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Ignacio Villa

La tentación se llama coche oficial

El discurso de investidura que ha pronunciado este viernes Rafael Simancas en la Asamblea de Madrid,lejos de aportar nada, ha dejado en evidencia que el Partido Socialista no tiene ninguna prueba buena y real sobre la tan famosa, y al mismo tiempo desconocida, trama inmobiliaria del PP que dicen ha dado "un golpe a la democracia". Simancas, incapaz de sacar a la luz ninguna prueba que respalde sus "negras teorías", sigue anclado en el tremendismo, en la noche de los tiempos y en la tragedia como únicos recursos dialécticos, que en todo caso no aportan absolutamente nada.

Simancas, después de hora y cuarto de discurso, ha quedado en evidencia: no hay fondo, no tiene formas y no sabe como salir en el jardín que el Partido Socialista se ha metido. Además Rafael Simancas se enfrenta a una situación, cuando menos, insólita. El candidato socialista a la investidura ha vuelto a decir no querer ser presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid. Entonces, sinceramente: ¿Para qué se presenta? Es cierto que con esta investidura, el Partido Socialista toma la iniciativa en el calendario electoral, pero para eso no hacía falta tanta "numerito". Desde el Partido Popular se han ofrecido permanentes muestras de negociación para sentarse a pactar una fecha electoral. Por lo tanto, no habría sido complicado cerrar un calendario que hubiera contentado a todos. Después de haber escuchado a Simancas, en estos días, posiciones cambiantes, encontradas y diferentes, ahora se puede esperar cualquier cosa.

Y desde luego, lo más creíble es que cuando se vea tan cerca del coche oficial, se suba a él sobre la marcha. ¿Será capaz Simancas de decir no a la presidencia del Gobierno de la Comunidad de Madrid? Pues visto lo visto, y escuchado lo escuchado, Rafael Simancas se buscará –ya lo verán– argumentos para justificar un nuevo cambio de actitud. Simancas tiene en sus planes, diga lo que diga, llegar a la presidencia madrileña, y luego ya veremos.

Sea como fuere, con todo lo que está cayendo, hay que pensar también que Rafael Simancas está siendo víctima de sus propios errores y de sus propias hipotecas. Está cometiendo demasiados fallos como para pensar que es un simple y torpe político de segunda. Lo que parece evidente es que la imagen que está ofreciendo de un político cambiante sin palabra, le viene impuesta por otras obligaciones. Simancas está donde está, por promesas contraídas en el pasado; por eso mismo ahora tiene que actuar al dictado de muchos y de muy variados intereses. Muchos compromisos aceptados en el pasado es lo que están provocando esta confusa estrategia del Partido Socialista. Nos encontramos ante una huida hacia adelante del PSOE en la que Rafael Simancas, antes o después, se quedará en el camino; y que además terminará afectando, y mucho, a la trayectoria electoral de Rodriguez Zapatero.


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