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Ignacio Villa

Bono en su propia trampa

Bono ha pensado que en Madrid la política es populismo. Y se ha equivocado. Cuando uno está en el Gobierno de España no puede pensar que con regalar relojes baratos a los jubilados –como hacia en Castilla-La Mancha– uno tiene la razón

No está siendo fácil este mes de junio para el ministro de Defensa. Y es que la mentira y el tapujo termina pasando factura. El populismo en política tiene unos resultados a corto plazo, pero antes o después se terminan evidenciando las malas intenciones. Y en este caso José Bono está inmerso en dos jardines de muy complicada salida. Por cierto, en los dos ha entrado porque él sólito ha querido.
 
Bono, sin ayuda de nadie, montó el pasado mes de enero el numerito de la falsa agresión en la manifestación de las víctimas del terrorismo. Y lo que empezó siendo "una cosa de Pepe" ha terminado siendo un verdadero problema para el Gobierno por la detención ilegal de dos militantes del Partido Popular. Y es que Bono ha sido pillado con las manos en la masa. No se puede jugar con fuego y que además ese fuego queme a los demás.
 
El ministro de Defensa ha abierto la veda, sus motivos tendrá; pero no es de recibo que para amortiguar el escándalo que él mismo ha provocado busque ahora las culpas ajenas. Bono se inventó la historia, provocó las detenciones ilegales y ha involucrado en esa historia a ministros, médicos y abogados del Estado. Demasiado complicado como para ahora quitarse del medio con dos declaraciones.
 
Pero no se acaban ahí los frentes abiertos por Bono. El otro "fregado" que él mismo ha provocado y ha llevado al extremo es el accidente del Yak-42. El actual ministro de Defensa ha utilizado de mala manera aquel triste suceso para intentar triturar políticamente a Federico Trillo; para ello ha puesto en marcha toda la maquinaría demagógica posible, explotando el sentimiento y el dolor de las familias. Bono ha alentado durante meses el revanchismo, la cacería de brujas y la persecución política. Lo ha hecho con tan malas artes que al final ha vuelto a ser cogido en sus propios renuncios. Tantos meses mintiendo sobre la realidad que al final Trillo ha saltado a la palestra y ha advertido, con razón, que no está dispuesto a más persecuciones.
 
Bono ha pensado que en Madrid la política es populismo. Y se ha equivocado. Cuando uno está en el Gobierno de España no puede pensar que con regalar relojes baratos a los jubilados –como hacia en Castilla-La Mancha– uno tiene la razón. Estamos en algo más serio. Y, sinceramente, Bono se ha pasado de frenada y se ha salido del camino.

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