El Congreso de los Diputados se ha convertido en la maldición de Zapatero. Cada vez que el presidente del Gobierno se sube a la tribuna de oradores deja en evidencia sus muchas deficiencias, pero especialmente deja al descubierto sus muchas contradicciones en su gestión política. Zapatero le está cogiendo miedo al Parlamento y no es para menos. La intervención del Jefe del Ejecutivo defendiendo la decisión sobre el envío de tropas españolas a Afganistán y Haití no hay por donde salvarla. Justificando lo que no hace muchos meses no justificaba, explicando lo que no hace mucho tiempo era incapaz de hacerlo, articulando una doctrina que antes de las elecciones generales no sabía incoar. Zapatero en su habitual estrategia de los tumbos -de aquí para allá- ha vuelto a hacer el ridículo en el Congreso. Con el agravante de que el crédito se le acabará cuando menos lo espere.
La verdad es que “Rodríguez Zapatero" que hemos visto en el pleno del Congreso no es fácilmente reconocible. ¿Dónde ha dejado la pancarta que tanto utilizó en la oposición?, ¿en qué armario ha guardado, esa demagogia pacifista que tanto esgrimió?, ¿dónde ha puesto esa talante "progre" que tanto enarboló como única estrategia política?. A este Zapatero le han cambiado, o mejor dicho ha cambiado por la cuenta que le trae. Estamos asistiendo a la transformación camaleónica del presidente del Gobierno, un cambio que le está llevando hacia ninguna parte.