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Ignacio Cosidó

Socialismo sin rostro humano

Parece que los socialistas se encuentran tan felices en el lodo de la crisis económica que ellos mismos la hubieran provocado deliberadamente

La crisis económica está mostrando el verdadero rostro del PSOE. Tras la máscara de un discurso hueco de derechos sociales y de proteger a los débiles, emerge el rostro de un socialismo insensible con los problemas de la gente, obsesionado por ocultar la realidad y que sólo busca como rentabilizar electoralmente la crisis económica que él mismo ha provocado con su parálisis e incapacidad.
 
La comparecencia esta semana de Rodríguez Zapatero en el Congreso mostró la cara de la impotencia del Gobierno para hacer frente a la situación económica. El presidente sigue aferrado a su gran mentira de la campaña electoral en la que contra toda evidencia prometió a los españoles cuatro años de prosperidad sin límites. Para Zapatero la crisis es en buena medida una conspiración de la derecha que tan sólo busca desgastar al Gobierno. Así, el mismo día en que la Unión Europea anunció que España entraba en recesión, el presidente del Gobierno seguía obcecado en no pronunciar la palabra crisis.
 
Rodríguez Zapatero mostró en el Congreso el rostro de la impotencia. El presidente reconoció que para hacer frente a esta difícil situación el Gobierno no puede hacer nada. Esa fue la única concesión a la verdad de Zapatero: había solicitado ir al Parlamento para anunciar solemnemente que no tenía ninguna medida nueva que presentar. En su análisis, el PSOE considera que los problemas económicos coyunturales que padecemos son en realidad culpa de Bush. Alimentando el mito del antiamericanismo más rancio de la izquierda española, los Estados Unidos son una vez más el origen de todos los males del mundo. Esta teoría le viene muy bien al Gobierno no sólo para eludir cualquier responsabilidad sobre el origen de la crisis sino para justificar por qué no hace nada. Su tesis es que si otros han provocado la crisis, que sean otros los que la solucionen.
 
Fue también el rostro de la soledad. No hubo un solo grupo en la Cámara que compartiera ni el diagnóstico ni el tratamiento que está aplicando el Gobierno a la crisis económica. Mal augurio para el debate presupuestario que se avecina. Zapatero ha demostrado no tener escrúpulo alguno a la hora de comprar voluntades políticos utilizando el dinero de todos los españoles, pero el precio de garantizar la estabilidad a este Gobierno se está poniendo cada vez más alto.
 
Pero el verdadero rostro del PSOE lo descubrió con mayor nitidez el vicepresidente del Gobierno cuando señaló el efecto depurativo que tendría la crisis económica. Al principal responsable económico del Gobierno parece que le viene bien que cientos de miles de españoles se vayan al paro porque eso supuestamente le permitirá aumentar la “productividad” de los que tengan la suerte de conservar su puesto de trabajo. El Gobierno parece congratularse la angustia de millones de familias para llegar a fin de mes porque esa angustia las hará menos “derrochadoras”. Los socialistas están encantados con el cierre de miles de empresas porque consideran que las que sobrevivan podrán ser más competitivas. Incluso parece que deseen la quiebra de algunas entidades bancarias para depurar nuestro sistema financiero. Ese es el rostro de la insensibilidad, de la insolidaridad, de la despreocupación absoluta por el sufrimiento de la gente si con ese sufrimiento se hace avanzar el falso “progreso” que ha caracterizado a la izquierda a lo largo de la historia.
 
Hace poco el número dos del PSOE, Pepe Blanco, declaraba que los españoles vivían hoy mejor que nunca. Escuchando este discurso parece que los socialistas se encuentran tan felices en el lodo de la crisis económica que ellos mismos la hubieran provocado deliberadamente. El PSOE empieza a ver en la crisis actual una oportunidad electoral. Los socialistas se presentan con el puño en alto y cantando La Internacional como los únicos salvadores de los efectos de una crisis que ellos mismos han provocado. Pero la sociedad debe saber que si el barco de la economía se hunde de nada servirán los falsos salvavidas que ofrecen los socialistas. 

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