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OLIGARCAS DE RUSIA

Romancito el "tímido", dueño del "Chelsea"

El oligarca ruso-judío, Román Abramóvich, alias Romancito el “Tímido”, de 36 años, propietario de la petrolera “Sibneft” y el gobernador de la inmensa región de Chukotka (Extremo Oriente ruso), viaja por el mundo comprando a los mejores futbolistas para su nuevo juguete, el club británico “Chelsea”.

Los que le conocen personalmente dicen que no le gusta ser famoso ni rico. Hasta parece que siente vergüenza por poseer una de las fortunas más importantes del mundo que, según “Forbes”, es de 5.700 millones de dólares. Por algo le llaman el “Tímido”. Viste normalmente con un jersey viejo, un pantalón vaquero muy usado y casi nunca se afeita. En eso no ha cambiado en los últimos doce años, desde los tiempos cuando no tenía ni un duro en los bolsillos de sus vaqueros rotos.

El “Tímido” debe su fortuna personalmente al presidente Yeltsin, a su hija Tatiana y al magnate Berezovski, hoy refugiado en Londres. Empezó a principios de los noventa cuando organizó una cooperativa para fabricar juguetes de plástico. Hasta entonces no tenía ni oficio, ni beneficio, ni carrera ninguna. Abrió y cerró unas 20 empresas en un par de años, todo fue un fracaso. En 1992 organizó su primer gran “golpe”: robó un convoy de cisternas con gasoil destinado al Ejército y lo vendió en Letonia. La policía inició una investigación que fue archivada años después por orden personal del presidente Yeltsin. Y es que Abramóvich ha conseguido penetrar en la trístemente célebre “familia” del anterior mandatario, un clan mafioso formado por los familiares de Yeltsin y sus colaboradores más próximos. Lo “enchufó” el “cardenal gris” del régimen, el magnate Boris Berezovski.

La prensa habla de las relaciones íntimas del jóven empresario con la hija menor del presidente, Tatiana, conocida por su promiscuidad. Poco a poco Abramóvich se convirtió en el “monedero” de la “familia”, según el ex-guardaespaldas disidente de Yeltsin, Alexánder Korzakov. Llevó las finanzas del clan que se basaban en el robo descarado de las arcas del Estado. No lo hacía gratis. En 1995-97 le dejaron privatizar, sin competencia ninguna, la petrolera nacional “Sibneft”, una de las más importantes del mundo. Le costó 25 veces menos del precio real de la compañía. Posteriormente hizo lo mismo con la petrolera “Slavneft”. La cosa llegó hasta tal punto que Abramóvich se hacía con refinerías por un coste menor a 300 dólares. Al mismo tiempo, la fiscalía suiza sigue investigando su participación en el desvío del llamado préstamo de estabilización otorgado a Rusia por el FMI en 1998. Se sospecha que más de mil millones de dólares, o sea, la cuarta parte de este préstamo, acabó en la cuenta privada de Romancito.

No obstante, Abramóvich es el único oligarca que no experimenta la presión del presidente Putin, al parecer, obsecionado con acabar con este poderoso grupo de multimillonarios. Y es que hace un par de años el “Tímido” presentó su candidatura en las elecciones de Chukotka y salió elegido gobernador de aquella zona helada y desértica, un verdadero fin del mundo. Desde entonces invierte millones de dólares de su bolsillo en la construcción de la infraestructura de la región intentando demostrar a Putin que es un oligarca “bueno”, no como otros.

Pero algo le queda en el vaquero usado. Con estas monedas se ha comprado el “Chelsea” y a varios futbolistas. Dicen también que no se fía de Putin y desea emigrar. Para eso tiene villas en Europa, especialmente en Niza y Londres. Además, ha vendido últimamente el 20 por ciento de “Sibneft” a otro oligarca ruso-judío, Mijail Jodorkovski. Los 3.000 millones de dólares ya se encuentran en Londres.
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