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Ignacio Villa

Junio, mes de exámenes

Con los calores del mes de junio llega el ambiente de estudio y de exámenes. Es el final de curso para todos, para los estudiantes y también para los políticos. Además, este año viene marcado por un examen de verdad: el debate sobre el Estado de la Nación, previsto para los días 26 y 27 de junio. El debate de este año se convierte más que nunca en un verdadero examen. Es un punto de inflexión para todos, tanto para el Gobierno como para la oposición. Ninguna de las dos partes podrá escurrir el bulto. Desde los dos frentes, se quiera o no, habrá que dar la cara, tendrán que poner toda la carne en el asador.

El Gobierno, y especialmente su presidente, cerrará de esta forma un primer año de legislatura con mayoría absoluta. Un primer año con un balance discreto determinado por un Ejecutivo confiado en sus fuerzas, con una ausencia notable de capacidad de reacción y con la pérdida de la frescura e iniciativa de que, en otros momentos de la anterior legislatura, hizo gala con una mayoría suficiente. A todo esto han de unirse los resultados en las recientes elecciones vascas, que han dejado muy bajo el tono vital en el entorno Moncloa. Un año, en definitiva, que termina con pocas alegrías para un presidente del Gobierno que tiene, en el debate de finales de junio, una oportunidad para recobrar el ritmo.

Frente al PP, la oposición. Tampoco está para tirar muchos cohetes. Las expectativas creadas hace un año por José Luis Rodríguez Zapatero no han sido ni mucho menos cubiertas. Entonces, el PSOE pretendía iniciar una nueva etapa rompiendo amarras con el pasado. Por el momento, eso no ha ocurrido. La maquinaría nueva ha comenzado a desperezarse, pero lo hace lentamente y con errores de bulto. El debate sobre el Estado de la Nación va a ser el primer examen serio para Zapatero. Una prueba de fuego de verdad. Va a ser el primer enfrentamiento con Aznar y, por lo tanto, el primer termómetro para medir las fuerzas y las expectativas del nuevo líder socialista. Zapatero puede tener la tentación de evitar la confrontación en un debate que, para él, va a ser muy importante. Si no da la talla, si Aznar vence, aunque sea en el terreno psicológico más que en el real, Zapatero saldrá tocado.

Así pues, les guste o no les guste, el debate sobre el Estado de la Nación se convierte en un examen final. Aznar tiene que salvar el curso y Zapatero tiene que aprobarlo.

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