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ANÁLISIS

In & Out

En el idioma inglés se dice, en uno de sus usos lingüísticos, de alguien o algo que está in o está out cuando pretende indicarse, respectivamente, que uno está "en la onda" o está "que no se entera".

Tales voces monosílabas no apuntan sólo hacia lo que se halla dentro y fuera en sentido físico, en cuanto a localización o emplazamiento, sino también a una situación social y aun sociológica. En una aplicación política, por otra parte, se está in o out según se coloque uno dentro o fuera del sistema, según siga el modelo de los integrados o el de los apocalípticos. Durante los años 60 y 70 del siglo XX se puso de moda la contracultura y lo alternativo, junto a otras modalidades de conducta juvenil, como abandonar el hogar paterno y maternal al llegar a la adolescencia; salir al campo y organizar una comuna; viajar hasta el Nepal o a Katmandú; llamar la atención para ser diferentes; dejar crecer las patillas y acortar las faldas; y en este plan. Sea como fuere, lo in conducía hacia fuera, hacia la marginalidad, la carretera y la motocicleta, a poner tierra de por medio entre la cruda Realidad y verde Utopía. Y lo out, remetía al centro y al adentro, a hacer oposiciones del Estado, a in-tegrarse en el Sistema.

Las cosas hoy han cambiado enormemente en la sociedad española, aunque parezca mentira. En los tiempos posmodernos ha triunfado la tendencia de lo híbrido y de la mixtura, la mezcla y el mestizaje, la moda unisex y la ambigüedad; más que el salir, se impone el estar de vuelta, y más que entrar, quedarse en la puerta; es decir, el estar dentro y fuera al mismo tiempo. En el ámbito del hogar, los jóvenes permanecen en casa de los padres hasta bien entrada la madurez o hasta heredar la vivienda, porque se encuentran tan a gusto como en su propia casa. Los viajes se han hecho plenamente turísticos, o sea, con billete de ida y vuelta, y las compañías aéreas cierran vuelos antes de que se abran y eleven las alas del avión. Los antiguos partidarios de las comunas se han pasado hoy al comunitarismo. El comer de restaurante ya significa raramente ir a un local del centro de la ciudad o salir a cenar fuera, pues las más de las veces invoca una empresa de reparto de comidas a domicilio. Ya pocos se salen del sistema, y quien “sale del armario” es ex ministro, sacerdote o militar, lo menos. Las Organizaciones No Gubernamentales no viven sin subvenciones. Los novelistas escriben novelas que emulan ensayos y los ensayistas, envidiando las ventas del novelista, se pasan a la novela. Los artistas de vanguardia no mojan un pincel o se manchan las manos de materia informe sin conocer antes las condiciones del contrato con la Administración que les llevará, con todos los gastos pagados, a una Bienal o Feria de arte nacional o internacional.

Hoy, entonces, lo que prima es estar fuera y dentro a la vez, in and out. Todo ello sin complejos y de la manera más espontánea y hasta desvergonzada. Especialmente el fenómeno es apreciable en materia de política. Los grupos antiglobalización se comunican entre sí vía Internet y recorren medio mundo para reivindicar el localismo y el particularismo. Gran número de maestros y profesores de izquierda y militantes de sindicatos «de clase» ensalzan los parabienes de la escuela pública, pero llevan a sus hijos a la privada. Los “brigadistas” que se van a Irak de “escudos humanos” se vuelven a casa cuando suenan las sirenas de alarma, o antes, cuando comprueban que los dirigentes del régimen iraquí no les instalan en un buen destino, con vistas, agua caliente y teléfono móvil. Pedro Almodóvar maldice en Europa el cine americano, pero ni abomina del glamour ni rechaza el Oscar de Hollywood, como hizo Marlon Brando, ni decide dejar de recogerlo personalmente, como Woody Allen. José Saramago se declara comunista de toda la vida y contrario a las desigualdades sociales y económicas, pero no renuncia al significante de Premio Nobel que lo inmortaliza y eleva por encima de los demás mortales, cosa que sí hizo su camarada Jean-Paul Sartre. Los nacionalistas del País Vasco o de Cataluña odian España, pero adoran el Estado Español, a la vista de que su patria, dicen, es la chica, no la Una, Grande y Libre, de que se sienten vascos o catalanes antes que españoles, pero disfrutan sin complejos de todos los privilegios, beneficios y prebendas que les proporciona el Estado. En la Comunidad Autónoma Vasca hay consejeros de Justicia que llaman a la población a la desobediencia civil y de Interior que exigen ley y orden encabezando manifestaciones callejeras. Y así, el mensaje que trasladan al electorado, y pueblo nativo en general, viene a decir que un futuro de independencia es como estar en España (con todo lo bueno), pero fuera de España (sin todo lo malo). ¡Eso sí es estar in y estar out!

Con todo y con ello, la estrategia de la izquierda española de los últimos tiempos supone el más difícil todavía y el equilibrismo más osado que se haya visto en mucho tiempo. Juegan al malabarismo y caminan por la cuerda floja, pero con red; sobre el filo de la navaja, pero sin quitarle la funda de cuero. En la “sociedad de riesgo”, ellos no arriesgan nada; amagan y amenazan, tan sólo. Consideremos como ejemplo el discurso repetitivo y agotador del secretario general del Partido Socialista Obrero Español en el que muestra su rechazo a la participación de España junto a las fuerzas aliadas en la tercera guerra de Irak que actualmente tiene lugar. Exige que el Gobierno español “rectifique”, que abandone a EEUU y a la coalición internacional a su suerte (y muerte), pero no explica qué pasaría si tal cosa ocurriese, es decir, si el Gobierno, en efecto, le hiciese caso. Como no oculta que su verdadero propósito es dañar a Aznar, sí afirma que la “rectificación” supondría un gran avance en favor de la Paz Mundial... Pero hablando seriamente: ¿en qué situación y en qué lugar del mundo quedaría España? ¿En el tradicionalismo neutralista? ¿Al lado de Francia y de Rusia, los que dicen haber puesto la moral frente a los intereses de la política y de las “manos sucias”, pero que ya están haciendo planes y números para después de la guerra, porque no pierden de vista la economía, pues no son estúpidos? A continuación, el líder de la Oposición española añade que si esa situación —la “rectificación”, digo— no se produce, entonces sencillamente se enfadarán mucho y “no les dejarán en paz” hasta las próximas elecciones, que dan ya ganadas, por anticipado. Bien está que lo piense así, pues la esperanza es lo último que se pierde, y además qué va a pensar quien parece no saber distinguir entre sondeos de opinión, encuestas y elecciones de verdad, con jornada de reflexión previa; quien aspira a sustituir la democracia representativa por la “democracia participativa”, por la democracia directa. Mas, ¿qué ocurriría si el PSOE no gana las elecciones, sean las próximas o las futuras?

Al haber unido su destino con el ideal de la paz de Izquierda Unida, como Felipe González asoció el suyo al destino de Alfonso Guerra, al ser como el Yo y la Circunstancia de Ortega, si no se salva uno, no se salva el otro ni la otra. Sea como sea, guerra tenemos y tendremos, pues ya han dejado claro que para ellos un Gobierno del Partido Popular, con mayoría absoluta en el Parlamento, no tiene legitimidad para gobernar. ¿Cree alguien que se van a conformar si pierden nuevamente las elecciones? Juegan con dos barajas, y si no sale lo que quieren (rojo e impar), rompen la baraja. Si ellos no gobiernan, no dejan gobernar a los otros. O se instalan en La Moncloa y los Ministerios, en la Presidencia y Consejerías de las Comunidades Autónomas, en las Diputaciones y Cabildos, en los Ayuntamientos, etcétera, o se les deja mandar en los Rectorados de las Universidades, en los Consejos de Administración de las empresas y en los Consejos de Redacción de los media, o… Huelga General y sublevación, acción directa e insurrección, piquetes y amenazas, acoso y derribo. La izquierda no vive hoy en España una melancolía de opereta, de esa que entonaría un “ni contigo ni sin ti tienen las penas remedio”, sino una recaída en el totalitarismo más propio de la crudeza y la vetustez del “realismo socialista”. Lo quieren todo: estar en las instituciones y en la calle, en el Poder y contra el Poder. ¡Eso sí que estar in y estar out!

Fernando R. Genovés es filósofo, ensayista y colaborador del suplemento del diario ABC, Blanco y Negro Cultural. SU último libro publicado lleva por título Saber del ámbito. Sobre dominios y esferas en el orbe de la filosofía, Ed. Síntesis, 2001.

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