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¿DE QUÉ SE RÍE ZAPATERO?

El presidente Mona Lisa

El Gobierno se encuentra sumido en el desconcierto y la contradicción, sin que por ello se borre ni por un momento la misteriosa sonrisa que adorna la cara del presidente Zapatero. En realidad, España tiene dos gobiernos: el que se ocupa de la economía y el que se enfrenta con el resto de los asuntos políticos y sociales.

El Gobierno se encuentra sumido en el desconcierto y la contradicción, sin que por ello se borre ni por un momento la misteriosa sonrisa que adorna la cara del presidente Zapatero. En realidad, España tiene dos gobiernos: el que se ocupa de la economía y el que se enfrenta con el resto de los asuntos políticos y sociales.
La gestión de la economía es la típica de un partido socialdemócrata moderno: correcta gestión de la coyuntura mientras se ponen las semillas de un deterioro a largo plazo. La política exterior, la inmigración ilegal, la educación pública, la organización del Estado, la lucha contra el terrorismo las lleva el señor Zapatero con mano incierta hacia aguas tormentosas; y en la medida en que el presidente se atreve a intervenir en cuestiones económicas, como la organización del sector eléctrico, acaba quedando en ridículo.
 
La producción nacional, medida por el valor que añaden los distintos sectores de la economía, también llamado PIB, está creciendo al 3,1%, una velocidad que no se había dado desde el año 2001. El déficit de la balanza comercial, tan preocupadamente abultado, se ha reducido un poco. El turismo sigue fuerte. La actividad inmobiliaria y las compras de los consumidores parecen estar moderando su expansión, que en los últimos años parecía excesiva. La inversión en bienes de equipo aumenta nada menos que a una tasa del 9% anual, y la producción industrial ha vuelto a despertar. ¡Incluso el empleo continúa creciendo, aunque sea sobre todo en la construcción!
 
Si comparamos sonrisas, mientras la del presidente es vacua e incompresible, la del vicepresidente de economía, Pedro Solbes, me recuerda la del gato de angora que acaba de comerse la nata del postre.
 
Pedro Solbes.Animado por la coyuntura y por lo saneado de las cuentas públicas, el ministro Solbes, sin embargo, ha presentado un presupuesto para 2007 en busca de votos populares. Cierto es que el año próximo será el tercero de superávit en las cuentas generales de las Administraciones Públicas, incluida la Seguridad Social. ¡Hasta se prevé que el Estado ingrese más de lo que gasta! El resto se lo imaginan: aumento de emolumentos de los funcionarios; más efectivos y mejoras salariales en Justicia y Policía; expansión de las obras públicas, sobre todo en las autonomías, sobre todo en Cataluña; y crecimiento del gasto social en más de un 8%, cuando el PIB crece al tres y pico.
 
Visto en su totalidad, lo más notable es que esos gastos sociales suponen un 50,5% del presupuesto consolidado. La creación de un cuarto pilar de la Seguridad Social para mejorar la atención a las personas discapacitadas en realidad creo que llega tarde, porque debería haber pasado mucho antes que otras atenciones, como las dedicadas a parados full, a dar sanidad gratuita –cuando un parte deberíamos pagarla los pacientes– y a pensiones. Si fuera un ministro liberal-conservador, Solbes reduciría los impuestos mucho más de lo que lo hace e impondría una reforma laboral profunda, aprovechando la bonanza económica. Pero... son socialistas después de todo.
 
Miguel Ángel Moratinos.Sobre la política energética de Zapatero y de su inefable ex ministro de Industria, señor Montilla, Solbes ha tenido unas palabras reveladoras: dice que en su intervención para detener la compra de la eléctrica Endesa por los alemanes el Gobierno merece una nota de aprobado justito: suspenso y más que suspenso –y Zapatero venga a sonreír.
 
A partir de aquí entramos en el área tsunami. El ministro de Asuntos Exteriores no tiene en su haber más que el acuerdo para abrir el aeropuerto de Gibraltar al tráfico aéreo español. Sus amistades son dignas de la sala de horrores del Museo de Cera: Evo Morales, Hugo Chávez, Néstor Kirchner, incluso el comandante Castro le gustan más que el sulfuroso demonio de George Bush. En Europa poco nos han agradecido la aprobación del malhadado proyecto de Constitución europea.
 
La cuantía de la inmigración ilegal preocupa a los españoles. Especialmente irritante es el trato preferencial que reciben en los servicios de salud y en los colegios públicos. Hay algunos centros de enseñanza en los que la proporción de extranjeros desconocedores de nuestras lenguas hace casi imposible un funcionamiento normal. Si a eso se añade el comportamiento incivil de ciertos adolescentes retenidos a la fuerza en los institutos y el hundimiento de los niveles culturales de la educación se comprende el desánimo de los profesores, que se sienten impotentes o despreciados.
 
En materia constitucional destaca la incapacidad del Gobierno para encauzar el deseo de los catalanes de gobernarse mejor y de conseguir mayores y mejores inversiones públicas: el nuevo Estatuto de Cataluña ha recibido escaso apoyo local y es visto en el resto de España con inquietud, como una reforma de la Constitución por la puerta de atrás.
 
Donde más inepto se está mostrando el presidente Zapatero es en el intento de conseguir que los terroristas vascos depongan las armas y encaucen su acción por vías políticas legales. No cabe en cabeza humana sentarse a la mesa de póquer con unos bandidos y enseñarles las cartas.
 
Pero ¿de qué se ríe el presidente?
 
 
© AIPE
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