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Isabel Durán

Del seguidismo a la secta

A pesar de que el PSOE aniquiló sin piedad a Redondo, y ahora a Rosa Díez, por "hacer seguidismo del PP", ahora se le exige a Mariano Rajoy obediencia y fe ciegas en José Luis Rodríguez Zapatero.

El martes se producirá una nueva entrevista entre el presidente del Gobierno y el líder del principal partido de la oposición con el alto el fuego de la ETA como telón de fondo. El encuentro en la Moncloa es el quinto entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy desde que el socialista llegó al poder. Una cita vendida por el Gobierno y sus altavoces mediáticos como el gesto de un presidente a la altura de las circunstancias, que supo dejar a un lado la postura desleal, antidemocrática y carente de legitimidad de la derecha española encarnada por el dirigente del Partido Popular.

Nada más lejos de la realidad. Fue el PSOE el que le zurró la badana hasta dejarle tiritando al otrora representante de los socialistas vascos por "hacer seguidismo del PP". Aquella actitud de Nicolás Redondo Terreros la calificaron de indecente e intolerable, entre larguísimas cataratas de descalificaciones e insultos para el representante del PSE que parió el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo del que se apropió Rodríguez Zapatero. Llegaron a la villanía de decir que la niña de Redondo había sido comprada. No se pararon en barras. Incluso hace sólo una semana apartaron, por el mismo motivo, a la eurodiputada Rosa Díez de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior del Parlamento Europeo.

A pesar de que el PSOE aniquiló sin piedad a Redondo, y ahora a Rosa Díez, por "hacer seguidismo del PP", ahora se le exige a Mariano Rajoy obediencia y fe ciegas en José Luis Rodríguez Zapatero. Lo que antes fue motivo de quema en la pira pública ahora es condición sine qua non para que el representante popular sea considerado un demócrata y hombre de Estado. Se le reclama incondicional apoyo a Zapatero, a pesar del cúmulo de patadas en el estómago y puñaladas por la espalda políticas, mentiras, ocultamientos e intentos de expulsión del juego político que ha recibido su partido para, eso sí, darse besos el Gobierno con todos y cada una del resto de las fuerzas del arco parlamentario. Todo un ejercicio de salud democrática.

Pero, ¿qué ocurriría si Rajoy sale de la entrevista como entró, es decir, preocupado y desconfiado por un presidente tramposo? Ocurrirá que no podrá ni decirlo, porque si lo afirma, será linchado hasta la náusea por negarse a la paz. Ha llegado el momento de la verdad: del seguidismo a la secta. Esa es la democracia de Zetapé.

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