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Ignacio Villa

La prédica y el trigo

El presidente Aznar ha recurrido, durante un acto del Partido Popular, al siempre socorrido apoyo bíblico para arremeter contra el secretario general del Partido Socialista. Lo ha hecho una semana después del "golpe de efecto" del Debate de los Presupuestos. Aznar ha realizado un comparativo juego de palabras: el PSOE predica, mientras que el Partido Popular reparte trigo. Dicho de otra forma: los socialistas juegan al golpe de efecto y a la política espectáculo; en cambio los populares apuestan –dice Aznar– por una política humilde, cumpliendo lo que prometen.

Vayamos por partes. El presidente del Gobierno tiene razón cuando dice que los socialistas ofrecen humo, juegan a llamar la atención pero les falta fondo y contenido. Tiene razón también cuando recuerda a los socialistas que piden pero no cuantifican, se quejan pero no proponen, critican pero no solucionan. En resumen, desprecian la bajada de impuestos de los populares, pero después resulta que de las seis ciudades con más presión fiscal de España, las seis tienen ayuntamientos socialistas. Aznar acierta cuando crítica al PSOE, pero se enmaraña cuando habla de su propio partido.

El presidente del PP, que dice hacer política de forma humilde, se ha renovado poco en estos últimos años. Y aunque los resultados de su gestión económica son buenos –efectivamente reparte trigo–, su "prédica" ha quedado un poco anticuada. Sus mensajes, conocidos de memoria desde la última campaña electoral, comienzan a sonar un poco viejos. Sería bueno pues, por la cuenta que les trae, que los populares "modernizaran" algo sus mensajes. El fondo y los resultados son buenos, pero la "transmisión" y la "venta" de lo conseguido debería renovarse. Esa renovación además tendría que ir de la mano del "sucesor desconocido".

Ante los "golpes de efecto" del PSOE, ante las aparentes iniciativas
socialistas; el Partido Popular tiene la oportunidad de no aferrarse exclusivamente a sus grandes "logros", incluso de cambiar las formas y maneras. El PP, que tiene un cuidado fondo de armario, no sabe lucirlo convenientemente. Necesita, sin duda, un toque de imaginación, de modernidad y de chispa. En la política, como en la moda, la percha sustituye muy bien las deficiencias del armario.

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