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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Reagan

Me ha llamado la atención la diferencia notable que existe entre los comentarios tras la muerte de Ronald Reagan, que simbólicamente se sitúa en el 5 de junio, cuando las ceremonias para conmemorar el 60 aniversario del desembarco aliado de Normandía, y los insultos, críticas y desprecio manifestados por tanta prensa y la izquierda contra el presidente Reagan, en ejercicio entre 1981 y 1989.

Me ha llamado la atención la diferencia notable que existe entre los comentarios tras la muerte de Ronald Reagan, que simbólicamente se sitúa en el 5 de junio, cuando las ceremonias para conmemorar el 60 aniversario del desembarco aliado de Normandía, y los insultos, críticas y desprecio manifestados por tanta prensa y la izquierda contra el presidente Reagan, en ejercicio entre 1981 y 1989.
No serán siempre los mismos periodistas quieres escriben artículos tan contradictorios pero sí los mismos periódicos, como Le Monde, El País, etc. Cuando Reagan era presidente, para Moscú era la reencarnación de Hitler (lo mismo se dice hoy de Bush) y para los demás un ultracarca, anticomunista furibundo y además un cretino, un actor de tercera categoría. Y el hecho de que llegara a la Casa Blanca sólo demostraba la decadencia, la corrupción y la imbecilidad de los Estados Unidos. Nada semejante hoy, la mayoría de los medios y muchos hombres políticos reconocen que fue un gran presidente. Claro, existen matices y reservas, no podía ser de otra manera, con el líder de la "revolución conservadora", se decía en los USA, la "revolución liberal" en Europa. Pero es que "liberal" en los USA significa de izquierdas y desde luego Reagan no fue un político de izquierdas. Y me pregunto si ocurrirá algo parecido con la muerte de George W. Bush (dentro de cuarenta o cincuenta años), si muchos de los que lo insultan hoy no terminarán por reconocer sus méritos.
 
Tampoco podía faltar en estos numerosos comentarios, por lo general elogiosos, y eso no se debe solamente al tradicional respeto por los difuntos, la expresión de infinitas sandeces. He leído varias veces que Reagan "puso punto final a la Guerra Fría" y en varias ocasiones se precisa: Reagan, Gorbachov y el Papa terminaron con la Guerra Fría. Pues señores, los Papas actuales no se ocupan directamente de política, defienden a su Iglesia, la doctrina, la fe, se lamentan de la miseria en el mundo y prefieren la paz a la guerra y todo el resto de sobra conocido. Creo que sólo fue Juan Pablo II quien se metió directamente en política, pero en relación con Polonia, su patria. En este sentido, me enteré, leyendo al excelente libro de Georges-Henri Soutou La Guerre de Cinquante Ans (Fayard, 2001), sobre la Guerra Fría precisamente, que la CIA y el Vaticano habrían colaborado secretamente para ayudar a Solidarnosc a partir de 1982, no con armas, sino con dinero, material de impresión y demás. La imagen de esos tremebundos dos agentes de la CIA colaborando con curas para ayudar a Solidarnosc rompe con los esquemas de la gauche divine; y además, el dinero provenía de los sindicatos norteamericanos. Pese a lo que afirman algunos, Juan Pablo II no ha desempeñado el menor papel en el fin del comunismo, salvo en el caso de Polonia.
 
En cuanto a Gorbachov, cada vez más dedicado al mundanal ruido y a la publicidad, da lástima. Lo que pretendía no era "el fin de la guerra fría" sino la supervivencia de la URSS y consideraba que para ello ciertas reformas eran indispensables. "Hay que cambiarlo todo, para que todo siga igual", según la celebre frase de Lampedussa. Y el presidente Reagan lo mismo, lo que pretendía era la destrucción de la URSS y del comunismo en general, lo cual conllevaba el "fin de la guerra fría", ya que los principales actores de esta guerra eran los USA y sus aliados contra la URSS y los suyos. No pretendo que un hombre solo, por muy importante que fuera su cargo y sus posibilidades de acción, haya liquidado al comunismo. Toda una serie de circunstancias y problemas desempeñaron su papel. El primero era, creo, la profunda crisis económica y social  de la URSS y del mundo comunista, incapaces de oponerse al reto del capitalismo, y terminó por rendirse. Puede decirse que fue el capitalismo que triunfó frente al comunismo en todo el mundo, pero sin la firme voluntad del presidente Reagan, su fe en los "valores norteamericanos", su odio al comunismo, que nada tenía que ver con el cinismo Nixon-Kissinger o la boba ingenuidad de Carter, pongamos, ¿quién sabe si las cosas hubieran trascurrido de la misma manera, o sea tan rápidamente?
 
Es cierto que Ronald Reagan fue un político bastante singular, empezando por el hecho de que pocos actores llegan a ser presidentes. Ese ejemplo le ilusionó a Yves Montand, en Francia por los años ochenta, y, jaleado por Bernanrd Kouchner y Jorge Semprún, manifestó prudentemente su ambición. Los medios se lo tomaron semi en serio, invitaron a Montand a infinidad de emisiones en las que su incoherencia y analfabetismo político craso se pusieron en evidencia y todo terminó rápidamente en agua de borrajas. Reagan no tiene nada que ver. Es cierto que la propaganda anti republicana en USA, y la propaganda antiyanqui en Europa y otros países lograron dar de Reagan en sus comienzos la imagen de un payaso inculto. Y confieso que yo al principio me pregunté quién era ese pájaro. Pues ese “pájaro”, al margen de una discreta carrera de actor, no llegó nunca a ser una “star”, había sido presidente del sindicato de actores de Hollywood, un lobby potente, y luego, y sobre todo, gobernador de California, que no es exactamente lo mismo que alcalde de Carmel (Clint Eastwood), y desde donde logró convertirse en una personalidad del Partido Republicano, trampolín necesario para llegar a la Casa Blanca.
 
Otros han comentado mejor de lo que yo podría hacerlo sus reformas de corte liberal: menos estado, menos impuestos, más libertad de iniciativa; y Bush ha recogido lo esencial de ese programa, con mejores resultados incluso, pero es que Reagan, empeñado en su lucha contra la URSS, aumentó considerablemente los presupuestos de Defensa, y eso resulta carísimo, pero necesario, porque la URSS entonces tenía la superioridad militar en muchos sectores y este rearme, por ambas partes (alternando con conferencias sobre el desarme) agotó a la URSS, que no tenía los recursos necesarios y precipitó su caída. Hoy, la Guerra Fría ha terminado, por así decir, pero apenas se “cae el muro de Berlín”, imagen facilona y muy usual, comienza otra guerra, la guerra contra el terrorismo islámico, y da la casualidad de que es el presidente Bush quien se lo toma más en serio y actúa en consecuencia. Porque, ¿qué hacen los demás presidentes, gobiernos, partidos y medios (salvo Toni Blair) frente a ese peligro? Se rajaron ante la URSS y hoy se rajan ante Ben Laden.
 
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