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Ignacio Villa

El País Vasco marca la diferencia

Metidos de lleno en la recta final de la campaña electoral, la situación política del País Vasco y las diferentes estrategias para afrontar la complicada situación que se vive en esa tierra, gracias a los desmanes del Partido Nacionalista Vasco, se está convirtiendo en la cuestión estrella. Hasta ahora, en la campaña hemos visto muchos enfrentamientos dialécticos, varios "cuerpo a cuerpo" y un claro "cara a cara" entre Aznar y Zapatero, pero la gran diferencia entre los dos políticos está en el País Vasco.

Mientras que el PP mantiene un discurso claro, contundente y basado en la eficacia de siempre; el PSOE se mueve en la ambigüedad de quien no es capaz de decir lo que piensa porque piensa muchas cosas distintas y sus propias contradicciones le impiden tener un único discurso. Es cierto que, hasta ahora, el Pacto antiterrorista había amortiguado esas diferencias, pero en una campaña electoral en la que se pone el foco de la atención intensamente sobre cada una de las cuestiones, el futuro del País Vasco se ha convertido en la clave para contrastar las posiciones de los dos grandes partidos.

Aznar ha mantenido su estrategia de siempre: una doctrina que tiene interiorizada y coherentemente articulada. Habla del País Vasco, del nacionalismo, del terrorismo y de su entramado; y lo hace con claridad, con contundencia y llamando a cada cosa por su nombre. Además lo que dice lo acompaña siempre con los hechos. Mientras, Rodríguez Zapatero se mueve en la nada: dice pero no dice, deja hacer sin hacer él, permite en el PSOE una falsa pluralidad en cuestiones esenciales en las que no hay margen para mantener visiones diferentes y no ejerce la autoridad en el partido, algo que se lo recuerda de forma permanente el alcalde de San Sebastián, Odón Elorza. En definitiva, Aznar actúa mientras que Zapatero sobrevive con ideas difusas y sin personalidad.

Y ciertamente, al final, ha sido el País Vasco lo que ha marcado la diferencia entre uno y otro. Zapatero siempre ha sido esquivo con el País Vasco, pero lo ha ido escondiendo. Pero la insistencia de Odón Elorza en sus estrategias, y el grave error cometido al afrontar los atentados de Casablanca han llevado al líder de la oposición a quedar en evidencia. Zapatero ni está, ni se le espera. Mientras que Aznar mantiene un discurso uniforme y constante, reforzado en la campaña con sus visitas a las tres capitales vascas. Al final, el País Vasco, como era previsible, ha dejado a cada uno en sus sitio: Aznar mantiene una clara idea de futuro mientras que Zapatero se ha instalado en la duda.

Con este panorama, sobran los comentarios.

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