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ASUNTOS EXTERIORES

Oscar y Jane en el frente

A Pedro (Almodóvar) hay que reconocerle bastantes cosas. Una de ellas es su fabulosa versatilidad, que le permite “vender sus cosas”, como decía Gracián, en cualquier circunstancia.

En la Puerta del Sol de Madrid ejerció de estalinista de estricta obediencia. En el escenario del Kodak Theater, durante la noche de los Oscar, pareció aspirar a que le contrate la ONU de embajador de causas nobles. Fuera del escenario, informa Variety (23.03.03), se dejó llevar por el entusiasmo zapaterista y dijo que el Gobierno español había cometido, con su participación en la alianza antisadam, el “gesto más antidemocrático que he visto nunca”. Pedro (Almodóvar) tenía 24 años cuando murió Franco. Tal vez lo ha considerado siempre un impecable demócrata.

La prensa norteamericana no sabía que Pedro (Almodóvar) había anunciado a bombo y platillo que iba a dar una auténtica proclama en Los Ángeles, por lo que se limitó a apuntar la dedicatoria del Oscar a todos los que elevan sus voces por la “legalidad internacional”. Sony, que es la distribuidora de “Hable con ella” en Estados Unidos, pesó más que las veleidades políticas del artista. Sí se filtró, en cambio, el interminable comunicado que Barbra (Streisand) pensaba leer durante su aparición y que retiró a petición de los productores de la gala. Para demostrar que está con la justicia y la paz, Barbra iba a citar a Roosevelt y sobre todo iba a citarse a sí misma, en una conferencia que dio en Harvard sobre el sesudo tema de “El artista como ciudadano” (Variety, 25.03.03) No sabemos si lo hizo cantando.

El mismo asunto ha preocupado a Los Angeles Times, excelente representante de eso que la cadena de televisión FOX llama “the Left Coast” (la Costa de Izquierdas, por la “West Coast”, es decir, la Costa Oeste). El articulista de LATimes se las da de ingenuo, como Pedro (Almodóvar) y se pregunta en un largo artículo porqué Hollywood tiende siempre a inclinarse a la izquierda (“De lado de la izquierda, ¿por qué?”, 25.03.03). Es una mentira tan burda que ni siquiera vale la pena discutirla. Pero LATimes aprovecha para dárselas de tolerante y afirmar con ese tono inconfundible de sacristía progresista que quien critica la guerra no puede luego criticar a los derechistas, aunque sean tan “extravagantes” como Mel Gibson.

Un poco de patriotismo a lo Mel (Gibson) no le hubiera venido mal a la noche de los Oscar, piensan en cambio en Front Page, una de las revistas más temerarias y desacomplejadas de la nueva derecha norteamericana. Rick Heller propone que los Oscar se llamen a partir de ahora los Jane, en recuerdo de Jane (Fonda), que se cubrió de gloria visitando a los norvietnamitas, como Sean (Penn) en Irak. También propone una canción para Barbra, Pedro, Sean & Friends, que traducida viene a ser algo así como “Bush no fue elegido / El Presidente es Gore / La invasión es ilegal / Y la guerra hay que parar”. (26.03.03)

Más serio se pone Mike Dunnagan, otro de los colaboradores de Front Page. En un artículo titulado “Un estúpido premio de la Academia”, demuestra minuciosamente que el documental “Bowling for Columbine” no es más que una zafia invención urdida a partir de una auténtica tragedia. El director Michael Moore no ha dudado en mentir descaradamente sobre ella (24.03.03). Michael Moore es el mismo cineasta que al recibir el Oscar (o el Jane) al mejor documental insultó al presidente Bush llamándolo mentiroso.

Un editorial de The New York Times trata de quitar hierro al asunto afirmando que esa es la forma en que Michael Moore, que se dirige a un público progresista, vende sus cosas (26.03.03). Es un poco retorcido. En realidad, The New York Times intenta encontrar una justificación para algo que ha empezado a preocupar seriamente a la industria de Hollywood. Todos los medios han recogido que la gala de los Oscar ha reducido su audiencia televisiva en un 21 por ciento con respecto al año pasado. Hay quien lo atribuye a la guerra. Pero no ha faltado quien constate que entre las películas nominadas, todas, salvo Chicago y en cierto sentido El pianista, son películas de denuncia, es decir poco atractivas para el público que sostiene a Hollywood (Variety, 25.03.03)

Es interesante que no le hayan dado muchos Oscares (o Janes) a esos dos panfletos antinorteamericanos que son “Gangs of New York” y “About Schmidt”. Parece que el cine americano, en contra de lo que le gustaría a The New York Times, no se resigna a vivir de las subvenciones.


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