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Ignacio Villa

Sálvese quien pueda

La presencia en Madrid de José Bono, que ha acudido a la capital de España para reunirse con la presidenta Esperanza Aguirre, ha vuelto a dejar en evidencia la grave crisis interna que atraviesa el PSOE. De nuevo, Bono ha puesto sobre la mesa las muchas deficiencias de su secretario general. Especialmente ha vuelto a señalar la incapacidad de Zapatero para imponer el más mínimo orden interno. El presidente manchego no ataca a nadie, se limita a recordar la "doctrina política" del PSOE cuando era una partido nacional. Y es un recordatorio más que suficiente para sacar los colores a Rodríguez Zapatero, Pascual Maragall, Manuel Chaves y unos cuantos más que llevan meses dilapidando cualquier vestigio de sentido común.
 
José Bono, a su paso por Madrid, ha recordado cuestiones que no deberían suponer ningún problema interno para el Partido Socialista, como sus afirmaciones sobre financiación autonómica, política fiscal, criterios de solidaridad y cohesión nacional. Son asuntos básicos que articulan el Estado y que en ningún caso deberían utilizarse como salvavidas de políticos que recurren a la demagogia fácil para sobrevivir a los errores personales. El secretario general del PSOE dejó abierta la espita del desbarajuste hace mucho tiempo y su partido se ha convertido en un circo ambulante en el que cada vez tienen una mayor presencia las comunidades autónomas en las que gobiernan.
 
En el PSOE viven y trabajan con los ojos vendados, negando evidencias como la del fracaso del Gobierno "a la balear" y buscan supuestas fórmulas nuevas que no son sino una burda copia de lo ocurrido en las Islas Baleares. Bono ha recordado que si la situación de reproches y recriminaciones entre comunidades autónomas se mantiene a propósito de la fiscalidad se estará dejando la puerta abierta a la "ley de la selva". Posiblemente será cierto, pero habrá que recordar a todos que los que han permitido esa peligrosa "ley de la selva" son los propios socialistas. Zapatero sin autoridad, sin orden y sin concierto; Maragall vendiendo todo principio a cambio de gobernar; Chaves subiéndose al carro de las reformas estatutarias como un "jovencillo" con zapatos nuevos; el PSE en un peligrosa deriva hacia el Plan Ibarretxe y un Jesús Caldera patético, diciendo sin decir, convertido en el mejor aliado del adversario político.
 
Eso sí que es la "ley de la selva", una "ley" perniciosa y terrible para el PSOE que ha echado por la borda cualquier referencia de partido nacional. Bono tiene razón y en el socialismo español empieza a escucharse el "sálvese quien pueda". Triste final.

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