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Ignacio Villa

Las viejas glorias socialistas

Desde hace meses, la actual dirección del Partido Socialista está preparando el vigésimo aniversario de la victoria electoral del año 1982. Todos pensábamos que los socialistas pretendían recuperar el entusiasmo de aquella época con la intención de que sirviera como trampolín para la candidatura de Rodríguez Zapatero a La Moncloa. Un planteamiento discutible, pero que en todo caso, desde un punto de vista político, puede ser defendible. Lo que nadie esperaba, lo que es difícilmente explicable es que el Partido Socialista, lejos de pensar en el futuro, se ha puesto a pensar en el pasado. Una estrategia electoral que les puede costar muy caro.

En estos momentos en que las encuestas parece que consolidan una cierta recuperación del PSOE en la intención de voto, cuando por primera vez en mucho tiempo comienzan a sacar la cabeza, llega Rodríguez Zapatero con la inestimable ayuda de Pepín Blanco y no se les ocurre mejor idea que abrir el baúl de los recuerdos. Lógicamente, el baúl de los recuerdos de la corrupción, del gasto público desenfrenado, de la manipulación, de la creación de paro, de las comisiones, del GAL y de la cárcel de Guadalajara, de Roldan y de sus fugas. En fin unos recuerdos que, sinceramente, sobrecogen al más pintado. ¡Menudo panorama!.

Es cierto que en el Partido Socialista no se han digerido muchas cosas. Sencillamente, se ha intentado correr un discreto velo sobre la etapa final del "felipismo". Una etapa de desmanes e incompetencias que sirvió para laminar toda una gestión política. Si este es el "nuevo socialismo" de Rodríguez Zapatero, ¡apañados estamos!. Si la gran aportación de esta nueva generación del PSOE es devolver protagonismo a la generación de Alfonso Guerra, sólo se le puede augurar un triste futuro.

Desde luego, a los españoles de 2004 poco les interesa desempolvar algunas historias de los años noventa, cuando cada mañana los ciudadanos se preguntaban:¿Qué caso de corrupción toca para hoy?. ¿Quién ha robado?. ¿Quién ha mentido?. Una situación de permanente tensión social, que llevó a la mayoría de los ciudadanos a sentirse indefensos ante la agresividad y la prepotencia del poder socialista.

Ahora se pueden criticar las formas con que José María Aznar ha decidido retirarse de la primera fila de la política. Pero no deberemos olvidar cómo en el año 96, el PSOE de Felipe González intentaba perpetuarse en el poder a guisa de partido único de un "régimen salvador". Ahora las cosas son muy diferentes; el debate nacional, mal que bien, marcha por otros derroteros más saludables y los horizontes de los españoles también son más amplios.

Precisamente por todo ello, no deja de ser paradójico que, veinte años después, el socialismo español vuelva a mirar hacia atrás. Ahora que podrían tener la posibilidad de cambiar de cara, de olvidarse de los errores, de proponer proyectos nuevos, se empeñan en engancharse a un triste pasado. Zapatero se obstina en mirar a las "viejas glorias". Un error que tendrá su reflejo en las urnas.

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