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Ignacio Villa

Zapatero: suma... y sigue

Las encuestas son encuestas, y como tal hay que tomarlas; pero, desde luego, no se puede decir que la nueva encuesta del CIS sea para los socialistas un buen adelanto de los resultados de las próximas elecciones generales. Y, además, lo preocupante para Rodríguez Zapatero no es ya la diferencia de casi ocho puntos. Lo más alarmante es que la tendencia que marca el último estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas es que el Partido Socialista camina hacia el descalabro electoral más absoluto. Y es que, dejando de lado la lectura minuciosa de los datos, lo que está claro es que hay un derrumbamiento del proyecto político de la actual dirección del PSOE.
 
Estos datos, digan lo que digan en la calle Ferraz, son tremendos para Zapatero. Se convierten en una realidad incontestable, en una perentoria llamada de atención. Con estos resultados, con esta tendencia en la recta final de las elecciones generales, el Partido Socialista debería encender todas las alarmas posibles para hacer frente a lo que podía ser un resbalón histórico, peor todavía que el que "cosechó" Joaquín Almunia hace cuatro años, aquella "dulce derrota" –una más– que provocó la fulminante dimisión del que era entonces secretario general socialista. Con este panorama, Zapatero se encuentra en una situación política más que deteriorada. Quedan además cuatro meses por delante, cuatro meses para tener más tropezones y más errores. Algo que parece inevitable si desde las filas socialistas no se deciden a articular un discurso nacional. Mientras que desde el PSOE se siga jugando aquí y allá, se pacte con unos y con otros o se cambie el mensaje constantemente y según las circunstancias, el futuro se presenta muy oscuro.
 
De todas formas, no hay que engañarse: el problema de Zapatero no son las encuestas, el problema de Zapatero es él mismo. Estamos hablando del principal líder de la oposición, que ha sido incapaz de elaborar un proyecto alternativo al Gobierno, que está rompiendo con muchos de los principios que en el Partido Socialistas han sido intocables desde hace años. Zapatero suma y sigue. Ha conseguido situar a su partido en un estado de ansiedad permanente, bajo mínimos y sin expectativas electorales. El PSOE se puede esconder, si quiere, detrás de la verborrea insustancial de los Caldera, Chacón y compañía; pero la realidad es la que es. Y por el momento, hay poco que decir. La diferencia entre el PP y el PSOE es enorme. Y si no quieren ver esa situación, los resultados de marzo les abrirán los ojos. Esta vez, es evidente que los números cantan... y no desafinan.

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