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Ignacio Villa

Un ministro en las últimas

El ministro ha demostrado, generosamente, su incapacidad para desarrollar ese trabajo. No sabe, no contesta y cuando lo hace es para estropear todo el trabajo que realiza el Cuerpo Diplomático

El ministro de Exteriores se encuentra en una situación límite. Ya no podemos hablar de errores o de tropiezos. Estamos ante el vivo retrato de un ministro en las últimas. Cada jornada de trabajo comienza con una pregunta inflexible: ¿Cuál va a ser la próxima de Moratinos? Una pregunta, sinceramente, difícil de responder, los acontecimientos tienen superado desde hace tiempo al titular de la diplomacia española.
 
No hay que remontarse en el calendario a ninguna fecha pasada. Nos quedamos en este fin de semana y las historias son para hacer dimitir al más pintado. Empezamos el sábado con la carta de espionaje a José María Aznar desde la Embajada de Londres; continuamos por la afirmación –a bombo y platillo– de Manuel Chaves sobre una visita del Rey y Zapatero a Cuba; lo completamos con la segunda entrega del espionaje, con una carta del cónsul de Miami también sobre el ex presidente Aznar, y terminamos con el ridículo realizado por el ministro dando por terminado el asalto al Consulado español de Berna, cuando los asaltantes habían huido a primera hora de la mañana. En fin, lo dicho, Moratinos es una maquina de producir una información demoledora para cualquiera democracia occidental.
 
El ministro ha demostrado, generosamente, su incapacidad para desarrollar ese trabajo. No sabe, no contesta y cuando lo hace es para estropear todo el trabajo que realiza el Cuerpo Diplomático. Por favor, que se retire a una Embajada cómoda por muchos años, por el bien de todos; incluso por el bien de su Gobierno.
 
La lista de "desatinos" es interminable, pero la acusación realizada contra José María Aznar por haber colaborado con el golpe de Estado en Venezuela no tiene precedente. Con esa acusación, todavía no rectificada, Moratinos tiene una larga colección de barbaridades todas teñidas por el sectarismo, la ineptitud y el desconcierto.

Moratinos se encuentra en la cuesta abajo. Su llama se apaga por días. Está superado por los acontecimientos. No da para más, pero, por lo que se ve, intenta sobrevivir en un espectáculo político que el propio Zapatero debería cortar por lo sano. El presidente del Gobierno, si quiere, que le ofrezca una salida digna; pero este hombre no está en condiciones de seguir al frente de la diplomacia española. Y mientras que deja el Palacio de Santa Cruz, cada mañana seguiremos preguntándonos cuál será la próxima de Moratinos. Cualquiera sabe, lo único seguro es que siempre supera a la anterior.

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