El presidente de Venezuela y el dictador cubano organizaron el pasado domingo el programa televisivo semanal del reyezuelo venezolano Aló Presidente en la isla caribeña del sátrapa. Y durante las casi seis horas que duró fue retransmitido en directo por las emisoras de radio y televisión de Cuba y Venezuela. Hugo Chávez y Fidel Castro portaban uniformes militares. Se lo pasaron en grande. Tan bien que hasta discurrieron ante toda la audiencia sobre la posibilidad de luchar, salvadoreños incluidos, contra los Estados Unidos. “Estamos como un cañón de 155 milímetros” bromeó el dictador que más dura de la historia reciente.
Se desconoce si al “histórico” evento –así lo califícan los rotativos al servicio de los bananeros –, se cursó invitación al líder mundial de la Alianza de las Civilizaciones o a su gerente, el chorizo ex brazo derecho de Koffi Annan, apartado de su trabajo en la ONU por destruir las pruebas de los sobornos de Sadam Hussein, incluidas las de Kojo. Invitados o no ZP y Riza, es lo mismo. Un nuevo fantasma recorre el mundo: los gobiernos de la demagogia y de la propaganda hasta la náusea y que tanto presumen de lo que más carecen.
Y es que José Luis Rodríguez Zapatero representa a la perfección la sucursal cubano-chavista en Europa. Acudió al lugar del incendio de Guadalajara, con su cámara de cámara, y valga la redundancia, para retratarse con el alcalde de Ablanque que le lloró en el hombro al tiempo que le decía “gracias presidente”. Lo cierto es que Zetapé se había fumado un puro durante cinco días antes de partir hacia China y los once miembros del retén muertos ni siquiera le hicieron abandonar la cómoda butaca del teatro Real para no perderse la Flauta Mágica. Lo cierto también es que el alcalde lloroso ni se inmutó en su refugio vacacional de Brujas durante los cinco primeros días del incendio.
