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Ignacio Villa

Un paso más hacia el derribo de España

Las dos maneras de entender el futuro de España se han puesto de manifiesto. La de Aguirre, con libertad, democracia y unidad nacional como condimentos; y la de Chaves, con ruptura, división y destrucción.

El dos de mayo, fecha señalada de la historia de España, ha servido para poner encima de la mesa la realidad política en la que Zapatero nos ha situado. Este dos de mayo, mientras en la Comunidad de Madrid se celebraba el levantamiento de los españoles contra la ocupación francesa, en Sevilla, el Gobierno de Manuel Chaves ponía en marcha la siguiente entrega de la ruptura de España con la reforma del estatuto andaluz que reconoce a Andalucía como "realidad nacional".

Ese es el verdadero contraste provocado, incitado y animado por el Gobierno del señor Zapatero. Mientras en Madrid la presidenta Aguirre apostaba por los principios del 78 con nación, unidad, libertad y democracia, en Sevilla el presidente Chaves —en cambio— se embarcaba definitivamente en este cambio de régimen que se traduce en la ruptura total de un modelo de España que ha dado muy buenos resultados en estabilidad y prosperidad. Ahora Zapatero, en esta carrera loca hacia el barranco en la que está empeñado, quiere destruir todo lo construido y está dispuesto a llevarlo hasta el final.

Andalucía es la tercera pata del cambio de régimen. Primero fue Cataluña con la reforma de un Estatuto que es una auténtica constitución estatalista y demoledora con la libertad. Más tarde llegó la rendición ante el terrorismo etarra y ha tenido su primera entrega en el actual alto el fuego de los terroristas, que está demostrando que la sartén la tiene la banda ETA por el mango. Y ahora llega Andalucía, que nunca ha vivido la más mínima reivindicación nacionalista y que gracias a Chaves se ha convertido en el tercer punto de apoyo de la ruptura de España. Andalucía es el tercer paso, pero no será el último. Luego llegará Canarias, Galicia y lo que haga falta.

Este dos de mayo, fecha histórica por el levantamiento de los ciudadanos de Madrid ante la invasión francesa en un momento —como ha recordado Esperanza Aguirre— en que la Corona no defendía los intereses de los españoles, se ha convertido en una jornada especial en la que las dos maneras de entender el futuro de España se han puesto de manifiesto. La de Aguirre, con libertad, democracia y unidad nacional como condimentos; y la de Chaves, con ruptura, división y destrucción del camino recorrido hasta ahora por todos los españoles desde el año 78.

Zapatero está decidido al derribo de España. No cesa en su intención y en sus objetivos. Lo grave es que lo hace sin contar con los españoles. Sólo lo fundamenta en esa actitud visionaria y trasnochada que sólo nos puede llevar al desastre. Y —¡ojo!— que Andalucía no es el final, es simplemente un paso más.

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