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ECONOMÍA

El obsceno debate sobre los beneficios "obscenos"

"¿Qué vamos a hacer con esos obscenos precios que disfrutan los compinches petroleros de Bush?". Una amiga mía, arquitecto, me dijo que un contratista le soltó esto durante una conversación. Mientras los dos discutían un proyecto comercial, el contratista puso la guinda: "Los precios no bajarán hasta que Bush deje el cargo". Mi amiga, al contármelo, susurró: "¿Puedes creer que gente presuntamente inteligente se trague esas sandeces?". Oh, lo creo. Vaya si lo creo.

"¿Qué vamos a hacer con esos obscenos precios que disfrutan los compinches petroleros de Bush?". Una amiga mía, arquitecto, me dijo que un contratista le soltó esto durante una conversación. Mientras los dos discutían un proyecto comercial, el contratista puso la guinda: "Los precios no bajarán hasta que Bush deje el cargo". Mi amiga, al contármelo, susurró: "¿Puedes creer que gente presuntamente inteligente se trague esas sandeces?". Oh, lo creo. Vaya si lo creo.
Un refinería de petróleo.
El 57% de la gente, según una reciente encuesta de The New York Times/CBS, cree que los demócratas lo hacen mejor cuando se trata de mantener bajos los precios de la gasolina, por un 11% que se decanta por los republicanos. Y dos tercios creen que "el incremento del precio de la gasolina no está fuera del control de un presidente".
 
El senador republicano Arlen Specter, presidente del Comité Judicial de la Cámara Alta, quiere que Bush considere imponer a las compañías petroleras "un impuesto sobre los beneficios inesperados". Los partidarios de la teoría fiscal de los beneficios inesperados argumentan que los precios de la gasolina, que suben vertiginosamente, benefician injustamente a las petroleras; tales ganancias pertenecen, por derecho propio, a los consumidores.
 
De nuevo volvemos a las andadas.
 
En respuesta a otra "crisis petrolera", la de 1979, el presidente Jimmy Carter decretó el control de precios y un "impuesto sobre los beneficios inesperados". ¿El resultado? La gente hacía largas colas ante las gasolineras, y el susodicho impuesto provocó que las petroleras tuvieran menos incentivos para emplear recursos locales y más para servirse de los procedentes del exterior. La dependencia norteamericana del petróleo extranjero se incrementó en un 10%, y nuestra producción en el ramo cayó un 5%. Bien hecho.
 
Atacamos los "obscenos beneficios" de la industria petrolera pero, ¿qué pasa con los que obtienen otras compañías que cotizan en bolsa? De las 500 corporaciones del Standard and Poor's, por ejemplo, casi tres cuartas partes anunciaron beneficios en el primer cuatrimestre que superaban las expectativas de los analistas. Esto es lo que pasa cuando la economía norteamericana crece un 4,8%, como hizo en dicho período. Los salarios reales también experimentaron fuertes alzas.
 
¿Cuán obscenas son las ganancias de la industria petrolera? Jerry Taylor, del Cato Institute, afirma que ha obtenido menos beneficios que la mayoría de las demás industrias. "Goldman Sachs examinó los beneficios del sector del petróleo desde 1970 hasta finales de 2003 y descubrió que el rendimiento del capital invertido en el mismo se encontraba por debajo de la media industrial norteamericana. Si se examinan, simplemente, los cuatrimestres más recientes y los beneficios brutos de operación, se concluye que Yahoo ganó un 45% más en el cuarto cuatrimestre de 2005. Otras compañías, como IBM o Intel, han amasado también un montón de dinero. El propio sector petrolero alcanzó cerca de un 8,8% de beneficio operativo en 2005, frente al 8,5 del conjunto de la economía. De modo que se ajusta bastante a la norma. No hay nada inusual en estos beneficios. En realidad, son algo normal".
 
¿Y qué me dice del "indecente" paquete de jubilación que ha recibido el ejecutivo de la Exxon Lee Raymond, por valor de 400 millones de dólares? Incluye stock options, el pago de una pensión, un acuerdo de consultoría por un millón de dólares, dos años de seguridad doméstica, un coche con chófer y el uso de un avión de la compañía para asuntos profesionales.
 
Bien... ¿y qué me dice del hecho de que, durante los doce años con Raymond al frente, el precio de las acciones de Exxon se incrementase en un 500%? Los críticos del paquete de Raymond tendrían que considerar que, sólo en el último cuatrimestre, Exxon-Mobil pagó 7.000 millones de dólares en impuestos federales (2.000 más que en el mismo periodo de 2005), 7.600 en impuestos internos y 11.000 en otros tributos. Además, pagó 2.000 millones en dividendos a sus más de dos millones de accionistas.
 
El caso es que otros paquetes de bonificación y jubilación a directivos pasan bastante inadvertidos. Sandy Weill, que recientemente se jubiló como directora ejecutiva de Citigroup, recibió uno valorado en 1.000 millones de dólares; incluía una pensión anual de más de un millón, un contrato como consultora, un coche con chófer, una oficina con personal administrativo y acceso al avión privado de la compañía. ¿Dónde está el clamor? ¡Rápido, que alguien llame al Congreso!
 
¿No deberíamos considerar también que, si se ajustan a la inflación, los precios de la gasolina alcanzaron el máximo en 1981: 3,70 dólares el galón? En Oslo, Noruega, los consumidores pagan 6,90 dólares; en Londres, 6,28; en Bruselas, 6,16; en Roma, 5,53; y en Francia –donde el 80% de la energía es de origen nuclear– pagan una media de 5,80.
 
¿Recuerda los viejos tiempos, cuando los demócratas se quejaban de los bajos precios de la gasolina? En 1994 el senador John Kerry dio su apoyo a "un incremento de 50 centavos en el impuesto sobre la gasolina". En un debate senatorial celebrado dos años más tarde, Kerry criticó a su oponente con severidad: "No admite disculpas el tomar medidas que incrementan los niveles de dióxido de carbono y el calentamiento global. No admite disculpas el tomar medidas que alientan a la gente a comprar vehículos de elevado consumo. No admite disculpas el crear una mayor dependencia del petróleo, que debilita a los Estados Unidos de América. Por todos estos motivos, creo que sus esfuerzos por reducir el impuesto de la gasolina en 4,3 centavos son un trapicheo de la peor especie".
 
Kerry milita orgulloso en el coro que se opone a hacer prospecciones en Alaska o en la plataforma costera y que considera las plantas nucleares un peligro para el medioambiente.
 
La barahúnda que una vez pensó que los americanos pagaban muy poco por la gasolina se queja ahora de que pagamos demasiado. ¿Qué es más "obsceno", los beneficios de las petroleras o el analfabetismo económico y la demagogia de tantos políticos y de quienes se las dan de "defensores del consumidor"?
 
 
Larry Elder, abogado, analista político y escritor. Dirige el exitoso programa de televisión The Larry Elder Show. 
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