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Ignacio Villa

Y luego hablarán de boicot

Aquellos que están estancados en el pensamiento único no preguntan, sólo imponen; y Huguet ha devuelto a las Ramblas el rancio sabor del franquismo.

La intención del consejero Huguet de prohibir en Cataluña la venta de recuerdos que tengan carácter español es una auténtica barbaridad, aunque ciertamente no nos puede sorprender. Este hombre, que ha dado muestras repetidas de una forma totalitaria de entender la vida y la política, se ha convertido en el estilete excluyente de un gobierno que vive de su ataque sistemático a España.

Huguet es republicano e independentista y forma parte del gobierno catalán. En su trayectoria como consejero nos encontramos también la campaña de multas contra todos aquellos que no tuvieran los rótulos de los comercios en catalán. Huguet fue el mismo que amenazó con una guerra civil en Cataluña en caso de que fracasara la reforma del Estatuto catalán. Por lo tanto nada de lo que haga o diga nos puede resultar novedoso; pero al mismo tiempo también hay que decir que Huguet es miembro de un gobierno y como tal toma las decisiones que toma; por lo tanto estas decisiones no son personales sino de un gabinete cuyo primer responsable es Pasqual Maragall.

No hay que engañarse. A Huguet le lanzan por delante como si fuera el bufón o la fiera, según el guión del día, pero el consejero de Comercio actúa con el consentimiento y el respaldo de su gobierno. Si no fuera así, ya habría sido destituido.

Ahora, como saben, le ha tocado el turno a las bailarinas, a los toritos bravos, a las castañuelas y a las guitarras españolas. Hasta ahora en los puestos de recuerdos de Cataluña se podía encontrar de todo. Desde una camiseta del Barça a una porcelana de la Sagrada Familia, desde un recuerdo de Gaudí hasta un traje de flamenca. En definitiva, todo lo que se vende y da dinero, y por lo tanto lo que es negocio para los comerciantes. Desde ahora se acabó. Sólo vale lo que sea catalán.

Huguet está empeñado en hundir a las empresas catalanas. Hay que recordar a este hombre que con asuntos similares, de exclusión y de falta de libertad, comenzó el boicot a los productos catalanes hace meses. ¿Ha preguntado Huguet a Freixenet antes de apostar por esta iniciativa? Suponemos que no. Aquellos que están estancados en el pensamiento único no preguntan, sólo imponen; y Huguet ha devuelto a las Ramblas el rancio sabor del franquismo. La prohibición como única razón de ser; del cuatripartito y del estatuto.

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