Si tras la declaración por segunda vez del general Laguna ante el Parlamento, el Partido Socialista y sus adláteres impiden que vuelvan a la comisión el Coronel Hernando y sus subordinados, los agentes "Victor" y "Paco", se habrá consumado el escándalo sobre los muertos del 11-M. Se constataría definitivamente el interés expreso en ocultar la verdad sobre la mayor masacre de la Historia que cambió los designios políticos de España.
El máximo responsable de la Benemérita en el Principado de Asturias –hasta que fue ascendido en junio a General–, ha revelado que el cuerpo de élite de la Guardia Civil dirigido por Hernando ocultó una segunda nota a la comisión de investigación. Nota de vital importancia que deja de nuevo en entredicho la actuación y la veracidad de lo declarado por el amigo de Rafael Vera, encargado de llevar los maletines de dinero a Amedo y Domínguez a Suiza en su deposición en el Congreso de los Diputados.
Laguna fue quien desveló en su primera comparecencia que Hernando mintió a la comisión cuando aseguró que, tras emitir un informe, su unidad había abandonado la investigación y que no había vuelto a saber nada más del caso. Ahora ha revelado que hubo una segunda nota de la UCO. En ella, emitida el 6 de marzo de 2003, se confirma que la trama de los asturianos no eran vulgares delincuentes sino crimen organizado que "excedía el ámbito de Asturias" y que afectaba a "conexiones de mafias de ámbito nacional". ¿Por qué ocultó Hernando esa nota a la Comisión de investigación?
Aquí viene lo más inquietante. ¿Se pudieron evitar los atentados? El General había declarado en su anterior comparecencia que no habían acudido a los tribunales para judicializar las investigaciones porque "sólo teníamos dos confidentes que querían permanecer en el anonimato", es decir, "casi nada". Falso de toda falsedad.
Los patas negras de la investigación en el cuerpo comandados por Hernando habían confirmado en su primera nota que Antonio Toro y Jose Emilio Suárez Trashorras estaban en posesión de 150 kilos de dinamita, y que había sido detectada su presencia en Madrid para venderlos llegando a ofrecer 2,5 kilos de explosivos a cambio de un millón de pesetas. El cuerpo de élite del Instituto Armado ocultó, además, a la Comandancia de Oviedo que su confidente, Rafá Zouhier, les había dado incluso previamente una muestra de la dinamita.
¿No eran todos esos datos suficientes para haberlos aportado a la Justicia y que se hubiera abierto una investigación ? ¿Quién se guardó toda esa información? La UCO debió haber acudido a la Audiencia Nacional con todo lo investigado por sus agentes y las dos comandancias asturianas, pero no dijo ni pío.