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Ignacio Villa

Aznar juega con el calendario

¡Ya empezamos! Cuando todavía faltan algo más de tres años para las próximas elecciones, José María Aznar ha iniciado uno de sus deportes políticos más habituales: la incógnita con las fechas, con los calendarios, con los nombres y, en este caso, con la sucesión.

Para aquellos que todavía lo dudan, el presidente del Gobierno ha anunciado –es la primera vez que lo hace desde las últimas generales– que de nuevo esta legislatura llegará hasta su final, es decir hasta el 2004. Esta rotundidad despeja el camino para los todavía incrédulos. Aznar cumplirá su palabra y no se presentará a esa cita electoral.

Cerrado el calendario, las incógnitas siguen abiertas. Al igual que durante semanas estuvimos pendientes del “cuaderno azul”, que contenía la lista del nuevo Gobierno, pueden estar seguros de que, durante meses, estaremos pendientes del nombre mejor guardado: el sucesor de Aznar en el cartel electoral del 2004.

Listas, nombres, apuestas corren por los despachos de Génova. Nadie se quiere mover a la espera de que Aznar haga un gesto, una mueca, una somera indicación. Los supuestos candidatos tienen guardados en sus despachos, bajo siete llaves, posibles estrategias. Nadie quiere dar un paso en falso. Todos recuerdan las semanas que pasaron desde el 12 de marzo hasta la formación de Gobierno, unas semanas eternas. Pues bien, eso será un juego de niños para lo que nos espera. Y mientras tanto, Aznar disfruta con lo que más le gusta en la política: la sorpresa, el golpe de mano, el despiste. Quizá el sucesor a esta hora no lo sabe, tampoco lo sospecha. Todavía quedan tres años, y Aznar ya lo ha advertido: lo que digo, lo cumplo.

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