Lo que le ha ocurrido este martes a Ruiz Gallardón en la Universidad Complutense de Madrid, mañana le puede ocurrir a José María Aznar, pasado a Rodrigo Rato y el próximo fin de semana a Mariano Rajoy. La crispación que se respira en la calle, la intransigencia con que se trata a los políticos del PP, los insultos y la ausencia de respeto que se percibe hacia los miembros del Gobierno es la cosecha y el resultado del estilo de hacer oposición que está llevando a cabo el Partido Socialista.
Desde que Rodríguez Zapatero ha decidido enfundarse en la pancarta y en la pegatina, ha optado por encrespar a su gente para apoyar su política. Desde que decidió tirar por la calle de la provocación y de la protesta está propiciando que los militantes socialistas salgan a las calles a gritar y a pedir lo que los dirigentes del PSOE son incapaces de gestionar en sus escaños. Desde que en la calle Ferraz han diseñado una estrategia llena de demagogia y de tópicos animan de forma directa a sus votantes a pedir una democracia asamblearia más propia de un país trasnochado y de otro tiempo.
Zapatero y los suyos, desde hace semanas, pretenden refugiarse en una mayoría que no tienen. Sacan a su gente a la calle a insultar a los políticos del PP y luego emiten unos juicios de valor que nada tienen que ver con la realidad. Estamos en una democracia parlamentaria, en la que la soberanía popular esta en el Congreso y en el Senado. Se olvidan intencionadamente de que las manifestaciones no representan ninguna mayoría parlamentaria. En todo caso, en las próximas elecciones generales, allá por el año 2004, los españoles deberán pronunciarse en las urnas; mientras tanto las mayorías están en el Congreso y no en la calle.
Con esta política populista y antigua, el líder socialista tiene como objetivos: calentar los ánimos de los suyos, recoger un malestar que el PSOE fomenta y alentar la intransigencia entre los ciudadanos. El PSOE, que está en su derecho de situarse en contra de la actitud del Gobierno de Aznar en la crisis de Irak, está cultivando la intolerancia, el desprecio al adversario político y la tensión social. Gallardón ha sufrido hoy esta estrategia del PSOE, mañana quizá será otro líder del PP el que tenga que aguantar esta "curiosa" forma de hacer política. Los socialistas pensarán que así ganan muchos votos; pero, lejos de ello, se están desacreditando como una fuerza política seria y capaz de plantear una alternativa. Zapatero se ha quitado la careta. ¡Este es su estilo de entender la política!
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