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Isaac Katz

Políticas económicas desastrosas

La mejor contribución que el banco central puede hacer al crecimiento económico es mantener la estabilidad de precios.

En épocas como las que estamos viviendo, caracterizadas por alta volatilidad en los mercados financieros y cambiarios al tiempo que se reduce la actividad económica y el empleo, suelen surgir muchas propuestas sobre cómo debe actuar el Gobierno. La mayoría de las veces estas opiniones no tienen un fundamento teórico sólido y terminan por distorsionar los mercados, con consecuencias muy negativas para el futuro. A continuación señalo algunos de los peligros que nos acechan.

Un peligro muy grave es la propuesta de que el banco central instrumente una política monetaria expansiva para impulsar el crecimiento económico. Esto no tiene sentido, ya que de este modo sólo se genera un exceso de liquidez que se traduce en la aceleración de la inflación, sin que el crecimiento se modifique sustancialmente y mucho menos permanentemente. Pero hay quienes van más allá y acusan al banco central de estar inhibiendo el crecimiento, por lo que proponen quitarle su autonomía e independencia en el control de la política monetaria, sin siquiera percatarse de que la historia económica de México y de muchos otros países está llena de ejemplos de los enormes costes en los que se incurren cuando se subordina la política monetaria a una política fiscal deficitaria. Obviamente, tales propuestas deben descartarse porque la mejor contribución que el banco central puede hacer al crecimiento económico es mantener la estabilidad de precios.

Un segundo peligro es que se proponga blindar la economía frente al exterior con la imposición de barreras al comercio internacional. Esta medida introduce una significativa distorsión en los mercados al alterar el precio relativo de los bienes, encarece las importaciones de materias primas y de bienes de consumo, genera un sesgo contra las exportaciones e impone a la población una caída de su bienestar al tener que pagar más por los bienes importados. Cualquier intento de imponer barreras al comercio debe ser descartado: hay que avanzar más bien en dirección contraria.

Un tercer peligro proviene de aquellos que piensan que manipulando los precios de los diferentes mercados se pueden solucionar varios de los problemas. En consecuencia proponen fijar precios máximos a determinados bienes como, por ejemplo, los de consumo básico, los tipos de interés y de cambio, la electricidad o la gasolina. Al mismo tiempo, también proponen incrementar los salarios sin el respaldo de una mayor productividad. Todas estas medidas políticas carecen de sentido y lo único que generan es una enorme distorsión en los precios y en la asignación de recursos.

Es lamentable que las épocas de inestabilidad se prestan para decir y proponer muchas tonterías, todas ellas en detrimento del crecimiento y de la libertad.

En Libre Mercado

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