmud Abbás es un interlocutor válido para la paz?

Dice que está listo para renunciar al terrorismo, pero no estoy seguro de que tenga la capacidad para mantener bajo control el aparato de seguridad palestino. Tampoco se sabe si tiene medios suficientes para impedir que se creen células terroristas.

Después de Irak, ¿cuál es la próxima meta para Estado Unidos?

El mundo es un sitio complicadísimo. Puede haber crisis en todas partes: en el Líbano, en Pakistán, en Irán, en Siria... Pero, entre todas esas probabilidades, Irán es la amenaza más inminente. Suponiendo que sigamos progresando en Irak, el otro gran peligro en Oriente Medio es Irán, por sus vínculos con grupos terroristas y sus ambiciones nucleares. En mis sueños más dulces veo un Irán pacífico, con un régimen democrático, que dejaría de prometer la desaparición Israel.

¡Ojalá nuestra victoria en Irak pudiera servir para que Irán pusiera rumbo hacia la democracia! Si Irak e Irán fueran democracias, seguro que lograríamos la pacificación de toda la región. Los saudíes representan un problema en determinados aspectos, pero Irán es una amenaza mucho más seria. El futuro de Irán determinará el de toda la región.

El famoso neoconservador Norman Podhoretz[3] ha asegurado que Bush atacará Irán antes del final del su presidencia. ¿Está de acuerdo con tal afirmación?

Bush preferiría acabar su presidencia sin tener que lanzarse a atacar Irán. La variable determinante será el grado de urgencia que sienta él, como presidente. Pero no creo que lo haga. ¡No todos los neoconservadores pensamos igual!

Si Bush no ataca Irán, ¿será por razones materiales, porque Estados Unidos no podría aguantar otro frente en la guerra contra el terrorismo?

¡No hay nada imposible, militarmente hablando, para Estados Unidos!

¿Ah sí? ¿Y un ataque implicaría mover tropas de Irak a Irán?

¡Para nada! Atacaríamos Irán desde el cielo. Solamente tendríamos que lanzar cohetes sobre las plantas nucleares. El único problema es que nos gusta tener tropas de sobra para todas las contingencias que puedan surgir. Si atacáramos a Irán, estaríamos empleándolas.

No se preocupen por el futuro del mundo: con contingencias o sin ellas, haremos lo que debamos. Dado el poco tiempo de que dispone para tal operación, y quizá el grado de urgencia bastante bajo que le otorga ahora, al presidente Bush le va a parecer más útil preparar el caso para su sucesor, que tendrá todas las opciones disponibles.

Entonces, Bush tiene las siguientes posibilidades: esperar gestos de buena fe por parte de Irán o demostrar que Irán no quiere negociar ni quiere detener su programa nuclear, en contra del cual la ONU nada puede hacer.

¿Cree que Teherán ha detenido su programa nuclear?

¡Para nada! Los iraníes están anunciando cada semana que enriquecen uranio y crean cascadas de centrifugadoras. Lo único que no sabemos es el nivel de desarrollo de su programa.

Entonces, ¿por qué el informe "National Intelligence Estimate" (NIE), del Departamento de Estado , proclamó el fin de la amenaza nuclear iraní, al igual que hizo la prensa de todo el mundo?

El NIE solamente se refiere al programa de armas, no a los demás. Este enfoque restrictivo lleva a interpretaciones triunfalistas. Cabe tener en cuenta los programas nucleares civiles, que sabemos muy bien no tienen utilidad propia, dado que Irán dispone de una enorme riqueza energética. Así las cosas, el NIE no permite formular un juicio válido sobre el peligro que representa Irán.

¿Qué aconseja que hagamos con los "tiranos buenos"? ¿Qué opina, por ejemplo, de la visita que cursó Gadafi a París en diciembre de 2007?

Como gente afortuna que vive feliz en democracia, no podemos permitirnos hacer la vista gorda sobre aquellos que violan los derechos humanos y las demás normas del derecho internacional, especialmente en lo que se refiere a la venta de armas. Llevo muchos años reclamando la urgencia de presionar a países como Libia para que adopten nuestros valores democráticos. Libia todavía dista mucho de ser un lugar estable: pudiera ser que Gadafi o su hijo retomaran el programa nuclear... Si Libia fuera una democracia, entonces sí tendríamos tener certezas y confianza.

Los dictadores jamás son interlocutores válidos, como ha demostrado recientemente Musharraf. ¡Se supone que es un aliado fuerte y de palabra, y mire lo que acaba de hacernos! Tenerle en Pakistán no nos asegura para nada que ese país sea un aliado estable.

Criticar los sistemas democráticos es muy fácil, porque cometen errores y, sobre todo, porque nos permiten hacerlo; pero, en todo caso, son mejores que cualquier dictadura.

Usted lleva una vida entera defendiendo la libertad. ¿Qué es lo que le motiva tanto cada día para cumplir con esta tarea? ¿Qué le hace pensar que las sociedades civiles desde Riad a El Cairo les esperan para ser liberadas?

La mayor parte del tiempo me despierto pensando en lo que vamos a colocar en el Weekly Standard (risas). Bromas aparte, creo que Estados Unidos tiene una oportunidad especial, como mayor potencia del mundo y nación libre, para impulsar la libertad y la democracia en países donde la población está sufriendo injusticias.

Cuando dice "oportunidad especial", ¿se refiere a una posibilidad temporal, porque piensa que Estados Unidos tiene los medios financieros y militares para hacerlo, o bien cree en una misión atemporal?

Me estoy refiriendo a ambas cosas. Obviamente, no se puede cumplir una misión sin medios para ello: se necesita poder y dinero. Si no, puedes despertarte cada mañana con muchas ganas de defender la libertad y quedarte soñando. América reúne las tres cosas: poder, dinero y convicciones.

¿Debo entender que prefiere la libertad a la igualdad?

Sí, de forma general, me siento más inspirado por la libertad que por la igualdad. ¡Como Tocqueville! Pero también creo que la libertad se basa en cierta igualdad; no en cualquiera, sino en el tipo de igualdad que tiene que ver con el acceso a los derechos humanos.

¿Cómo explicaría la paradoja de una América altruista a la que tanta gente odia en el mundo?

No sólo somos altruistas: también tenemos nuestros intereses. Y, por otra parte, no estoy tan seguro de que todo el mundo odie a los Estados Unidos. La gran mayoría de nuestros inmigrantes dicen que adoran nuestro país. Y muchos extranjeros soñarían con venir a vivir aquí; o, si pudieran elegir, les gustaría que su país estuviera gobernado más como el nuestro, es decir, como una democracia liberal. Estoy convencido de que, si tuvieran la posibilidad de elegir, preferirían nuestro modelo de gobierno, que garantiza libertades. No todo el mundo ni en todas las situaciones, pero la mayoría sí… ¡Y a veces podemos ayudarles!

¿Por qué la izquierda, especialmente la europea, está tan empeñada en desarrollar un discurso tan negativo sobre Irak?

Es una pregunta muy buena. Creo que tiene mucho que ver con el odio que gran parte de las elites, tanto aquí como en Europa, tienen a George W. Bush. No soportan que Bush pueda ganar.

¿Por qué odian tanto a George W. Bush? ¿Porque es tejano?

Simplemente, porque no les gustan los republicanos ni los conservadores. Los liberales[4] invirtieron tanto en criticar la guerra de Irak como un error absoluto, que no relativizaron ni incluyeron matices en su discurso, y siguen negando todos los avances que ha habido. La segunda explicación se ha de buscar en un odio generalizado por el poder estadounidense, bajo cualquiera de sus manifestaciones. De una forma que nunca he llegado a explicarme, mucha gente considera que el poder de Estados Unidos es contraproducente en sí, que crea más problemas de los que resuelve, y más enemigos que amigos. Las personas que tienen estas creencias inexplicables muy enraizadas no soportan la idea de que podamos mejorar la situación de otros que nos necesitan.

A sabiendas de todo esto, todavía no consigo entender del todo la fuerza y la vacuidad del discurso anti-Bush y anti-guerra. Supongo que los que lo repiten sin parar temen que, si acabamos bien en Irak, usemos nuestro poder intempestiva y agresivamente en todo el mundo. ¡Como si nos encantara ir a la guerra!

¿Por qué cree que en Europa le consideran, así como al presidente Bush y a todos los neoconservadores, la encarnación del diablo?

¡No puedo creer que el público europeo sea tan hostil! Ni me conocen, en la mayoría de los casos, ni, mucho menos, conocen a todos los neoconservadores… Y en cuanto a Bush, estoy seguro de que los que hablan tan mal no saben gran cosa sobre sus políticas.

Cuando Sarkozy ganó las elecciones en Francia, creí que era la señal de que se habían acabado estas cosas tontas… En lo que se refiere a los demás líderes europeos, supongo que el presidente Bush habrá cometido errores que les enojaran un poquito, pero no creo que lo odien.

¿Quizá le gusta que le consideren el diablo?

¿Cómo el diablo? ¡No, para nada!

Por desgracia, eso es lo que piensan muchísimos europeos. Cada vez que pronunció " Weekly Standard"…

¿De verdad? No puedo creérmelo.

Llegué a pensar que se trataba de una estrategia suya; de que seguir el precepto de Maquiavelo que dice que el príncipe ha de ser temido...

Trabajaste aquíel año pasado, durante la campaña presidencial francesa, así que sabes muy bien que no estamos pendientes de saber si alguien va a pensar que somos las fuerzas del mal, sino que nos esforzamos por analizar el mundo que nos rodea con la mayor acuidad posible y explicar nuestras creencias con toda claridad.

Si hay gente que quiere llamarnos "diablos", pues no me molesta tanto; pero creo que sería más interesante llegar a mantener un debate de verdad. En vez de atacarnos, deberían construir argumentos. Por ejemplo, no creo que el mundo estaría mejor si nos fuéramos de Irak precipitadamente, pero si alguien me propone argumentos inteligentes sobre esta idea, siempre estoy listo para debatir.

¿Cómo nació el Weekly Standard? ¿Quién decidió crearlo?

Fred Barnes y yo creamos el Weekly Standard en 1995, hace doce años y medio. Por entonces no había ningún semanario conservador en Washington. Es propiedad de News Corp, la sociedad del millonario de origen australiano Rupert Murdoch. Cada semana circulan 190.000 ejemplares de la revista. No es tan diferente de semanarios como The Nation y The Republic, que son de izquierdas, y The National Review, que es de derechas.

Tenemos muchos escritores y periodistas de gran talento. Publicamos sólo opiniones, principalmente sobre política, pero también sobre literatura y cine. Siempre tratamos de escribir de forma viva, divertida, y a veces seria.

¿No es frustrante saber que sus opiniones son leídas casi en exclusiva por personas conservadoras? ¿Les gustaría convencer a más gente?

En Estados Unidos nos leen muchas personas que son de izquierdas.

¿Cree que tienen algún lector en otra parte del mundo? ¿En Oriente Medio, por ejemplo?

¡Estoy seguro de que alguien nos lee en Oriente Medio! Por lo menos, me alegraría muchísimo saber que es así. En todo caso, hacemos que la revista esté disponible en todo el mundo. Por otro lado, tampoco podemos forzar a la gente a leerla.

Una vez Karl Rove me dijo que, según su punto de vista, sólo se puede transformar Oriente Medio a través de los medios de comunicación. ¿Estaría interesado en participar en un medio que tuviera por radio de acción esa zona del mundo?

No. Ya tengo bastante trabajo aquí, en Estados Unidos.

En Oriente Medio pueden leer el Weekly Standard. Sé que se traducen mis artículos al árabe. Pero, de todas formas, la mayoría de lo que la gente aprende no procede de la revista, sino de la experiencia. Si Irak logra la paz, o si simplemente mejoran mucho las condiciones de vida y las relaciones intercomunitarias en ese país, gracias a nuestros esfuerzos, ¡eso será mucho más importante que cualquier artículo que escribamos en el Weekly Standard!

Volvamos a Estados Unidos. ¿Quién es su favorito en la campaña electoral?

¡Adoro a McCain! Tiene la mejor estrategia para Irak. Me gustan sus ideas desde siempre. Empezó a interesarme cuando aplaudió la política de Clinton en Kosovo como básicamente buena pero demasiado cautelosa…

¿Por qué ninguno de los candidatos basó su campaña en el balance de la Administración Bush?

Quieren aportar ideas propias. Nadie defiende nunca convicciones ajenas.

¿Qué opina de la política exterior que propone Obama?

No es del todo clara. Nadie sabe cuál será su política exterior si es elegido. Como se contradice todo el tiempo, podría cambiar de idea al llegar al poder.

En el peor de los casos, ¿preferiría a Obama o a Clinton?

A Obama, porque por lo menos promete cambios y es una cara nueva.



[1] William Kristol, Robert Kagan et alii, Peligros presentes, Almuzara, Córdoba, 2005, 190 páginas.
[2] En Bosnia, con 5 millones de habitantes, llegó a haber 200.000 soldados, mientras que en Irak, que cuenta con 25 millones de habitantes, se ha alcanzado un pico de 180.000.
[3] Procedente de la izquierda, como muchos otros neoconservadores, Norman Podhoretz está considerado uno de los padres del movimiento.
[4] En el sentido norteamericano de la palabra.

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