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Ignacio Villa

El principio del fin

El Gobierno se esconde, pero los ciudadanos están dando la cara y Europa lo apoya. Guadalajara es sin duda el principio del fin de un Gobierno que definitivamente no gobierna y actúa de espaldas a los españoles

Guadalajara vuelve a convertirse en el punto de inflexión de un Gobierno recomido por sus miserias y sus muchas limitaciones. Este miércoles, una delegación del Parlamento Europeo visita las zonas que el pasado mes de julio fueron asoladas por un incendio que dejó en evidencia la ineptitud del Gobierno central y del Ejecutivo castellano-manchego. Guadalajara vuelve a convertirse seis meses después en la escenificación de un presidente del Gobierno desbordado por los acontecimientos; hasta tal punto que entonces le llevó a huir hacia China visitando la zona a la vuelta del viaje y a escondidas un domingo por la mañana.
 
Seis meses después, el Gobierno se sigue escondiendo. Sin ir más lejos el propio presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, ha sido incapaz de mencionar y de reconocer –en el discurso de fin de año– el trabajo de los once trabajadores muertos en aquel incendio. Una actitud lamentable, que explica muchas cosas y que todavía ha sido incapaz de rectificar. Además de la de Barreda hay una larga lista de actitudes deplorables: como la farsa de una comisión de investigación, como la petición pública del subdelegado del Gobierno en la provincia pidiendo a los medios que no hablaran de las familias de las víctimas o como la responsable de Protección Civil que en sede parlamentaria advertía a las familias afectadas que "así es la vida".
 
Esta es la actitud y este es el talante de los cargos públicos socialistas en el Gobierno y en Castilla-La Mancha ante una tragedia humana de unas grandes dimensiones. Todos nos acordamos de la movilización callejera que desde el PSOE –en la oposición– se organizó después del hundimiento del Prestige, un accidente ecológico que no costó ninguna vida humana. En cambio, en Guadalajara, además de las miles y miles de hectáreas quemadas, morían once personas que estaban cumpliendo un servicio para los ciudadanos. Unas muertes que el Gobierno no ha reconocido, ni parece que quiera reconocer.
 
La visita, este miércoles, de una delegación del Parlamento Europeo supone al menos un consuelo para las familias de las víctimas olvidadas por el Gobierno, despreciadas por Barreda y escondidas por la Administración. Las familias de las víctimas merecen todo el consuelo, toda la ayuda y todo el apoyo. Las víctimas todo el reconocimiento a su trabajo y valor. El Gobierno se esconde, pero los ciudadanos están dando la cara y Europa lo apoya. Guadalajara es sin duda el principio del fin de un Gobierno que definitivamente no gobierna y actúa de espaldas a los españoles. Y la historia confirmará que Guadalajara marcó el declive de Zapatero.

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