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Ignacio Villa

Una sonrisa, por favor

Hay que reconocer que el ambiente político ha cambiado en estos últimos años. Todo está más distendido. Quedan lejos los tiempos en los que la tensión y la crispación eran parte diaria de la vida parlamentaria. Ahora mismo, el ambiente está más tranquilo, sosegado e, incluso, más aburrido. Sin duda, la mayoría absoluta también ha colaborado en crear esa rutina diaria. Pero la cuestión que ahora nos ocupa es otra, y es que la crispación, tan determinante en otra época, ha sido sustituida por el enfado.

El enfado se está generalizando entre toda la clase política española; es lo corriente, lo normal. Los políticos se enfadan por todo y en todos los sitios. Lo hacen en el Congreso, el Senado, La Moncloa y los Ministerios. El motivo de los enfados se encuentra en las críticas, los errores, la actitud de la oposición y el trabajo del Gobierno. Se enfadan todos entre sí. Nadie está satisfecho por nada; ni por lo propio ni por lo ajeno.

En el PP, el PSOE, IU, CiU y el PNV viven enfadados de forma constante. Y en esto no se libra nadie, la lista es amplia: Aznar, Zapatero, Rajoy, Caldera, Llamazares, Alcaraz, Anasagasti o Trias; por citar unos ejemplos.

Todos aparecen con caras largas, disgustados. Se observa, de forma constante, maneras bruscas y formas enérgicas. En la política también hace falta un poco de sentido del humor. Pero, sobre todo, lo que se necesita es crear un ambiente en el que la sonrisa no esté desterrada. Ser político no significa estar enfadado obligatoriamente.

Buen humor, alegría e ilusión son condimentos que los políticos, sean del signo que sean, deben de transmitir a la sociedad. Por el momento, no lo hacen. Sólo se pide una sonrisa. No debe de ser tan complicado. Sonrían por favor.

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