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Ignacio Villa

Al más puro estilo nacionalista

Desconcierto, bandazos, silencio y al final como siempre: reacción convulsiva. El nacionalismo vasco ha terminado reaccionado al más puro estílo de la casa. Ante el desconcierto, primero actúan dando bandazos. Un día dicen una cosa, al día siguiente matizan, para luego terminar haciendo lo contrario a lo anunciado. Dicen que hacen, pero nunca terminan de ejecutar. Después se introducen en el territorio del silencio desconcertante, para terminar saliendo del escondite por el lugar más previsible: romper la baraja establecida.

Con la decisión del Gobierno vasco y del Parlamento de Vitoria, el nacionalismo vuelve a actuar de la única manera que saben y conocen. En la duda, siempre ponen en la picota al estado de Derecho. Siempre terminan estando más cerca de los cómplices del terrorismo que de las víctimas. Siempre buscan apartarse de la legalidad vigente. El nacionalismo, con un concepto totalitario, sólo acepta su punto de vista, su visión de las cosas como única realidad. En definitiva, su única referencia es la "legalidad" que ellos mismos han conformado.

El PNV ha mostrado su desconcierto desde el inicio del proceso de ilegalización de Batasuna el pasado mes de agosto. Ante la doble reacción desde el poder legislativo y ejecutivo, el nacionalismo vasco adopta la "huida hacia adelante". Su única dirección, su única estrategia consiste en arremeter contra todo lo que signifique orden constitucional y convivencia pacífica. El PNV predica sobre el diálogo y luego sólo entiende de imposición. Habla de pacificación y termina explotando todos los recursos de la crispación. Dice buscar el consenso y su único objetivo es dinamitar todos los puentes y enlaces con la legislación vigente.

Pero, en todo caso, lo más grave de lo ocurrido es que al final, como tantas otras veces, el nacionalismo vasco vuelve a echar una mano al brazo político de ETA. De nuevo se sitúa más cerca de los cómplices que del interés general de los ciudadanos. Otra vez apuesta por los objetivos del entorno etarra antes que por la búsqueda de la estabilidad institucional. El nacionalismo vasco vuelve a enseñarnos que entiende la política como su territorio exclusivo, donde hacen y deshacen a su antojo. Quizá por todo ello, esta última reacción convulsiva es un claro síntoma de que comienzan a percibir el principio del fin, del negocio político que tienen montado.

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