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Ignacio Villa

De pueblo en pueblo

José María Aznar se ha arremangado. El presidente del Gobierno es consciente de un claro ambiente de desasosiego en las filas del Partido Popular ante un futuro incierto con tres citas electorales decisivas por medio. A Aznar le han llegado las dudas que existen en la organización del partido sobre su grado de implicación personal en los procesos electorales, en puertas ya de su anunciada retirada. Por todo ello el presidente Aznar ha querido devolver la confianza a los suyos. Ha advertido de que estará hasta el final al frente de la barca, que quiere tensar al máximo la maquinaria del partido ante las elecciones que se avecinan y que está dispuesto a recorrer España entera con el objetivo de ganar todos los comicios, incluidos las generales, hasta su adiós definitivo en el 2004.

El mensaje enviado por Aznar tiene varios destinatarios y distintos contenidos. Los primeros son los militantes, simpatizantes y votantes del Partido Popular; a todos ellos les ha querido transmitir tranquilidad y confianza. Los segundos destinatarios son los dirigentes del PP, a los que les anuncia que hasta el 2004 habrá que trabajar a destajo, puesto que su proyecto personal pasa por dejar a su sucesor en La Moncloa. Y por ultimo, los terceros son los propios candidatos a la sucesión. A estos les da un claro tirón de orejas cuando les recuerda que de lo que se trata exclusivamente es de ganar las elecciones no de situarse “egoístamente” para el futuro. Dicho de otra forma: ¿Para qué sirve un sucesor que pierda en las próximas generales?

Con esta macro-ofensiva del presidente del Gobierno por toda España, el Partido Popular reconoce tácitamente que las cosas no van tan bien como parecen. Los indicios que muestran las encuestas, un claro acercamiento del PSOE en la intención de voto, han puesto nerviosas a las huestes populares. La distancia entre el PP y el PSOE se ha reducido considerablemente y desde las filas del Partido Popular se comienza a reconocer que durante meses han estado “dormitando” anclados en la mayoría absoluta. Ahora, con Aznar en el “ruedo” confían en que la recuperación sea rápida y espectacular, aunque ciertamente se han dejado comer un buen espacio y han estado una larga temporada “dormidos en los laureles”.

En resumen, en el PP hay nervios. Aznar es consciente de ello. Es más, sabe que si en el 2004 no gana su partido, habrá dejado una herencia incompleta. Es por eso por lo que el presidente del Gobierno está dispuesto a implicarse al máximo en esta larga campana electoral de casi dos años. Un tiempo que, dice, va a dedicar a ir de pueblo en pueblo. El síntoma más claro de que la preocupación existe. Se acabaron las vueltas al mundo y comienzan las vueltas a España.

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