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Ingolf Günter Krumm

Stoiber, una alternativa a Schröder

Hace cuatro meses, la cuestión de quién será el rival de Gerhard Schröder en las elecciones generales del próximo 22 de septiembre ocupaba un lugar central en la agenda de la política interior alemana. Angela Merkel, presidenta de la CDU, retiró su candidatura la semana pasada y dejó paso libre al presidente del Land de Baviera, Edmund Stoiber, a su vez jefe del partido Unión Cristiano Social de Alemania (CSU). Con la designación de Stoiber, la oposición se ha librado de su estado de paralización y puede dedicarse ahora, en lugar de a debates personales, a lo que le corresponde: al diseño de una política alternativa. Con el bávaro entra un peso pesado en el ring de la campaña electoral, que goza además del favor de la opinión pública.

Según el Instituto Forsa en una encuesta para el semanario Die Woche, si las elecciones se celebrasen el próximo domingo, la CDU/CSU alcanzaría el 41% de los votos, la SPD se quedaría en el 36%, los liberales ganarían un 7% y los post-comunistas (PDS) y los verdes un 6% respectivamente. En términos aritméticos, la coalición gubernamental rojiverde no obtendría la mayoría, y bajo este supuesto, una coalición entre los partidos cristianos y liberales protagonizaría el cambio político. A pesar de que quedan aún ocho meses y los socialdemócratas se han mostrado especialmente creativos en el ámbito de la política redistributiva con la concesión de regalos electorales de última hora, casi la mitad de los alemanes (según el Instituto Emnid) cree a Stoiber capaz de reducir el desempleo, mientras que sólo el 35% está convencido de que Schröder es capaz de hacerlo.

Es precisamente la política económica lo que más debe temer el actual gobierno, y de hecho la teme. Donde faltan argumentos, los socialdemócratas recurren a la polémica; llamaron “mentiroso” al candidato adversario y le acusaron de “radicalizar la derecha y abandonar el centro democrático” para desviar la atención del triste balance de su gestión después tres años en el gobierno: un paro creciente, un crecimiento débil, un mercado de trabajo rígido y una reforma fiscal ecológica que no fomenta el medio ambiente, sino que aumenta la presión fiscal.

Stoiber, en cambio, presenta un balance de éxitos. Baviera sirve de modelo a muchos estados federales. Allí se ha transformado un Land más bien agrario, en una región industrial de alta tecnología, con un fuerte sentido de la tradición, que forma ahora parte de las zonas más prósperas del país germano. Tiene la cuota de inversiones privadas más alta de Alemania, la deuda pública per cápita es baja, en los años 1999 y 2000 presentó un fuerte superávit. Stoiber es partidario de un “estado delgado”; él impulsó la reforma administrativa y alcanzó un recorte considerable de los procedimientos de autorización. Ello junto con su “Programa 40-40-40”, que pretende reducir la parte del gasto público del PIB, la carga social y los tipos máximos de gravamen a dicha cifra, creará un entorno favorable para los inversores. El proyecto de reforma es sin duda ambicioso teniendo en cuenta las actuales cifras, que no muestran sino el nivel de socialismo que hoy por hoy ha alcanzado Alemania.

Las bienvenidas reformas del lado de la oferta no significan que Stoiber sea un defensor del libre mercado; sólo es menos intervencionista que Schröder. El instrumento más importante que tiene a su alcance es el Banco de Fomento de Baviera LfA; este banco no sólo ofrece prestamos baratos para la creación de nuevas empresas, sino que también interviene para evitar quiebras y reflotar con dinero ajeno las empresas en dificultades, aunque el mercado y los consumidores hayan optado por lo contrario. Otro ejemplo, la pérdida de 41 mil millones de pesetas en la construcción de viviendas de protección oficial, confirma que incluso un “estado delgado” como el bávaro, es siempre un mal empresario. A menudo se oye decir burlonamente que Stoiber no puede transferir las condiciones favorables de Baviera a Berlín, porque en la capital le faltaría dicho Banco de Fomento.

En todo caso la campaña electoral promete ser mucho más interesante con Stoiber como rival del actual canciller, que con Angela Merkel. Con el primero, la oposición ha aumentado considerablemente la posibilidad de llevar a cabo un cambio político en las elecciones generales del 22 de septiembre. Al final el resultado dependerá del comportamiento electoral de los ciudadanos del este, y probablemente ocurra lo que viene ocurriendo en las tres últimas elecciones generales de la Alemania unificada, y es que el este está resultando ser el fiel de la balanza.

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