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DISCRIMINACIÓN "POSITIVA"

Las madres trabajadoras también necesitan el libre mercado

Hace poco, mi copresentadora en el programa "20/20", Elizabeth Vargas, volvió de la baja maternal. Su primera noticia fue sobre "la guerra de la maternidad". "¿Por qué", preguntaba Elizabeth, "se ha hecho tan poco en temas como prestaciones por maternidad; cuidado infantil seguro y barato; y horarios de trabajo flexibles?".

Hace poco, mi copresentadora en el programa "20/20", Elizabeth Vargas, volvió de la baja maternal. Su primera noticia fue sobre "la guerra de la maternidad". "¿Por qué", preguntaba Elizabeth, "se ha hecho tan poco en temas como prestaciones por maternidad; cuidado infantil seguro y barato; y horarios de trabajo flexibles?".
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Yo entiendo su dolor. Elizabeth tiene una enorme responsabilidad: un trabajo a tiempo completo, mas dos hijos jóvenes en casa. Yo lo encontraría desbordante. ¿Pero significa eso que el gobierno debe imponer políticas de baja, de cuidado de día y horarios flexibles a los patronos o hacer que el contribuyente pague el precio de las elecciones que hacen las mujeres?

¡No!

Todas estas leyes bien intencionadas tienen consecuencias inintencionadas, y las consecuencias normalmente son peores que el problema que pretendían solucionar. Cuando los gobiernos exigen que las compañías proporcionen bajas pagadas por maternidad y otros subsidios, muchas firmas evitan contratar mujeres. ¿Hasta qué punto es eso bueno para las mujeres?

Elizabeth recibió el apoyo del Senador Chris Dodd (D-Conn.), que dice que el gobierno tiene que hacerse cargo. "Mire, hicimos lo mismo con las leyes de trabajo infantil", dice. "Si hubiéramos dejado eso a juicio exclusivo de las empresas, sospecho que habría muchas que aún estarían empleando a niños". Incluso si Dodd estuviera en lo cierto en que fuera necesario que el gobierno pusiera fin al trabajo infantil (Y hay pruebas que sugieren que no es así) ¿está diciendo que las mujeres necesitan ser protegidas como niños? Eso suena muy poco edificante.

Dodd dice que las empresas no sufrirían bajo su mandato porque "en todos los estudios que se han realizado en áreas de productividad, beneficio y crecimiento, el 90 por ciento de los empresarios [que proporciona tales beneficios] o bien no ha informado de ningún impacto negativo o realmente de un beneficio positivo". Vaya, si eso fuera cierto, ¿por qué necesitamos una iniciativa gubernamental por ley? Si ofrecer una baja y cuidado de día fuera bueno para las compañías, ofrecerían esos beneficios. Algunas ya lo hacen. Otras compañías piensan que el peso de tales promesas les llevarían a la bancarrota. No despreciaría esa preocupación tan a la ligera. La gente que arriesga su propio capital toma decisiones mejores que un político que impone políticas a otros con poco riesgo para sí mismo.

Elizabeth señala que la mayor parte de los países tienen leyes favorables a las familias, sufragadas por el contribuyente. Pero las mujeres de esos países pagan un precio. En Europa, la tasa de desempleo femenino supera el 10 por ciento, el doble de la tasa de desempleo en Estados Unidos. De 1970 al 2003, el empleo en Estados Unidos creció en un 75 por ciento, 58,9 millones de puestos de trabajo. Pero en Francia, Alemania e Italia, donde hay muchos subsidios laborales por ley, el empleo apenas creció en un 26 por ciento: 17,6 millones de puestos de trabajo. ¡Y muchos de esos empleos nuevos eran en el gobierno! Si una mujer quiere carrera y familia, ello es excelente. ¿Pero por qué tiene el gobierno que obligar a otras personas a ayudarle? Obligar a las compañías a comportarse de un modo concreto simplemente limita el mercado de posibilidades.

Dejar las opciones laborales a mujeres y patronos crea mejores oportunidades para ambos. El próximo libro de Michelle Bernard, del Independent Women's Forum, El progreso de las mujeres: cómo las mujeres están más sanas, son más ricas y más independientes que nunca antes, señala que la mujer americana nunca ha disfrutado de tantas opciones o de tan alta calidad de vida. De 1997 al 2002, la cifra de empresas poseídas por mujeres subió al 20 por ciento, 6,5 millones de firmas.

Eso sucedió porque en América, a pesar de las muchas tentativas de burócratas por matarlo, el espíritu emprendedor vive. No lo ahoguemos con leyes gubernamentales que solamente reducen las elecciones de las mujeres. Que los políticos traten a las mujeres como damiselas delicadas que necesitan ser rescatadas de los caprichos de los jefes es un error. Las mujeres necesitan lo que necesitamos todos nosotros: la libertad para tomar decisiones por ellas mismas en un mercado competitivo.

© 2006, CREATORS SYNDICATE, INC.

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