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Ignacio Villa

El buen humor del presidente

–¿Qué le pasa al presidente? –se preguntaban este jueves por la noche en Sevilla más de un dirigente, más de un militante y más de un simpatizante del PP en el mitin de la capital andaluza. –¿Qué le pasa que está de tan buen humor? –volvían a preguntarse quienes veían a José María Aznar desgranar bromas "picantonas" en los estertores de la campaña electoral. En el PP están más que sorprendidos al encontrarse con un presidente que ha ignorado cualquier consejo prudente de imagen y se ha incorporado al difícil mundo del chiste “cuartelero”, subiendo varios peldaños su dialéctica. Sin embargo, si Aznar ha dado este paso es porque está muy seguro de lo que hace y de cómo lo hace. Ya le conocemos...

Sin duda, la campaña electoral que hoy toca a su fin ha sido la más dura para el presidente en muchos años. Pero mientras sus más cercanos colaboradores están agotados del ritmo que impone Aznar y la caravana de prensa agoniza, "machacada" por el intenso calendario de actos públicos, el propio presidente está como una rosa. Con un discurso rutilante, de propio reconocimiento por la gestión realizada en el Gobierno, y con la seguridad de que el acierto ha sido la constante en estos siete años en La Moncloa, Aznar marca la pauta política de su partido. Así, como se preguntaban los dirigentes, militantes y simpatizantes en Sevilla, cabe plantearse cómo es posible que Aznar esté tan optimista si, por puro sentido común, debería estar totalmente agotado.

En la Cartuja, la mayoría no acertaba a encontrar una respuesta, algunos se quedaban en la superficie de las bromas de Aznar y muy pocos dieron con la clave: –Las cosas deben ir muy bien para que esté tan contento. –En efecto, y la afirmación no es gratuita en ningún caso, porque Aznar es insondable en su planes e interpretaciones, pero le resulta imposible ocultar su estado de ánimo. Cuando está preocupado por algo lo exterioriza sin remedio, y cuando está contento también se le ve a la legua. En esta ocasión, es evidente que el presidente está muy contento de cómo le están marchando las cosas: se ha implicado al máximo en la campaña, ha asumido toda la responsabilidad y se ha empeñado en demostrar a propios y a extraños que la guerra de Irak no ha sido una equivocación.

Después de pasar los peores meses desde su llegada al poder, Aznar se ha jugado mucho en esta campaña y las encuestas que el PP maneja –no es ningún secreto– comienzan a recoger esos frutos a un esfuerzo intenso y continuado. Así, si Aznar está contento deberíamos pensar que las cosas deben estar enderezándose para el PP. En la dirección popular se viven estás horas previas al domingo con prudencia y cautela. La experiencia dice que una elecciones se ganan o se pierden el día de la votación, no con las encuestas en la mano. Pero lo cierto es que ver al presidente Aznar en Sevilla, tan optimista, transmite a sus filas un claro mensaje de tranquilidad y sosiego después de lo que han vivido durante la guerra.

Si a estas alturas Aznar está pletórico, con ganas de hacer chistes –cuando menos llamativos en la boca de un presidente, más aún en el caso de este presidente–, es que maneja datos claros y evidentes sobre unos buenos resultados electorales para el PP el 25 de mayo. De confirmarse, el panorama político puede cambiar el 26-M: la carrera sucesoria quedará despejada de tensiones mientras que Rodríguez Zapatero puede empezar a tener problemas en su propia casa.

Si Aznar cuenta chistes, por algo será. No lo duden.

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