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ESPAÑA DESDE PORTUGAL

Micromegalomanías

Tengo la impresión de que en el vecino Portugal se observa con cierto interés y cierta satisfacción la crisis de balcanización que atraviesa España. La cosa tiene su lógica, porque, de salirse los separatistas vascos y catalanes con la suya, la calamidad podría extenderse a Galicia, a Andalucía, a Canarias, a las Baleares, al condado de Treviño y al cantón de Cartagena. En ese mapa, con Ceuta y Melilla en poder de Marruecos y Gibraltar como Estado libre asociado (al Reino Unido), Portugal dejaría de ser un país pequeño para convertirse en el país o en la "comunidad nacional" no sólo más grande, sino más "histórica" de toda la Península.

Tengo la impresión de que en el vecino Portugal se observa con cierto interés y cierta satisfacción la crisis de balcanización que atraviesa España. La cosa tiene su lógica, porque, de salirse los separatistas vascos y catalanes con la suya, la calamidad podría extenderse a Galicia, a Andalucía, a Canarias, a las Baleares, al condado de Treviño y al cantón de Cartagena. En ese mapa, con Ceuta y Melilla en poder de Marruecos y Gibraltar como Estado libre asociado (al Reino Unido), Portugal dejaría de ser un país pequeño para convertirse en el país o en la "comunidad nacional" no sólo más grande, sino más "histórica" de toda la Península.
Parte inferior de un mapa peninsular del siglo XIX.
A comienzos de este régimen, que tantas venturas ha deparado a nuestra patria, asistí a un par de reuniones –lo he contado muchas veces– en Lisboa y en Salamanca, y en una de ellas los vascos exhortaron públicamente a los gallegos a que se separaran de España y se unieran a Portugal. Los gallegos no dijeron ni sí ni no, pero hubo un portugués, que se llamaba Vasco Pulido Valente, que no salía de su asombro y que me preguntó si es que los españoles nos habíamos vuelto locos.
 
Retrato de Torrente Ballester.Andaba por allí Torrente Ballester, y le dije: "Pues no es mala idea. Gallegos y andaluces siempre nos hemos llevado muy bien, y a la vez que ustedes se enchufan a Portugal por el Miño, nosotros lo hacemos por el Algarbe, y así, a través de Portugal, ponemos fin a nuestra injusta separación geográfica". Y él me contestó: "Sí, por vasos comunicantes".
 
Guasas y sornas aparte, Pulido Valente explicaba alucinado que si no sabíamos que los libros de texto extranjeros, por ejemplo, no ya en Portugal, sino incluso en Brasil, circulaban en versión castellana, que todo estudiante entendía, pues su versión a una lengua tan reducida como la portuguesa no era rentable.
 
No sé qué habrá sido de este amigo portugués, pero no creo que, si sigue pensando del mismo modo, su voz tenga mucho peso en la opinión del país vecino. En esta opinión, no sólo ahora, sino siempre, han pesado siempre más los prejuicios y los complejos, como bien pude comprobar para mi mal cuando tuve la ocurrencia de traducir a Camoens.
 
A poco que piensen en nuestra historia común sale a relucir Aljubarrota, cuando no la batalla de Toro, la Beltraneja o el mariscal Pardo de Cela. Sobre este sujeto, auténtico señor de horca y cuchillo, mezcla de Drácula y Barba Azul, ha salido en Galicia, escrito en el batúa o patois regional –que, dicho sea de paso, plantea a los portugueses unas dificultades de comprensión que no les plantea el castellano–, una biografía muy bien acogida en Portugal en la que se le reivindica como una especie de Zorro o de Robin Hood de película.
 
Cuando España y Portugal trataban de entrar en el Mercado Común yo sostenía que no debían hacerlo por separado, sino juntas, en una especie de comunidad económica como el llamado Benelux, por ejemplo. Y es que yo me venía venir el estado de cosas que ha seguido a los acuerdos de Niza, en que los países grandes quieren imponer su ley a los pequeños. Sobre lo que los hiperbóreos "europeos de primera" piensan de los meridionales o "de segunda" es bastante significativo el remoquete oRetrato de Eça de Queiroz.ficial que les aplican: PIGS (en inglés, animales de vista baja), acrónimo de "Portugal, Italy, Greece, Spain".
 
Ahora, para acabarlo de arreglar, se recrudece la cuestión de los separatismos, que, si se salen con la suya, harán que España pase de país europeo de segunda a país de tercera. Nada digamos de las nacionzuelas resultantes del descuartizamiento de España, junto a las que Portugal podría pasar por gran potencia.
 
Cuéntase de Eça de Queiroz que, viajando en tren por un país europeo, una señora que iba en el mismo compartimiento le preguntó: "¿El señor es español?". "Mucho peor que eso, señora –respondió–. Soy portugués".
 
Ojalá que no tengan un día que responder algo semejante muchos de los que de momento son aún nuestros compatriotas.
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