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LAS GUERRAS DE TODA LA VIDA

Los sabios

El presidente de la última letra ha decidido rodearse de sabios que den el visto bueno a un programa que está escrito desde hace mucho. Porque ya estaría bien que a poco más de tres meses de las elecciones se iniciara esa tarea. De modo que tenemos dos problemas: el programa mismo, que habrán elaborado las lumbreras que rodean a Pepe Blanquiño, secretario sin ojeto ni conceto, y la moral de los sabios, que se dejan contratar como figurantes con sueldo de estrellas, a menos que sean miembros de un gran complot zapaterista internacional, cosa harto dudosa, visto el empaque del personaje.

El presidente de la última letra ha decidido rodearse de sabios que den el visto bueno a un programa que está escrito desde hace mucho. Porque ya estaría bien que a poco más de tres meses de las elecciones se iniciara esa tarea. De modo que tenemos dos problemas: el programa mismo, que habrán elaborado las lumbreras que rodean a Pepe Blanquiño, secretario sin ojeto ni conceto, y la moral de los sabios, que se dejan contratar como figurantes con sueldo de estrellas, a menos que sean miembros de un gran complot zapaterista internacional, cosa harto dudosa, visto el empaque del personaje.
Pero ¿alguien puede dejar de reconocer el peso de una lista en la que aparecen nada menos que tres premios Nobel? Claro, depende de quiénes sean. No todos estamos de acuerdo con las decisiones de los comités Nobel, en especial con las de los noruegos, que dan el premio de la Paz, ése que acaban de dar a Al Gore y que en su día dieron a Arafat.
 
De esa zona del galardón proceden Helen Caldicott y Wangari Maathai. La primera, que lo obtuvo en 1985, es una profesora neozelandesa dedicada a la lucha contra los peligros de la energía nuclear. La segunda, a la que le fue concedido en 2004, es una ecologista y feminista keniana que ha inventado una campaña de plantación de árboles como medio para combatir la desertificación y dar trabajo a las mujeres; hoy mismo es ministra adjunta de Medio Ambiente, y fue candidata a la presidencia de Kenia. Fue una de las anfitrionas de la vicepresidenta De la Vega y su harén en el famoso viaje a Kenia y Mozambique. Antinucleares y verdes: buenismo puro, en el que no tienen nada que enseñar a Smiley.
 
El tercer Nobel es un viejo conocido nuestro, el profesor Joseph Stiglitz, que fue jefe del equipo de asesores en lo económico de Bill Clinton y vicepresidente del Banco Mundial antes de convertirse en el principal azote teórico de la globalización y apoyar a los manifestantes de Génova y Seattle. Es el antiliberal por excelencia en la economía contemporánea. Es muy apreciado por Hugo Chávez, que lo recibió en Miraflores y le aplaudió cuando dijo que Bush es un incompetente. Estatalista y populista.
 
Se nos acabaron ahí los Nobel, pero quedan otros once asesores.
 
Veamos qué dice de algunos de ellos Lluís Foix, en La Vanguardia:
 
– "Marie Duru-Bellat, francesa, catedrática de Ciencias de la Educación de la Universidad francesa de Borgoña, experta en sociología y analista de las desigualdades sociales y de la discriminación sexual". Más pedagogos, menos maestros, más Logse.
 
– "Torben Iversen, danés, experto en economía política comparada y en política electoral, y director del Programa de Economía y Gobierno en la Universidad de Harvard".
 
– "George Lakoff, profesor de Lingüística en la Universidad de California y experto en filosofía y comunicación política de los mensajes progresistas". ¿Y los otros mensajes? Rajoy tendría que haberse adelantado.
 
– "Wolfgang Merkel, alemán, director del Centro Berlín de Investigación de Ciencias sociales".
 
– "El argentino Guillermo O'Donnell, profesor en Oxford y asesor de varios gobiernos latinoamericanos". ¿Qué Gobiernos? ¿El de Kirchner? ¿El de Uribe? Porque resulta que no es lo mismo.
 
– "Nicholas Stern, británico, director del Observatorio sobre la India del Centro de Investigaciones Asiáticas de la London School of Economics". La India no es nuestro modelo ideal, pero la London School sí.
 
– "El ideólogo de Zapatero, Philip Pettit, irlandés, experto en teoría política y filosofía". Sin comentarios. Pettit merece un libro, no ya un artículo.
 
Nos quedan cuatro.
 
– Jeremy Rifkin, autor de El fin del trabajo, un libro insostenible sobre las relaciones entre tecnología y economía, presidente de la fundación Economic Trends y asesor de Al Gore durante el Gobierno Clinton.
 
– La catedrática portuguesa Maria Joao Rodrigues, economista, fue asesora del primer ministro socialista António Guterres.
 
– El economista belga André Sapir, catedrático de la Universidad Libre de Bruselas, presidió otro grupo de expertos, convocado por el excelso Romano Prodi cuando éste presidía la Comisión Europea para averiguar por qué la UE no crecía igual que los EEUU. Desde luego, a Sapir no se le ocurrió decir que las recetas americanas merecían ser estudiadas, sino que propuso más medidas intervencionistas. Según un Boletín de la Comisión Europea,
una de las propuestas más radicales del grupo es una reforma del presupuesto comunitario para que haya más dinero para actividades que fomenten el crecimiento, en particular la educación y la investigación. Según estas propuestas, todo el gasto económico y social de la Unión Europea se uniría en tres fondos destinados al crecimiento económico, la convergencia económica entre los Estados miembros y la reestructuración económica. El fondo de crecimiento cubriría la investigación y el desarrollo, la innovación, la educación, la formación y la infraestructura. El fondo de convergencia ayudaría a los países con pocos ingresos a desarrollar instituciones y a fomentar la inversión en el capital físico y humano. Y el fondo de reestructuración ayudaría a los trabajadores desplazados y contribuiría a reestructurar el sector agrícola. Si se mantuviera el actual techo presupuestario, una gran parte de la financiación adicional ya no se dedicaría a la política agrícola común, que actualmente absorbe el 45% del presupuesto comunitario.
 
El grupo también propone un sistema de "permiso de residencia" que permita la libre circulación de los ciudadanos de países que no pertenecen a la Unión Europea una vez que hayan sido admitidos legalmente en cualquier Estado miembro.
– Por último, está la novelista norteamericana Barbara Probst-Solomon. Dos citas halladas en internet dicen bastante de ella, vieja progre americana de las que lloran en las cenas de la Brigada Lincoln:
Cuando viajo por Europa paso bastante tiempo en la habitación del hotel, repasando la cultura local a través de los programas de televisión.
 
La vida es una especie de juego de azar, donde todo el mundo piensa que el de al lado sabe qué esta pasando.
Es el ala de la memoria histórica: todo su discurso está atravesado por la guerra civil española, en su vertiente mítica: la Solomon nació en 1924, de modo que su adolescencia en un hogar judío de Nueva York estuvo saturada de héroes republicanos. Seguramente está encantada con ese aspecto de la política de Smiley, y hasta pedirá más.
 
Poco pollo y, la verdad, también poco arroz. Ninguna de esas catorce cabezas es insustituible, y, lo que es peor (o mejor, según se mire), en España sobran figuras con más nivel. Incluso sin salir del Partido Socialista. ¿Qué tiene la Duru Bellat que no tenga Amelia Valcárcel?
 
Supongo que el experto en comunicación de mensajes progresistas habrá dicho al presidente y al inefable Jesús Caldera, cuyo flequillito no le convertirá jamás en el Marco Antonio de Brando, que era mejor tener un equipo internacional que uno nacional. O el hombre pensará que si los españoles supiéramos qué hacer para arreglar esto ya lo hubiéramos hecho. O tal vez crea que su jefe Zapatero lo está haciendo. O quizá la Universidad de California no sea tan buena. Quién sabe.
 
 
Pinche aquí para acceder a la página web de HORACIO VÁZQUEZ-RIAL.
 
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