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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

En el café de Chinitas

Cabe preguntarse, para empezar, si Garzón está loco, si se pasa de listo o si —como tantos— quiere obtener un premio, como el Nobel de la Paz o, más modestamente, el “Concordia”, junto a Santiago Carrillo.

Leí en la prensa, el mismo día, dos noticias que aparentemente nada tienen que ver: una es que el juez Garzón “procesa a Ben Laden y a otros 35 miembros de Al-Qaeda”; y la otra es una tribuna de Vaclav Havel, Lech Walesa y Arpod Gönez, presidentes respectivamente, de la República Checa, Polonia y Hungría, titulada “¡Cuba libre!”, que constituye un firme alegato contra la dictadura castrista. Cabe preguntarse, para empezar, si Garzón está loco, si se pasa de listo o si —como tantos— quiere obtener un premio, como el Nobel de la Paz o, más modestamente, el “Concordia”, junto a Santiago Carrillo, algo en todo caso que podría colgar encima de la chimenea de su chalet, donde antes se colgaban las cabezas de ciervos o jabalíes asesinados. “Procesa” a Ben Laden. Bien, y ¿qué? Yo también, si me encuentro con Ben Laden en el café de Chinitas, saco mi pistola y le pego un tiro. Salvo que no tengo pistola. Pero Garzón tampoco, y no puede alcanzar, ni a tiros, ni con órdenes judiciales a Ben Laden. Lo siento, pero en este caso —como en otros— confío más en la CIA.

Curioso personaje, este juez, que ha tenido en España indudables aciertos en la lucha contra el terrorismo, pero que, en cambio, no tuvo una actitud muy limpia en el “caso Liaño” e hizo el ridículo, y además arrastrando a esa payasada a su hijita, en un acto público en defensa de Sadam Hussein. No defendía la tiranía iraquí, sino la paz, dirían sus abogados, y debe tenerlos a granel, pero resulta que en el contexto de esa y otras manifestaciones estaba clarísimo que la paz no pasaba de ser una burda coartada y que para los manifestantes el enemigo no era la tiranía iraquí, sino los USA, y de refilón, Aznar y el Gobierno. Este Gobierno tuvo una posición mucho más decente que la del PSOE, y no hablemos de IU durante la crisis iraquí, pese a que fue impopular. Pero gobernar también es saber enfrentarse con una impopularidad pasajera. Véase Tony Blair, como ejemplo. Confieso desconocer las leyes que autorizan al juez Garzón para hacer aún más el ridículo en cuestiones de derecho internacional, en donde no da pie con bola. Hizo el ridículo en el caso Pinochet, lo ha vuelto a hacer con los militares argentinos, como en otras ocasiones, y ahora ¡procesa a Ben Laden! Éste, desde las montañas fronterizas afganopaquistaníes, en donde se dice que sigue, aunque pueda estar en Riad, al enterarse de esa nueva “amenaza” contra él ha debido desternillarse de risa. ¡Allí me las den todas!

No sólo desconozco los intríngulis de esas nuevas leyes que pretenden establecer un derecho internacional, con sus tribunales, asimismo internacionales, sino que desconfío mucho de ese entramado, y seguiré desconfiando mientras Fidel Castro —y otros—, no estén sentados en el banquillo. Una Justicia que sólo condena a los vencidos no me parece justa. Y esto me conduce directamente a la otra noticia, a la dura critica de Havel, Walesa y Gönez, contra la dictadura castrista.

Basándose en su propia experiencia de disidentes, y en el papel que han logrado desempeñar en la transición democrática de sus propios países, defienden con sólidos argumentos la necesidad y la urgencia para los países democráticos de ayudar mucho más firmemente a la oposición anticastrista para preparar una futura transición democrática (y pacífica) en la isla. “No puede afirmarse que el embargo norteamericano contra Cuba haya dado el fruto apetecido. Tampoco lo ha dado la política europea, que hasta la fecha se ha manifestado más próxima respecto al régimen de Cuba. Es preciso dejar de lado las discrepancias transatlánticas relativas al bloqueo de Cuba y centrarse en el apoyo directo a los disidentes cubanos y a los presos de conciencia y sus familiares. Europa debería manifestar claramente que Fidel Castro es un dictador, y que una dictadura no puede ser interlocutor de países democráticos, mientras no emprenda el proceso de distensión política”. Me parece muy bien, aunque sea menester precisar que el embargo norteamericano, justificado o no, no fue eficaz, en la medida en que desde Canadá, hasta la UE, y pasando por varios países latinoamericanos, no lo respetaban y comerciaban libremente con Cuba. Intercambios muy limitados debido a la pobreza de la isla, arruinada por la dictadura, y no debido al embargo, como tantas veces se ha dicho.

Totalmente sometida a la URSS, política, militar y económicamente, el régimen castrista, al derrumbarse el totalitarismo soviético, se encontró frente a nuevos problemas que fueron en parte superados con la ayuda “generosa” de la UE, siempre dispuesta a ayudar a dictaduras y organizaciones terroristas, como las palestinas, con tal de que sean “de izquierdas”. Y esto incluso cuando los que “firman los cheques” son de “derechas”. No sé cómo terminarán los líos actuales entre la UE y la dictadura castrista, pero me temo que no se cumplirán, tan firmemente como sería necesario, los deseos de estos tres ex presidentes de la ex Europa comunista, que saben de lo que hablan, cuando se trata de dictaduras.

Fidel Castro se vanagloria siempre de que su pequeña isla, y gracias a su “revolución” y a su Líder Máximo, resiste victoriosamente a la única superpotencia mundial. Verborrea demagógica aparte, es cierto que la política de los USA en relación con Cuba resulta ineficaz, ni agresión, ni relaciones normales, ni chicha, ni limoná, se diría en el café de Chinitas. Como si después del descalabro de la operación de la Bahía de los Cochinos, en tiempos de Kennedy, no supieran realmente que hacer. Yo tampoco. Me limito a constatar los hechos.

Y las cosas siguen igual, con sus altibajos, alguna protesta, mucho turismo, mucha propaganda, y Castro invitado a todas partes, abrazos con Chávez, pero también con “Lula”, invitado a Madrid, como a París, se le ovacionó en la sede de la UNESCO, y mientras tanto, los cubanos sufriendo. Hace tiempo que ni cosen, ni cantan. Pero nuestro juez superstar no va a meterse con Castro, pese a sus crímenes. Porque es un criminal de izquierdas.


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