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Ignacio Villa

Un presidente de otro mundo

Ibarra se ha convertido –como era previsible– en un problema para Rodríguez Zapatero. Las declaraciones a las bravas del presidente extremeño son una certificación más del peso que tiene la "vieja guardia" en el Partido Socialista. No puede pasar desapercibido a cualquier observador que se precie de serlo que Ibarra ha soltado una auténtica barbaridad contra el Gobierno de Zapatero y contra su ministro de Justicia. Y lo que es peor, aquí no pasa nada. ¿Por qué será? Hay una razón muy simple: la vieja guardia de la época felipista sigue mandando en el Partido Socialista. Unas veces por las buenas y otras por las malas.
 
Lo que parece claro es que el Ejecutivo ZP no va a poder evitar la polémica, sea cual sea la decisión sobre el indulto. Por primera vez, en estos siete meses el Gobierno socialista tiene una patata caliente. Muy caliente. Por lo dicho, por el propio ministro de Justicia la intención del Gobierno es no indultar a Rafael Vera. Una decisión que viene marcada no sólo por la ley, sino también por el sentido común. Lo cierto es que si Zapatero decide que Vera cumpla su condena por robar "fondos reservados" tendrá que aguantar toda la ofensiva de los "viejos leones" empezando por el "Jefe de los jefes", Felipe González.
 
¿Y si ZP decide indultar a Vera? Además de cometer una tremenda injusticia sin precedentes, dejará en evidencia que su dependencia de los Ibarra y compañía es total. Es más, dejará el camino marcado para el futuro. Si el actual presidente del Gobierno toma una decisión que no gusta a los "barones socialistas", estén seguros que tendremos amenaza al canto y Zapatero rectificará tan ricamente.
 
Zapatero se encuentra inmerso en una auténtica selva. Maragall le amenaza con llevarle a los tribunales y Rodríguez Ibarra manda a su Gobierno a "cierto sitio poco recomendable". En definitiva, un panorama desolador. Aunque más desolador todavía es constatar que quedan presidentes autonómicos de otras épocas. De las épocas del "ordeno y mando", enterrados felizmente para todos. Mejor dicho, para casi todos.

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