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Un nuevo comienzo

Una vez finalizado el periodo de suscripción, y según la información provisional facilitada por la entidad agente de la operación, podemos comunicar tanto a nuestros accionistas como a los lectores de nuestro periódico que se han suscrito 43.400 acciones nuevas, el 89,3% del total de la emisión.

El resultado es casi inmejorable, y significa para todos los que tenemos responsabilidad en la empresa, desde el Consejo de Administración a la plantilla y a nuestros numerosos colaboradores, una muestra de confianza abrumadora. En el artículo ‘Libertad Digital: presente y futuro’, firmado por Federico Jiménez Losantos, Javier Rubio Navarro y yo mismo, fundamentamos la ampliación de capital en razones ideológicas y económicas y solicitamos apoyo para poder fortalecer nuestro proyecto empresarial incluso en las peores condiciones políticas posibles. El respaldo económico que hemos recibido nos permite garantizar no sólo la continuidad, sino la ampliación de las actividades de nuestra empresa, asegurando a todos –accionistas en primer lugar, pero también lectores– que continuaremos gestionando escrupulosamente todos nuestros –ahora ampliados– fondos propios, para lograr resultados económicos positivos, con una actividad informativa que resulte interesante para todos e imprescindible para muchos.

El éxito de la ampliación es todavía más llamativo de lo que parece a primera vista. A diferencia de la práctica totalidad de ofertas públicas de suscripción de acciones que autoriza la Comisión Nacional del Mercado de Valores, en nuestro caso no ha habido colocación institucional, ni entidades aseguradoras, ni publicidad, excepto la información que ha aparecido en la pantalla de nuestro periódico los 29 días que ha durado la ampliación, limitada a advertir que existía dicha oferta. Los interesados en tomar parte activa en el proceso se han visto obligados a descargar la información –que para muchos ordenadores ha resultado muy pesada– o a llamar a los teléfonos desde los que se explicaba el procedimiento de suscripción o se les hacía llegar la información en versión impresa.

En otros países desarrollados que han sido capaces de hacer auténticas reformas políticas y económicas, como Estados Unidos y el Reino Unido, los proyectos ideológicos liberales y conservadores, como el nuestro, que han conseguido dinamizar esas sociedades, personificadas en lo que representaron Margaret Thatcher y Ronald Reagan, han tenido detrás patrimonios familiares dispuestos a pagar a fundaciones y sociedades de profesionales del pensamiento –las denominadas en inglés think tanks- para que analizaran, discutieran, investigaran y publicaran sus conclusiones durante muchos años. El triunfo de Bush, tanto en sus primeras elecciones como en las que acaban de producirse, no es posible entenderlo sin el apoyo que, para los valores por él representados, han significado cerca de treinta años de trabajo de multitud de asociaciones, fundaciones y centros de estudio y análisis; algunos desde una perspectiva religiosa, otros desde el de la defensa de las libertades personales frente al intervencionismo público; otros, en fin, creados con el objetivo de lograr rebajas de impuestos y de limitar el gasto público. Y en prácticamente todos estos proyectos ha habido detrás fortunas personales dispuestas a financiar la difusión de esas ideas.

Hasta ahora, en España, no hemos contado con esas fortunas personales. En la práctica, casi todo lo paga –aunque con nuestro dinero– el estado, en cualquiera de sus múltiples manifestaciones. Por eso el desarrollo de las ideas no estatistas ha sido tan dificultoso. Ante esa situación, los accionistas fundadores de Libertad Digital decidimos acudir directamente a nuestros lectores, para que nos apoyaran accionarialmente. No creo que haya muchos ejemplos en el mundo de un proyecto ideológico financiado popularmente –estamos hablando de más de mil nuevos accionistas–, con un compromiso diario de coherencia, en un medio –internet– que tantos disgustos ha dado en el pasado reciente a los que han confiado en él y que adopta, además, la forma de sociedad anónima, lo que fuerza a mayor transparencia que cualquier otro tipo de organización societaria, que obliga a buscar clientes, a los que hay que garantizar que la difusión del medio justifica su inversión, y en el que hay no sólo que cuadrar las cuentas, sino lograr beneficios para poder –en su momento, tal y como figura en nuestro manifiesto– repartir dividendos.

Estamos convencidos de que podremos hacerlo; estamos convencidos de que contamos con el apoyo de una parte cada vez mayor de la población a las ideas que defendemos, con la penetración –ahora sí– de internet y la extensión de la banda ancha, y con la calidad de nuestros periodistas y articulistas, todo lo cual incidirá en una difusión cada vez mayor de nuestro periódico. Asimismo, creemos que el equipo, joven, de personas que componen Libertad Digital posibilitará el que llevemos a cabo otro tipo de proyectos empresariales, que daremos a conocer en breve a nuestros accionistas y lectores.

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