Menú
Ignacio Villa

El oxígeno americano

En el momento en el que el chapapote estaba llegando con la mayor crudeza conocida a las costas gallegas, el presidente Aznar, que durante el último mes, ha pasado el peor momento desde su llegada a Moncloa, ha cogido el montante y se ha ido a "hacer las américas". Con este viaje, que en otros momentos habría sido en "olor de multitud", Aznar ha intentado sacar la cabeza en toda esta crisis del Prestige. Una fotografía con el presidente Bush es siempre importante e impactante, pero ¡ojo!, siempre y cuando los deberes de casa estén terminados. Se ha ido hasta la Casa Blanca en busca de oxígeno, en busca de un respiro político entre tanta tensión y desaguisado.

Aznar ha vuelto una vez más a un lugar reservado para unos pocos, algo que subraya su proyección internacional. El problema es que, esta vez, su sitio quizá no estaba al otro lado del Atlántico; en esta ocasión su sitio estaba en esta orilla, más bien al pie de las costas gallegas. Los piropos de Bush son saludables, siempre y cuando los problemas domésticos estén encarrilados. Los halagos internacionales no deben utilizarse como parapeto de las verdaderas dificultades.

José María Aznar se ha convertido en el presidente del Gobierno español que más veces ha estado en Washington y además mantiene una buenísima relación con el presidente de los Estados Unidos. Es cierto que Bush ha reconocido su liderazgo político en la lucha contra el terrorismo internacional, es cierto que Bush ha fomentado una relación de cierto privilegio con el presidente del Gobierno español, es cierto que España recupera un cierto peso internacional. Todo lo dicho, y quizá algo más, es verdad. Pero el problema surge cuando todo ese dechado de virtudes se utiliza para tapar los problemas internos, entonces se funden los plomos.

Aznar se ha traído promesas y proyectos de colaboración de la Administración norteamericana para recuperar las costas gallegas del desastre del Prestige. De acuerdo, está bien. Pero seguimos echando en falta al presidente del Gobierno cogiendo la crisis por el mango, como hacía en la primera legislatura. Echamos en falta a un Aznar en botas e impermeable luchando contra el "chapapote político" que se le ha venido encima. Aznar tiene razón cuando dice que no quiere fotografías demagógicas, pero es que nadie se las pide. Lo que sí se le pide al presidente son fotografías espontáneas de su trabajo a "pie de playa". Nadie quiere fotografías cara a la galería, lo que se quiere son imágenes que muestren una actitud constante y más comprometida con el desastre.

Los días pasan y los errores del Gobierno se mantienen en muchos de sus extremos. Este Ejecutivo no termina de darse cuenta que tiene que realizar un esfuerzo añadido para recuperar el tiempo perdido. No basta con cebarse en una oposición torpe y mentirosa. Los ciudadanos españoles y la sociedad gallega siguen pidiendo al Gobierno un mayor liderazgo político en esta crisis, más iniciativas y más soluciones. Bien está que el Gobierno desmonte las tramas oscuras de la oposición, pero eso es una pequeña parte del invento.

Y Aznar, en esa iniciativa del Gobierno, tiene mucho que decir. El presidente manifestó que asume como propias todas las decisiones sobre el Prestige; pero lo que Aznar debería asumir es la lentitud en la reacción de los primeros días. Ese reconocimiento facilitaría mucho el camino para recuperar el terreno perdido. Y en todo caso, el oxígeno hay que buscarlo en casa y no fuera.¡Cuestión de principios!

En España

    0
    comentarios