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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

El contubernio de Ginebra

Perogrullada sería afirmar que se puede ser anti-israelí, o en todo caso anti Sharon, sin ser antisemita, desde luego, pero la forma con la que utilizan estos temas, la izquierda y extrema izquierda europeas y buena parte de la derecha nacionalista, obstaculizan los matices y más aún la serenidad del debate. El sentimiento anti-israelí en Europa es muy anterior a Sharon, lo nuevo es su carácter cada vez más abiertamente antisemita, y el sentimiento anti-norteamericano, paradójicamente, existe y prospera en Europa desde que los USA liberaron del nazismo a esa misma Europa.

Puestos a imaginar, imaginemos que Plinio Apuleyo Mendoza, Álvaro Mutis y Gabriel García Márquez se reunieran en París y, siempre imaginando, se les puede añadir algún ex agente de la CIA y del KGB y que en ese simposium lanzaran al mundo un plan de paz para Colombia y el cese de la guerra de guerrillas. Evidentemente, teniendo en cuenta que se trata de famosos, la prensa hablaría de ese plan de paz, pero nadie lo tomaría en serio. Pues más o menos lo mismo ha ocurrido en Ginebra hace unos días con el “plan de paz” decidido por algunos israelíes y palestinos, como Abraham Burg y Yasser Ahed Rabbo y sus compinches. Si la prensa lo ha tomado más en serio de lo que hubiera tomado mi hipotética reunión colombiana tampoco fue para tanto.
 
Le Monde, que no cesa de hacer méritos para obtener el Premio Nobel de la mentira, publicó el 4 de noviembre un dossier para demostrar que ese era el único plan que podía al fin lograr la paz, tras “tres años de violencias”. ¿Tres años de violencias cuando Israel está en guerra desde 1948? Sin remontarnos a las anteriores, sin hablar del Reino de Judea y el de Israel y, ¿no se declararon guerras? Desde la publicación de ese dossier, Le Monde parece más discreto sobre el tema, como si se hubieran dado cuenta de que su porvenir era incierto.
 
Hojeando dicho dossier me llamó la atención el mapa del futuro Jerusalén planeado en Ginebra. Como el resto, son meras sugerencias, sin contenido jurídico, ni político, pero me resulta curioso que nuestros negociadores espontáneos hayan querido convertir Jerusalén en algo así como un Berlín de los años cincuenta, con cuatro zonas de ocupación: la soviética, la norteamericana, la británica y la francesa. Aquí se trataría de una zona árabe, una zona cristiana, una zona armenia y un gueto judío. Y digo gueto porque lo que estos señores proponen a los judíos en Jerusalén es la zona más pequeña. Hasta la armenia es mayor, si se mira el mapa publicado por Le Monde. Yo no tengo nada contra los armenios, al revés, mi mujer es de origen armenio y a través suyo y de su familia tengo amigos en la diáspora armenia parisina, he leído bastantes cosas sobre ese país y sobre las masacres perpetradas por los turcos, que estos siguen sin reconocer. Pero, bueno, seamos serios, que a los armenios se les conceda una zona más importante que a los judíos en Jerusalén es un aquelarre.
 
Jerusalén es por antonomasia la más judía de las ciudades del mundo, pero si debido a la complejidad de su Historia, a los conflictos actuales, a las diversas religiones, puede pensarse en un estatuto particular para esa ciudad, en la que, por ejemplo, todos los fieles que lo deseen puedan ir libremente a sus sinagogas, mezquitas, iglesias (o al café de la esquina), esto sólo es concebible en el marco de un estado de Israel soberano, y es precisamente lo que no quieren los “conspiradores” de Ginebra. No pienso que los “negociadores” israelíes deseen la destrucción de Israel, quieren la destrucción de Sharon, y no parecen darse cuenta, a menos que sea lo que algunos secretamente deseen, que atacando de esa forma al gobierno israelí, atacan a Israel, porque a Sharon hay que vencerle, si se considera necesario, en limpias elecciones democráticas y no en contubernios que se apoyan en el profundo sentimiento anti-israelí y antisemita que domina no sólo Europa, sino el mundo. Ese mapa de Jerusalén en el que a los judíos se les confina en un gueto basta para descalificar el contubernio de Ginebra.
 
Perogrullada sería afirmar que se puede ser anti-israelí, o en todo caso anti Sharon, sin ser antisemita, desde luego, pero la forma con la que utilizan estos temas, la izquierda y extrema izquierda europeas y buena parte de la derecha nacionalista, obstaculizan los matices y más aún la serenidad del debate. Cuando se “explica” que Israel es un país colonialista, imperialista, racista, capitalista y criminal, porque está poblado en su inmensa mayoría por judíos, aunque nunca se diga tan claramente, salvo off the record o en los países árabes, me resulta difícil, lo confieso, no defenderlos de la misma manera, o sea, en bloque. Lo cual es una tontería, porque hay todo tipo de judíos, otra perogrullada, hasta judíos antisemitas, como, sin ir más lejos, en la dirección de los grupos trotskistas franceses.
 
Circula desde hace unas semanas en este país una petición con muchas firmas titulada “Otra voz judía”. Exigiendo el reconocimiento de “los derechos del pueblo palestino”, muchos de los firmantes se vanaglorian de ser hijos, nietos o sobrinos de deportados judíos muertos en los campos nazis. ¿Con qué caradura, con qué cinismo se atreven a utilizar a esos muertos en apoyo de una maniobra política de baja estofa? ¿Qué derecho tienen para hablar en nombre de los difuntos? Al hacerlo se desprestigian moralmente. Algo parecido, aunque menos nauseabundo, ocurre con el reciente sondeo europeo en el que Israel aparece como el estado más agresivo y criminal del mundo.
 
Como explicaba un periodista israelí del Jerusalem Post, eso no tiene nada de extraño, ya que al haber presentado así a Israel desde hace años y más años la inmensa mayoría de los medios europeos, por no citar a políticos, universitarios, etcétera, mucha gente ha terminado por creérselo. Los que se pasan de listos precisan que no son anti-israelíes sino anti-Sharon, o no son anti USA, sino anti-Bush, pero estas argucias no engañan a nadie y en absoluto a “las masas”. El sentimiento anti-israelí en Europa es muy anterior a Sharon, lo nuevo es su carácter cada vez más abiertamente antisemita, y el sentimiento anti-norteamericano, paradójicamente, existe y prospera en Europa desde que los USA liberaron del nazismo a esa misma Europa. No hace falta tener mucha memoria para recordar todas las campañas, manifestaciones violentas, y hasta actos de terrorismo anti-USA y anti-Israel, con sus atentados contra sinagogas y escuelas judías, en Francia, Alemania, Bélgica, etcétera.
 
Yo soy de los que opinan que la crítica a los gobernantes no sólo es un derecho, sino un deber de los ciudadanos, pero aquí no se trata de critica, sino de guerra, de una guerra a muerte contra la democracia occidental, una guerra bastante inédita, con diferentes niveles y matices, y en la cual, la propaganda desempeña, como en todas las guerras, un papel peculiar, sin que todos los que participan en manifestaciones, foros y demás guateques, se den realmente cuenta de lo que está en juego.
 
Una “nueva internacional antimundialista” se está montando; es, por ahora, incipiente y confusa, como lo fue la AIT, en sus comienzos, el siglo XIX, y aunque poco tengan que ver, no nos llamemos a engaño, su espina dorsal es comunista, y nostálgica de la IIIª Internacional, de la URSS, y sobre todo del Gulag. En Seattle, en Durbán, en Génova, un poquitín en Davos, y ahora en París, se manifiesta con tanto éxito como confusión, y a menudo violencia. Para ceñirme al tema de este artículo, o sea el antisemitismo, resulta bastante significativo que los Verdes, los trostkistas, ATTAC y otros grupos, exalten la figura de Tariq Ramadán, líder islamista antisemita, quien muy hábilmente puede ocultar su islamismo y antisemitismo en los debates por televisión, a los que es invitado cada dos por tres, para concentrar sus ataques contra el “ultraderechista” Gobierno israelí y el imperialismo yanqui, y, claro, los imbéciles aplauden.
 
En una reciente publicación de ATTAC (Ignacio Ramonet debe considerarse como un nuevo Lenin y Pepín Vidal como un nuevo Beria), una de las principales organizadoras de este Foro Social Europeo, puede leerse esta clarividente declaración de un tal Alain José: “El terrorismo no es un enemigo sino un medio de resistencia a un sistema de opresión militarmente superior”. Con estos pocos ejemplos, hay muchos más, está claro que el antisemitismo, antiimperialismo, anticapitalismo, buscan y encuentran apoyos en el terrorismo islámico, como ayer la RAF alemana y las Brigadas Rojas italianas recibían dinero árabe y consignas del KGB para cometer sus atentados. Y ambas cosas de ambos.
 
Cabe preguntarse por qué el Gobierno francés subvenciona dicho Foro, en principio reunido para imponer otro mundo, otros gobiernos, otras instituciones y encontrar nuevos adeptos en la lucha anticapitalista, y sobre todo (los islamistas no son anticapitalistas) antidemocrática. La respuesta es sencilla, Chirac considera que puede aprovecharse de todos los movimientos antiyanquis habidos y por haber y presentarse así como un líder mundial, por arte de birlibirloque. Y puede que se lleve un chasco. No sería la primera vez.
 
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