Menú

Carlos Rangel

"El ostracismo y el exilio del liberalismo y los liberales durante la dictadura franquista hizo que la generación de los liberales de la transición creciera y se forjara en la orfandad. Fue Carlos Rangel como el descubrimiento del padre perdido, el patriarca de aquellos que había roto con ficciones fruto de la confusión, que en España identificaban el liberalismo con la revolución francesa y sus miasmas totalitarias o con alguna forma más o menos elegante de frivolidad."

Había en Venezuela, en Caracas, alguien que, en nuestro mismo idioma, era uno de los grandes y aportaba una visión liberal de la historia y los problemas de la América española, concepto con escaso éxito pero más real, que Rangel utilizaba con frecuencia para referirse a la cultura común de los pueblos colonizados por España. Por ello, de manera natural, reunidos liberales iberoamericanos y españoles en Benidorm se eligió el patrocinio y se dio homenaje a Carlos Rangel con la presencia de uno de sus discípulos, en el que es perceptible claramente su huella, como es Jean Francois Revel. Del buen salvaje al buen revolucionario, publicado en España, fue un descubrimiento que generó una impronta de hondas consecuencias convirtiendo al liberalismo español en uno de los más sólidos y combativos tras el de la "Escuela austríaca".

Carlos Rangel nació en Caracas en 1929. Cursó estudios superiores de Literatura Comparada en EE.UU. y Francia. En su actividad docente, fue profesor de Lengua y Literatura Española e Hispanoamericana en la New York University y de Periodismo Informativo y de Opinión en la Universidad Central de Venezuela. No admitió la "verdad oficial", la mentira, el mito estatista. Fue un gran buscador de la verdad y un gran desmitificador y aportó claves de análisis para inocularse frente a la manipulación ideológica: un resistente, en pocas palabras. Fue casi la única voz autorizada que en las naciones iberoamericanas no sólo denunció el totalitarismo marxista, sino que rompió decididamente con el conservadurismo mercantilista, que había preparado el terreno al anterior con su permanente apuesta por la tiranía.

Como muchos otros liberales, consciente de que el liberalismo no es una corriente de pensamiento para élites, buscó en el periodismo el instrumento para difundir sus ideas y también un ámbito de cultura y comunicación con autonomía respecto al Estado. Por el periodismo abandonó su carrera diplomática, habiendo sido primer secretario de la Embajada de Venezuela en Bélgica. En 1959 asumió la subdirección del semanario caraqueño Momento, iniciando una fructífera trayectoria de analista político en medios como El Universal, El Nacional o La Verdad, de Venezuela, y en Vuelta, Wall Street Journal o Cambio 16.

En 1960 comenzó sus famosos programas en la televisión venezolana, que se convirtieron en la ventana liberal más influyente de la América española. Junto con su esposa Sofía Imber, a la que siempre estuvo muy unido ("por y para Sofía", es la dedicatoria del Buen salvaje al buen revolucionario), desarrolló programas de máxima audiencia, que compaginó con columnas de prestigio y colaboraciones de fondo en la prensa. Aquejado de una dolorosa enfermedad, murió prematuramente en 1988, sin ver la caída del Muro ni el resurgimiento de la democracia en las naciones a las que amó, hasta enfrentarse a las dictaduras de cualquier signo, desde la cubana de Fidel Castro a la chilena de Augusto Pinochet.

Como resistente que abrió camino y se enfrentó a la marea totalitaria, Rangel compaginaba la lucidez con un trasfondo de pesimismo. Tuvo que combatir los siglos de confusión que se habían volcado sobre el liberalismo. "Llegó a suceder que quienes se atribuían el calificativo de liberales, lo merecieran menos que los llamados conservadores", escribió. Recreó en solitario esfuerzo intelectual una posible salida liberalizadora, desde el imperio de la ley y los derechos individuales, al "fracaso" de la América española.

Del buen salvaje al buen revolucionario es un hito en el liberalismo en lengua castellana, casi un nuevo punto de partida, y probablemente el mejor libro que se ha publicado sobre la historia y el devenir de las naciones hispanoamericanas, con sobresaliente erudición, y la utilización de muy diversos materiales de interpretación: históricos, filosóficos, morales, teológicos.

En otro de sus libros, El Tercermundismo, Rangel, como escribió Revel, "amplía su análisis al conjunto del Tercer Mundo, y apoya la idea, entonces totalmente nueva, de que la democracia política no es un lujo tardío para países ricos, sino una condición del desarrollo económico".

Rangel luchó siempre porque la mentira no dominara el mundo, defendió que el subdesarrollo latinoamericano es político antes de ser económico y dedicó, sin importarle nunca navegar a contracorriente, sus mejores esfuerzos a desentrañar las simplezas que empobrecen el pensamiento y conspiran contra la libertad.

Carlos Rangel, con el que los liberales españoles y americanos tenemos una deuda de afecto y de magisterio, sigue siendo uno más de los proscritos en la Universidad española en esa conspiración burocratizadora para que los jóvenes sigan en el abandono de la funesta manía de pensar.

0
comentarios
Acceda a los 3 comentarios guardados