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Ignacio Villa

La nueva ilegalidad del Gobierno

Alguien debería explicarnos cómo es posible que un Gobierno democrático justifique la reunión ilegal entre un tal López y el etarra Otegi y, en cambio, a Mariano Rajoy quieran situarlo fuera de la ley.

Después de dinamitar todo el trabajo realizado durante años en la lucha contra el terror, de perseguir a las víctimas, de montar una reunión para tratar a los etarras de igual a igual, de intentar excluir al primer partido de la oposición de la vida democrática, de convertir a los terroristas en los buenos de un partido que sólo se juega en la cabeza de Zapatero, ahora resulta que Mariano Rajoy se ha convertido en un "insumiso" y se ha situado "al margen del Estado de Derecho"..

La vicepresidenta De la Vega ha irrumpido en escena, este viernes, después del Consejo de Ministros, recuperando su viejo estilo, el de la época de la Secretaría de Estado en el Ministerio de Justicia. Agria, antipática, agresiva, insultante y tosca; señal de que los intentos de su partido de disfrazar de legalidad la reunión del PSOE con ETA-Batasuna sólo se la creen sus palmeros. Y es que no sólo es cierto que Gobierno y ETA estén dibujando de la mano este nuevo panorama. Lo peor –para el PSOE– es que se nota demasiado.

Alguien debería explicarnos cómo es posible que un Gobierno democrático justifique la reunión ilegal entre un tal López y el etarra Otegi y, en cambio, a Mariano Rajoy quieran situarlo fuera de la ley. Nadie lo puede entender ni explicar mientras no reconozcan ya de una vez que estamos asistiendo a un cambio de régimen y que, en el nuevo, los terroristas son los buenos y los demócratas los malos, según la fina terminología de Peces Barba.

La afirmación de la vicepresidenta De la Vega, catalogando a Mariano Rajoy de insumiso requiere de forma inmediata una rectificación del Gobierno. No es de recibo que el Ejecutivo califique así al líder de la oposición y, en cambio, convierta al etarra Otegi en paloma de la paz. El Gobierno ha entrado en una deriva que no es simplemente peligrosa, es dañina para la democracia. Y lo más preocupante es que aún les queda mucho para llegar al fondo.

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