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Ignacio Villa

¡Esto no es el corro de la patata!

Jugar a la triquiñuela política vale una vez, hace su gracia y tiene sus efectos normalmente perecederos. Pero que toda la estrategia política de un Gobierno este basada en golpes de efecto, en los anuncios inesperados, en los cambios de planes nunca explicados y en el uso de viejos borradores como documentos oficiales es cuando menos una estrategia preocupante y muy peligrosa. El presidente del Gobierno que lleva semanas dando vueltas al envío de tropas a Afganistán ha intentado dar un golpe de efecto, pero parece que no aprende: ¡esto no es el corro de la patata!.
 
Desde luego después de lo que hemos visto en las primeras escaramuzas de Zapatero en el terreno internacional, entendemos que haya decidido recluirse en los cuarteles de invierno buscando un resguardo de los propios patinazos. Zapatero está incómodo en el escenario internacional y prefiere estar en casita antes que en el frió inhóspito de las cumbres. En estos dos meses de Gobierno, nos ha quedado una cosa muy clara: este Ejecutivo no tiene política exterior. Y lo que es peor se piensan que con cuatro viajes, tres manos estrechadas y cinco declaraciones vacías pero elocuentes se diseña la proyección española en el mundo; y lo que es evidente es que con una sonrisa como argumento nadie "le baila el agua". Más bien lo contrario se hace el ridículo más soberano.
 
Lo cierto es que en esta semana el presidente Zapatero se ha cubierto de gloria. Primero en Estambul asistiendo "telegráficamente" a la cumbre de la OTAN, luego buscando una "foto de pasillo" con el presidente Bus, y para terminar anunciando que asistirá al Congreso a informar del envió de las tropas a Afganistán una vez que el Consejo de Ministros haya aprobado el envió de tropas. Pero sinceramente, el señor Zapatero: ¿puede pensar que engaña a alguien?. La imagen en este terreno es lamentable y desde luego tienen que poner un poco de orden pronto o ya no habrá mucho remedio.
 
Ahora, Zapatero que no ha encontrado su sitio fuera de España quiere recomponer su estrategia a trancas y barrancas En fin, más contrariedades, más contradicción, más juegos florales. Y el problema es que con el prestigio de España no se debe jugar, por la cuenta que nos trae a todos.

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