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MéXICO

Pacto de la social-burocracia

Una de las diferencias fundamentales entre una economía pobre y una rica son los costos de transacción, es decir, aquellos costos derivados de trámites, permisos, acceso restringido a los mercados, protecciones a grupos de interés o de presión. En una economía pobre los “negociazos”, es decir las rentas exorbitantes, están justamente en el manejo de los costos de transacción.

Ejemplo: En una economía pobre el gran negocio suele estar en quién maneja el acceso a un mercado, digamos las tarifas de interconexión en telefonía; mientras que en una economía rica, el gran negocio está en quién satisface mejor al mercado, digamos, quién ofrece un mejor precio y calidad en el servicio telefónico.

En estos momentos de transición política en México corre el inmenso riesgo de simplemente reacomodar rentas y protagonistas, bajo el mismo esquema mercantilista vigente por décadas, en lugar de romper con ese esquema para entrar de lleno al libre mercado y a la auténtica democracia.

Ese reacomodo de rentas y protagonistas bajo el esquema mercantilista se quiere “vender” como una posición de centroizquierda, una suerte de socialdemocracia, pero en realidad se trata de un pacto de la social-burocracia, donde el adjetivo “social” es mera etiqueta de propaganda.

Si el anhelado “pacto nacional” consiste en un reparto del pastel, el resultado será prolongar el estancamiento de la economía, exacerbando la irritación de los ciudadanos que veremos, impotentes, cómo se siguen tejiendo acuerdos a expensas de nuestro bienestar.

En esta nueva etapa de la vida política de México, el papel del Congreso es decisivo. Lamentablemente, los legisladores carecen de incentivos para abatir el costo del país para consumidores y ciudadanos y, en cambio, tienen toda una batería de incentivos para que su tarea legislativa produzca nuevas y exorbitantes rentas para los grupos de presión particulares.

Desde otro punto de vista, esta situación abre una gran oportunidad para políticos con visión de Estado y objetivos de largo plazo. Quien empiece a gobernar con resultados tangibles —en términos de disminuir los costos de vivir y trabajar en México para consumidores y ciudadanos— podría generar un auténtico consenso popular al margen de los grupos de presión (dirigencias, hombres de negocios, cúpulas, sindicatos), ya que atendería las necesidades del elector anónimo que configuró el gran cambio político en julio del año pasado.

©AIPE

Ricardo Medina Macías es analista político mexicano.
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