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NUCLEARES, SÍ; NUCLEARES, YA

La crisis energética, una oportunidad para América

He venido prestando poca atención a las escaseces de petróleo y a los consiguientes incrementos del precio del crudo porque tienden a desaparecer de manera natural, cuando el suministro se equipara con la demanda. Pero en la tesitura actual no se ha producido tal rectificación de mercado, así que debemos proceder a estudiar remedios de mayor envergadura.

He venido prestando poca atención a las escaseces de petróleo y a los consiguientes incrementos del precio del crudo porque tienden a desaparecer de manera natural, cuando el suministro se equipara con la demanda. Pero en la tesitura actual no se ha producido tal rectificación de mercado, así que debemos proceder a estudiar remedios de mayor envergadura.
Imagen tomada de http://boakes.org.
Estados Unidos tiene el deber de pensar con el mayor alcance posible: para algo es el mayor consumidor de energía y la única potencia con los recursos, el capital y la experiencia necesarios para aplicar medidas drásticas. Estados Unidos debería tomar en consideración convertirse en el primer proveedor mundial de energía eléctrica generada mediante reactores nucleares.
 
El rechazo al pleno uso de la energía nuclear ha sido el mayor error técnico cometido por la Humanidad en el último medio siglo. Tras la explosión de las dos bombas atómicas en Japón en agosto de 1945, recuerdo vivamente las especulaciones acerca de que el uso pacífico de la energía nuclear reemplazaría la dependencia mundial de los combustibles fósiles por una fuente más barata y limpia, y además inagotable. Pero las cosas no han sucedido así. Y no por carencias tecnológicas o de recursos económicos, sino porque la opinión pública ha huido en desbandada hacia el bando antinuclear por obra y gracia de las tácticas basadas en el miedo, con el auxilio de un accidente pequeño, ocurrido en la central americana de Three Mile Island, y de otro grande, que tuvo por escenario la vieja, ineficiente, corrupta y negligente URSS (Chernobyl).
 
A largo plazo, la energía nuclear es, de lejos, la manera más barata y fiable de producir energía. Los protocolos de seguridad para la energía nuclear pueden mejorarse indefinidamente, mientras que los riesgos inherentes a continuar dependiendo de los combustibles fósiles siempre van a estar ahí.
 
La central nuclear de Zorita, condenada por el Gobierno Zapatero.La actual crisis petrolera –la más larga de las que se tiene constancia– está forzando a los gobiernos de muchas naciones a abandonar su obsecuencia cobarde a los lobbies antinucleares y caminar por la senda del realismo. Francia siempre ha mantenido la opción nuclear –gracias a la previsión del presidente Valéry Giscard d'Estaing–. Finlandia, antaño profundamente conmovida por lo sucedido en Chernobyl, se ha subido ahora al carro. Gran Bretaña acaba de decidir la construcción de un buen número de plantas nucleares.
 
Me gustaría ver a Estados Unidos no sólo construyendo muchas más plantas nucleares, sino dando un paso adelante para convertirse en un gran proveedor mundial de energía generada nuclearmente. EEUU fue la primera potencia nuclear, y aún va muy por delante de otros países en materia de tecnología atómica. Es capaz de construir generadores nucleares a una escala nunca antes imaginada, y de concentrarlos en áreas remotas, lo que proporcionaría las mayores salvaguardas geográficas y, en el improbable caso de un ataque, permitiría erigir los sistemas de defensa antimisiles adecuados.
 
Esto es, por supuesto, un plan a largo plazo que requeriría colosales inversiones y mucho trabajo, para producir supergeneradores completamente nuevos y sistemas de distribución de largo alcance. Pero Estados Unidos ha demostrado ser capaz de pensar a lo grande, por su propio bien y por el de la Humanidad. En el Proyecto Manhattan tenemos el ejemplo por excelencia.
 
El Canal de Panamá.El Manhattan se desarrolló en tiempo de guerra y en secreto; de otro modo jamás podría haberse realizado. Los dubitativos, los faltos de espíritu y los obsesos de la seguridad meten siempre más ruido que los innovadores y los visionarios. Con todo, las grandes empresas de ingeniería pueden acometerse incluso bajo las condiciones propias del debate público. Recuérdese, si no, el modo en que EEUU construyó su primera carretera transcontinental, o el Canal de Panamá, o cómo Gran Bretaña, incluso en los años 30, con el azote de la Depresión, levantó su primera red eléctrica nacional.
 
Rusia, que hace una década era prácticamente una potencia económica de tercera, ha remontado posiciones a base de exportar petróleo y gas natural a gran escala. Estados Unidos podría consolidar su posición de superpotencia con un Sistema Global de Suministro de Energía Nuclear, con el que, a su debido tiempo, no sólo solucionaría los problemas energéticos del mundo, sino que generaría colosales beneficios en el terreno de la exportación, brindando así una solución permanente al déficit de su balanza de pagos.
 
Vale la pena recordar que Estados Unidos no ha rechazado por completo el potencial del uso a gran escala de la energía nuclear. Sus flotas de submarinos y portaaviones, que representan el núcleo de su capacidad como superpotencia única y son las herramientas de que dispone para convertir en realidad su alcance global en materia militar, se alimentan casi exclusivamente por medio de reactores nucleares. Éstos vienen funcionando, desde hace ya muchas décadas, con una eficiencia espectacular, y sus historiales de seguridad son soberbios.
           
Está claro que Estados Unidos tendrá que retomar el camino nuclear. Espero que el presidente Bush y el Congreso tengan la gallardía intelectual y la voluntad de hacerlo a escala gigantesca, lo cual colocará una vez más a EEUU por delante de los demás en lo que quizá sea el campo más importante de la actividad económica.
 
Con el liderazgo decisivo de la Casa Blanca y el Capitolio, cabe confiar en que el pueblo americano responda con energía y entusiasmo.
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