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A VUELTAS CON EL SISTEMA NORTEAMERICANO DE SALUD

Michael y yo

A Michael Moore le chifla el Estado. Y aunque, ciertamente, no le guste un pelo la Administración Bush, cree que cuando los demócratas estén al mando, el Gobierno lo hará mucho mejor en lo relacionado con la sanidad.

A Michael Moore le chifla el Estado. Y aunque, ciertamente, no le guste un pelo la Administración Bush, cree que cuando los demócratas estén al mando, el Gobierno lo hará mucho mejor en lo relacionado con la sanidad.
Michael Moore.
En su nueva película, Sicko, Michael Moore ensalza los sistemas públicos de salud que rigen en Europa y Canadá y sugiere que los norteamericanos, a pesar de pagar más por las prestaciones sanitarias, tienen una esperanza de vida inferior a la de los habitantes de otros países porque su sistema de salud está orientado hacia los "beneficios".
 
Pues bien, se equivoca de parte a parte.
 
En primer lugar, la esperanza de vida no es un baremo para valorar el sistema sanitario de un país. El estilo de vida y los patrones culturales importan más, y los norteamericanos son diferentes. "En EEUU la gente se mata entre sí con más frecuencia que en otros países, y se lían a tiros más veces. Y hay más accidentes de tráfico. Y, perdóneme, en EEUU hay más gente que tiene... su aspecto físico", le dije durante una entrevista que le hice para mi programa de televisión.
 
Tras sonreír por mi comentario sobre su tipito, me contestó que la gente vive más tiempo en Canadá porque "nunca tiene que preocuparse de pagar por ir al médico". "Eso significa –añadió– que, en cuanto notan que están enfermos, acuden directamente al médico, ya que no tienen que preocuparse por si pueden permitírselo o no".
 
¡Acabáramos!
 
La libertad lleva aparejada la ansiedad, pero las recompensas que brinda son muy superiores a la atención pasiva que ofrece un Estado asfixiante.
 
El sistema sanitario de los Estados Unidos presenta problemas, pero el de los beneficios es el último de la lista. La legislación, el exceso de regulación y un sistema fiscal que promueve los seguros médicos pagados por los empresarios impiden que el libre mercado obre sus eficacísimos milagros. Seis de cada siete dólares gastados en atención médica van a parar a terceros. Eso mata al mercado. Los pacientes raramente comparan precios, y los médicos raramente compiten en precios y prestaciones.
 
"El Estado puede hacer las cosas como se debe –me decía Michael Moore–. Mi padre recibe todos los meses su cheque de la Seguridad Social. No sólo es que llegue todos los meses, es que llega el día en que tiene que llegar, a través del supuestamente ruinoso servicio público de correos. Pregunte a sus abuelos qué piensan del Medicare. Aunque tiene sus fallos, aunque puede que carezca de la financiación suficiente, es un programa mucho mejor que cualquier seguro que pueda uno contratar".
 
¿Que el Medicare carece de la financiación suficiente? ¡Tiene que pagar 34 billones de dólares en 75 años! Sus costes crecen por encima de la inflación. Por lo que hace a la Seguridad Social, tiene que desembolsar, en el mismo plazo, 5 billones. ¡Este sistema piramidal quebrará antes de que Moore alcance la edad de jubilación! El servicio público de correos consigue entregar puntualmente su cheque mensual al padre de Moore, pero, por favor, no hay comparación entre los servicios que presta y los que prestan compañías como Fedex o UPS. El Servicio de Correos decía que era imposible entregar paquetes por la noche.
 
Yo quiero tener una atención médica a lo Fedex; es decir, que desarrolle, por ejemplo, nuevos tratamientos contra el cáncer y el dolor, nuevos procedimientos para el trasplante de cadera, etcétera. Cosas como éstas nos las procura el dinámico sector privado, no el Estado con su pachorra.
 
¿Qué más me dijo Moore? Por ejemplo, esto: "Usted no introduce el factor beneficio cuando se trata del Departamento de Aguas de su ciudad".
 
Como ya escribiera en Give Me a Break (Dame un respiro), hubo un tiempo en que el agua de Jersey City sabía asquerosamente mal y no superaba las pruebas de salubridad. Los funcionarios de la ciudad decían que no era mucho lo que podían hacer. De hecho, habría de subir el precio del agua para que, cuando menos, todo siguiera igual.
 
Entonces Jersey City confió su sistema de abastecimiento a una compañía privada. En cuestión de meses, la compañía de marras había arreglado las cañerías que decían los funcionarios no se podían arreglar. Finalmente, el agua de la ciudad superó, por primera vez en muchos años, los más altos niveles de calidad. Por cierto, los vecinos se ahorraron 35 millones de dólares...
 
La empresa privada lo hace mejor y más barato porque el sistema de competencia le obliga a estar siempre al día. Los competidores privados innovan o mueren. Los funcionarios, por contra, se limitan a hacer siempre lo mismo. He aquí la razón por la cual quiero que sea el sector privado quien se encargue de mi salud. La búsqueda de beneficios nos beneficia con mejores fármacos y mejores instalaciones sanitarias.
 
Estoy dispuesto a darle 1.000 dólares si me cita una sola cosa que el Estado haga más eficientemente que el sector privado.
 
En este punto, Michael Moore se echó a reír y me dijo: "Es usted tan... siglo XIII"; pero reconoció que había sido la filosofía libertaria de nuestros primeros tiempos lo que había hecho de América un lugar rico e innovador. "Date cuenta de todo lo que hemos inventado –me comentó–. Yo suelo decirles a mis amigos británicos: ¿podéis decirme algo que hayáis inventado en los últimos 50 años? O sea, ¿qué nos habéis dado?". "¿Y pueden citar algo?", quise saber. "No. No están pasando por un buen momento –me respondió–. Ese espíritu emprendedor nos sirvió de mucho a la hora de construir este país".
 
¿Cómo que "nos sirvió"? Aún nos sirve. Y nos servirá, si es que el Gobierno tiene a bien meterse donde no le llaman...
 
 
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